Selección de poemas del Foro Alaire

Los corazones voladores, ahítos de quejidos, buscan un pecho frondoso en el que depositar su amor y sus quimeras.

Las mentes soñadoras, voraces de crepúsculos, persiguen ese verbo sublime que las eleve por encima de los lodos que salpican.

Los poetas exploradores, aburridos de diccionarios, exprimen las metáforas hasta encontrar el eco exquisito de su pasión.

Corazones poetas, mentes poetas y poetas aventureros, densificados en nubes primaverales, dejan su lluvia creativa en el Foro, en donde, gota a gota, palabra a palabra, llega a formarse este torrente, este río de poesía.

 

Río que lame las orillas de la ciudad y sus miserias entrañables:

 

Tal vez por eso ahora te encuentro en las esquinas
con la barba crecida,
fresco entre los ojos el beso de la vida

Julio González Alonso

 

que acaricia las dulces riberas metafísicas del amor:

 

Toda amor. Toda tú,
en la breve eternidad de serme
como se es el agua en las hojas del árbol, así te amo.
Blanca Sandino

 

que se interna en la bucólica paz de las praderas remotas del alma:

 

¡Que será de estos campos cuando mueras!
Pastor que te pronuncias en caminos,
en antiguas cañadas y destinos
con un rumor de sabias primaveras.

Adrián Pérez

 

 

que se expande hacia el interior del poeta en vívida introspección:

 

Me conozco
como un lobo en el claustro
como un claustro
con un lobo dentro

Pedro Arguedas Ibáñez

 

Río de luz poética, de sublime delicadeza culta:

 

Habitas mi silencio
con el ardor secreto de palabras tejidas
en el telar insomne al que yo me sentencio

Isabel, Rodríguez
Río de talento que brota de las sienes de un niño que quiere ser poeta sin saber que ya lo es:

 

El amor y la muerte,
no se sienten. Se sueñan.

Juan Cruz Bordoy
Río de cálidas aguas amorosas que transportan raíces como filos:

 

Hay noches como látigos de hielo,
y también hay poemas como cárceles
que arden entre mis manos
y son tuyos.

Viví Flores Massares

 

Un río de genialidad que transforma la esencia de las palabras convirtiéndolas en espuma poética, innovadora y sutil:

 

si disparo al vacío las palabras

… … … … … … … … … … … …

o permito que equilibren su calma

para que tú suicides, lentamente,
su azul significado.

Rosario Alonso

 

 

Queridos amigos:

Vamos a sumergirnos en este río poético. Que sus aguas purísimas nos inunden y nos lleven flotando hacia el mar de la emoción.

 

EL HABITANTE.

Pasajero de los trenes suburbanos
y habitante de todas las calles;

tu mundo

la parada del autobús,
el banco
verde,
la sombra oblicua de las catedrales.

Todavía llevas puestos los zapatos
que no se te harán viejos mientras dormís, olvidados,
la noche del barrio gótico hasta el último silencio,

y luego

despertarás
descalzo, como viviste siempre,
en un puerto encalmado de acribillados diques.

Alguna vez supiste lo que buscabas
donde
buscar es un peligro,
la asechanza mortal de la libertad anclada
en el mar que mirabas sin definiciones.

Tal vez por eso ahora te encuentro en las esquinas
con la barba crecida,
fresco entre los ojos el beso de la vida

y creo que es mentira que ha muerto la bohemia.

La trampa se ha cerrado. Sí, la ciudad es maldita;
mas, sobre los tejados,
tu canto irracional
encontró los zapatos
huérfanos de pies;

¿qué hacen –nos sorprendes- los zapatos en las azoteas
y en las aceras los pasos?

¿qué hacen –nos respondes- los hombres que se arrastran
hacia ninguna parte
en los pasos que encierran sus zapatos?

Julio González Alonso

 

Del tiempo también roto

Toda amor. Toda tú,
en la breve eternidad de serme
como se es el agua en las hojas del árbol, así te amo.

Toda haz, toda envés -como ellas-, así te amo
Así, y hacia dentro.
Y circular.
Y concéntrica.
Toda yo conteniéndote.
Y porque te amo así,
de nuevo te perpetúo en mi memoria:
hoy, este día idéntico a otro día,
con azul del mar al fondo
-más honda que ayer la sombra de mis sueños-
y el corazón herido hasta el silencio.

Blanca Sandino

 

Qué será de estos campos…

¡Que será de estos campos cuando mueras!
Pastor que te pronuncias en caminos,
en antiguas cañadas y destinos
con un rumor de sabias primaveras.

¿Recordarán tu paso las laderas
impregnadas de aquellos dulces trinos
de cencerros, y amores peregrinos
que nacen cuando brotan las trigueras?

¿Verán los tambarices del sesteo
la penumbra en su vientre, con navajas
cuando reine el silencio del descanso?

Bebes la soledad en el careo
mientras surcas los montes que trabajas,
y una pupila, yace en el remanso.

Adrián Pérez

Me conozco

Ven
desempeña el oficio de tu cuerpo
en el axioma mudo
de mi garganta abierta.
Ven
al beso sacro que arquea su columna
para que se desplome el tejado de mi lengua
llena de calumbre
de tanto mojar dedos para pasar páginas vacías
de tanto barrer rincones infinitos
donde el polvo no pesa
ni se ve.
A pulso abierto
a nervadura creciente
en el raso ilimitado de la piel
quiero trazar el ojo
menguante hasta cegarse con el itinerario
de quien busca perderse en los pasos ajenos
dentro de la casa
propia y derruída.
Me conozco
como un lobo en el claustro
como un claustro
con un lobo dentro
husmeando al dios y a la oración para matarlos.
Y sé que  el hambre es la justa redención del animal
que hace manada de tu sangre
instinto de tu nombre
saciedad de tu saliva.

Pedro Arguedas Ibáñez

 

P O E S Í A

A María Rosal

Yo no lucho contigo;
ni tampoco eres mía.
Ni tú me perteneces ni yo te pertenezco.
Pero contigo al lado se endulza la agonía,
y cada día nazco
y cada día crezco
y cada día canto; y muero cada día.

Eres una presencia
serena y silenciosa.
No me urges, no me mandas, no me impones el verbo.
Ni me enciendes la rabia ni me ofreces la rosa.
Eres paciente y lenta.
Sabes que siempre vuelvo
al cobijo seguro de tu ala poderosa.

Callas cuando yo callo.
Habitas mi silencio
con el ardor secreto de palabras tejidas
en el telar insomne al que yo me sentencio,
donde tejo la herida,
la destejo, y estallo
en un clamor de llanto, de furia incontenida.

Abres cauce seguro
por donde fluye el hondo
rumor de agudo enjambre que atormenta mis sienes.
Me alumbras hasta el fondo
de mi hondón; me sostienes
con tu mano de algas; me regalas el día.
Y aun cuando no te tengo,
ni tampoco me tienes,
si alguna vez huyeras, yo no sé lo que haría.

 Isabel Rodríguez

 

Los sueños.

Te llevan hasta el cielo
para bailar en una nube
llena de alegría.
Un mundo sin límites,
y sin problemas.
El amor y la muerte,
no se sienten. Se sueñan.

Lo que tu quieras,
puedes tener.
Los afectos, la paz, etc.
Pero recuerda,
que es un sueño.
La dulce brisa se desliza
sobre los árboles,
dorados por la sequía.

Te despiertas y te levantas,
con suavidad.
Bueno… no tan despacio.
Levántate .Mañana o luego,
volverás a soñar
con una bolsa de alegría.
Pero ahora ve a desayunar,
y a trabajar.

En la noche te vas a acostar
con gran felicidad,
por eso te dormiste rápido.
Soñaste con amor,
y con un rocío jugaste
entre los árboles negros.
La primavera está allí con la paz,
y los deseos de amar sin escudos de acero.

No te rindas de soñar.
No va a pasar nada, sigue durmiendo.
Casi es hora de levantarse,
aprovecha este momento.
Piensa en algo rápido.
Se te acaba el tiempo.
Pero cuando logras pensarlo
debes levantarte.

Al hacerlo, refunfuñas
con cara de puchero.
Te sientas en la mesa,
a desayunar.
Tal vez la próxima noche
tengas otra oportunidad.
Juan Cruz Bordoy

 

Censoras

“Pero, a su lado y dentro de este amor espiritual que siento por ti, hay también una bestia salvaje que explora cada parte secreta y vergonzosa de él, cada uno de sus actos y olores”.

De James Joyce a Nora Barnacle
Hay noches como manchas de pudor
en medio de los senos.
Tienen un dedo triste que se afila
y se enrosca oprimiendo la garganta
hasta cortar los sueños y quemarlos,
y alguna vez,
si hay suerte y casi muertos,
sólo huyen del calvario los suspiros…

Yo querría,
dentro de esos silencios sollozantes,
engañar al deber con las palabras:
llamarte Nora entre sudor y espasmos
y firmar como Jim
al pie de cada beso rojo o sucio.

Decir, naturalmente, el deseo que brota
al roce de mi espíritu y tu voz
y confunde tus dientes con mi espalda,
o me hace un hombre fuerte
capaz de contenerte en lo sensible
y a vos una mujer, una muy mía,
como yo me presiento entre tus muslos;
si al fin, belleza y fuego (vos y yo),
jamás sabrán de número, de género,
o de tabúes con tijera en mano.

Hay noches como látigos de hielo,
y también hay poemas como cárceles
que arden entre mis manos
y son tuyos.

Viví Flores Massares

 

Ojos funámbulos

Qué suerte poseer ojos funámbulos
y decidir ahora, en este mismo instante,

si disparo al vacío las palabras
desde esta cuerda floja que sostengo,
o permito que equilibren su calma

para que tú suicides, lentamente,
su azul significado.
Rosario Alonso