Selección de poemas del Foro Alaire

El poeta y su mundo se hacen verso, es el poder del lenguaje que a través de la mano del autor se vuelve hondura, se vuelve trascendencia y belleza necesaria, una búsqueda incesante de lo inexplicable o su encuentro absoluto…en definitiva, poesía brotando de diferentes cauces, pero todos vivos e irremediablemente conectados.
En esta creación minuciosa de los pilares internos del ser humano encontramos a poetas como Federico Ruibal, Ramón Carballal, Eduardo Díaz o Rosario Alonso, que nos acercan a un universo poético donde la palabra se regenera y se abre a la sensibilidad y al entendimiento de forma cercana y sensitiva. O podemos hablar también del desnudo integral y extremadamente bello a través del verso y la poesía intimista de Pilar Morte o Carmen Iglesia, poesía femenina que desboca la emoción y la lleva a sus consecuencias últimas. O la expresividad novedosa e incisiva de Martín Desormeaux, que nos invita a pensar en el poema como despertador, como detonante para salir del letargo de la cotidianeidad.
Todos ellos componen una sociedad que se revela a la frialdad del discurrir por este siglo y nos descubre que la vida es un baúl con doble fondo, donde hay mucho que retener, tanto, que tan sólo la poesía es capaz de condensarlo, ellos nos hacen sentir cada día con más intensidad lo que tan acertadamente definió Nietzsche…”esa flecha lenta de la belleza”.

Escribir.-(Parto) – Federico Ruibal

parto
brusca la bolsa de cazar amaneceres
por juntar el iris suficiente
con que labrarme asilo

así trazo la línea a los ponientes
así enfermo vuestro pecho de días de vivir

siendo la furia del badajo en la campana
siendo el grito de la cal albando en los tabiques

reclamando de nuestro dios liviano
roca, vientos, mar, hedor, lunas, batalla

por lograr la alianza con el aire
su salvaje bendición a búsqueda y capricho

por levantar mi ser, mi casa, finalmente,
con la nada poderosa de sus muros

 

Torre de Hércules – Ramón Carballal

No es cierto este brazo terminado en campana.
El héroe ha tejido la piedra como un pilar orgulloso.
No tiene curvas, solo perfiles, los huecos son el grito del gigante,
la gran ballena añora su esqueleto, de allí surge la luz,
la amenaza, la mesura del dominio.
Nunca anclamos los relojes y suaves funcionarios
no van a regalarnos la magia. Entre ruinas,
bustos de naves, mercaderes que soñaron otras ventanas,
generales de un solo ojo, héroes de diez mil cabezas,
el paso de un niño recibe atardeceres de plumas.
Todo sucumbe al laberinto y empuja al cenit,
allí la esfera se hace esfera y el mar rebota en espejismo
hasta nacer en su oleaje. Hago mis cuentas y me faltan
un reguero de naves, velas muertas al sol.

 

Hoja perdida (Para los niños de la calle) – Eduardo Díaz

Te miro sacudida por el viento
desprendida de la fortaleza de la vida.
Sola te encuentras, hoja perdida,
en un otoño que todo lo arrebata.
Desamparada, separada y sin rumbo
tu frágil ser se desprende en el silencio.
Llora la tarde, tu despedida
tibios rayos señalan tu partida.
Tu piel, tu luz, verdes colores,
se tiñeron de amarillo color oro.
Arrancada de tu sabia, de tu vida,
vas girando por las calles sin retorno.
Hoy te cruzas a mi paso indiferente,
deslizando tu mirada en desamparo.
Extiendo mis manos, quiero tocarte,
mientras la brisa te aleja suavemente.
Me asombro de pesar mientras te miro,
ignorando cual será tu última hora.
Hoja pequeña, hoja perdida,
conmueve tu soledad el alma mía.

Soy – Carmen Iglesia

Sé que nada se mueve
que los hombres que he sido se acumulan
unos sobre otros.

Benjamín Prado

Me abriga lo que soy cuando la noche
inventa la memoria.

Y ya no soy de trenzas,
aunque siga anudándose en mi pelo
el sol como una trampa.

Elegí ser el vértigo callado
que abraza a los que sienten hambre y frío.

Soy la suma de un nombre que se pierde
bajo la ciega imagen de su miedo.

Memoria de pez – Rosario Alonso

Se arañan los instantes  ya reescritos
que hieren a los bordes del recuerdo
se gangrenan capítulos enteros
que conforman la vida como un libro.

La memoria es un juego de caprichos
que rellena los huecos del momento
y una carpa protege del infierno
que se escapa del cuerpo hacia su olvido.

La identidad sin nombre se nos pierde
en el negro que borra los atajos
donde acaba el retorno de los  trenes .

La lucidez se esfuma en la corriente
en un juego de círculo cerrado
que baña la memoria de los peces.

Naturaleza y silencio – Pilar Morte

¿ Quién exhaló el suspiro, desgarró aquel silencio
y allí se hizo verbo ?
¿ Quién sacó agua del pozo, habló en inmortal voz ?

Se oyó el grito y la tierra se expandió.
Las cuerdas de la piel temblaron al sonido
que deshizo el vacío a pinceladas.

Hoy el día apagó la luminaria
disfrazando de sombra altos ecos.
El silencio combó hacia la muerte
diluyendo algo nuestro al habitarlo.

Aquietado el vibrar,
de algunos escenarios que perturban,
hizo senda en el aire la propia melodía.
Agostado el fragor,
de las flechas que clavan sonido de artificio,
se eleva al horizonte voz genuina.

Ahora fluye música del valle,
pórtico de armonía en su canto
belleza en el pulsar de mis sentidos.

A2 – Martín Desormeaux

La casa es un campo de concentración.

Cualquier movimiento en falso
puede activar una bomba
dentro de los aparatos domésticos.
Todo es un desastre
menos tú, Bárbara,
inquieta hoja de un árbol
traído de Oriente. Pequeña canción
de cuna
anidando en mis oídos
cuando la oscuridad no alcanza
para construir las noches.

En el comienzo de tus manos
se bifurcan las batallas
donde todos
nos convertimos en soldados muertos,
y no lo sabes, Bárbara,
ignoras que las huellas que imprimes
también encienden fuegos de artificio
sobre los ríos
y nunca es suficiente la lluvia
para hacernos olvidar
los motivos del dolor.
Bárbara, dentro de tu mundo
se extiende el idioma virgen
del Descubrimiento, una señal
demasiado sangrienta
de los dioses.

Todo en ti
es un fragmento limpio
flotando a orillas del océano.
Un amuleto lanzado lejos
de las creencias,
una pista
de aterrizaje forzoso
para que los planeadores
se estrellen antes del despegue.

Un camino de barro
donde los zapatos
tropiecen con las piedras
para marcar
las señales
hacia el abismo.