LA PALABRA
La palabra como realidad intangible, como ficción sujeta con hilos de costumbre, como respuesta del lado más humano que pregunta.
El poema repta, camina, corre, vuela, es una prolongación de la propia existencia, una inercia inexplicable que cruza el tiempo, cuando el tiempo consciente, en realidad, expira.
La palabra, como el agua que sostiene la onomatopeya de la sed,
se bebe, incolora, inodora e insípida, pero tiñe y perfuma, deja en la boca un buqué de presagios; todo lo que esperamos de una larga y despistada espera.
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Óscar Distéfano nos muestra el camino de una belleza rutinaria. Su poema “La mano” es un homenaje a lo superfluo, un aplauso al actor secundario que sustenta el guión de una película. Nos hace descubrir la importancia de lo no importante, la grandeza de lo mínimo.
(Por hoy aún la tengo, carnal y sicalíptica,
cómplice del deleite de mi boca,)
-Tania Alegría construye, con su poema, “Un puñado de arcilla” un búnker.
Nos señala cómo la soledad alimenta la propia soledad; la encumbra, la engrandece.
La profundidad de esa palabra que cae sobre la conciencia y su silencio.
La extrañeza plural de un mundo único, tapiado por la luz del pensamiento.
(Tan sola que tu sombra no cruzará contigo el gres de los umbrales)
– Blanca Sandino abre, a través del verso, la enorme ventana del amor.
Mitad descriptiva, mitad vital, su palabra rompe el tiempo y se aproxima a esa sensibilidad extrema, al vuelo de las emociones que levanta el recuerdo.
Poesía con mayúsculas.
(sobre la arena húmeda,
la huella de tus labios tiene frío.)
– Mario Martínez se desata con un elegante soneto, en el cual existe una preciosa carga sorpresiva.
Describe, lúcido y veraz, la personalidad de algo aparentemente impersonal.
Palabras, que extraídas de su sonoridad, supuran la inmortalidad de su temática.
(concierto soy de celos, sinfonía
inacabada y triste del afecto.)
– Carmen Iglesia nos sorprende con un poema imaginativo y sensorial.
Los versos sujetan la coherencia de la ilógica.
Como ejemplo, el propio título “He roto el lunes” donde la imagen se ofrece para ser recorrida, desarmada.
Un lenguaje “elástico” que nos lleva a esa verdad universal de la pureza sin disfraces, lo que nos hace, simple y felizmente, humanos.
(Quise ser yo:
un paisaje de arena
una postal de alambre sobre el miedo.)
– Ramón Carballal explora la palabra, la lanza y la recoge antes de caer, para colocarla en un lugar seguro.
El amor exprimido o la levedad de una pasión eterna, su poema ordena el desorden de los sentimientos, acaricia el surrealismo con las manos de una realidad palpable; la soledad y la memoria, caldo de cultivo.
(Después del túnel otra vez la sombra y en ella un relámpago,
una catedral de hombros donde orar.)
Disfrutad de la lectura y, como en una taza de café, mirad el poso que la palabra deja…
Luis Oroz.
POEMAS
LA MANO (Óscar Distéfano)
No sé dónde la diestra yacerá su meneo
ni en qué funda de mármol sus falanges menguadas.
¿Recordará su tacto la seda de mi herida,
el cincel frío
con que forjó mi imagen,
o los gusanos de cadáveres sin nombre
carcomerán sus uñas?
Por hoy aún la tengo, carnal y sicalíptica,
cómplice del deleite de mi boca,
hurtándole su hastío a la guitarra,
al ajedrez, al póker o al jardín,
cleptómana del verso,
hostigando la aldaba de la noche
para calmar su artritis con un tropo siquiera.
UN PUÑADO DE ARCILLA (Tania Alegría)
A veces te despiertas y es como si murieses de espanto y de extrañeza
al vislumbrar el día, discernir sus escollos,
evaluar cuántos pasos te alejan de la noche.
Árido suelo espera la impronta de tu mano
y no hay más que un puñado de arcilla para erguir
la colosal muralla que encierra tus silencios.
Tan sola que tu sombra no cruzará contigo el gres de los umbrales,
tan muda que las voces no encontrarán el rumbo que lleva hacia tus tímpanos
construirás, obstinada, las cercas de tu patio.
Y nada llegará incólume al crepúsculo.
Vendrá la luna clara a alumbrar los despojos
mientras de tu mirada los pájaros emigran.
Mañana volverás, sin otros argumentos
más que tu mano obrera y un puñado de arcilla,
a construir los muros que encierran tus silencios.
A TU MANERA (Blanca Sandino)
Dedicado
La cara de los sueños mirada pura es, viene derecha,
diciendo: “A ti te escojo, a ti, entre todos” como lo dice el rayo o la
fortuna.————————————————Pedro Salinas
Hay nubes sin color, sin artificios, que trasparentan un cielo inalcanzable;
tiene hoy la mar color de fortaleza, y sobre ella,
libre, planea entre gaviotas -grito blanco y azul- una cometa.
De cuando en cuando, las olas
-que como piratas disfrazados de sal abordan nuestra sombra- se reparten
un horizonte en busca de miradas,
dos minutos de paz,
dos «convergerte»,
cuatro decirte amor lo que tú quieres,
y un sólo repetirse
una vez, y otra vez, y otra vez, el nombre de mi nombre, en tus labios.
Hasta que la tarde, como una catarata palpitante de vida,
y enrojecida como un campo de sueños y amapolas,
se abaja hasta la tierra, y se delata.
Se delata; delata su último deseo: trasfundirse sobre la piel del mundo
(rugosa y acerada)
para morir su bella muerte entre unas rocas que
por un instante olvidan que son rocas:
grises como la soledad, como la pena o la tristeza grises, para amarla.
Y mientras mis manos -ya barcos de papel a la deriva- amor mío,
navegan por insondables mares donde aún se oye tu risa,
y con mis dedos, el aire de la noche cuenta ausencias,
sobre la arena húmeda,
la huella de tus labios tiene frío.
ME LLAMO (Mario Martínez)
Soy absurdo, cobarde e imperfecto,
una mentira azul, una utopía,
un fallido remanso de alegría,
depósito sin fondo de lo infecto.
Soy una maldición, soy un defecto,
un vivir sin vivir, una agonía,
concierto soy de celos, sinfonía
inacabada y triste del afecto.
Cegando su mirar a quien me fía,
acabo siendo cruel, incluso abyecto,
a cambio de ser yo dinero acepto,
no hay otra voluntad más que la mía.
Me llamo Amor y nadie lo diría…
si no fuera otras veces tan perfecto.
HE ROTO EL LUNES (Carmen Iglesia)
Para que tú me vieras rompí el lunes.
Salté sobre mi sombra
para hacerle cosquillas a la noche.
Quise ser yo:
un paisaje de arena
una postal de alambre sobre el miedo.
Elegí para ti la desnudez.
No el artificio,
no las sombras,
no el misterio.
La verdad que pronuncia lo que soy.
El despojo de un gesto
que en los ojos encuentra su lenguaje.
EL ESQUELETO DE UN HUÉRFANO (Ramón Carballal)
Después del túnel otra vez la sombra y en ella un relámpago,
una catedral de hombros donde orar.
Te conocí en hojas que caían de calendarios,
suave y exacta como un reloj de nubes.
El equívoco es como un párpado que no conoce el color
ni navega en aguas de marfil. ¿Cómo se matan estrellas
si un rompecabezas se aferra a la piel y crece y late
como un tejido de sueños? Pronto aprendí que la verdad
se parece a un espejismo, sus cabellos cabalgan la noche
y la noche es tan sólo un dinosaurio sin esquinas.
Nuestro mundo se ciñe al cristal, es pequeño como un nido de átomos,
en él, los espejos crean el caos y miles de planetas se arrullan
hasta morir en tu centro. Al amor le gusta ser viajero,
sube a los áticos y a veces adivina la primavera entre ceniceros de invierno.
Pasaron los años que han perdido todas las guerras,
sobrevive lo que no se ve, el muérdago del deseo,
la pared blanca donde mis labios se entregan, la playa donde reposa
el esqueleto de un huérfano.