Se aproximan unas fechas señaladas en las que los juguetes se convierten en la estrella de nuestros hogares. Quizás no pensamos tanto en ellos como en esta época del año. Pero, ¿somos conscientes de su importancia no sólo en esta época del año? ¿Adecuamos nuestra elección a sus destinatarios?
La intención es reflexionar sobre el juego y los juguetes haciendo referencia a diversas cuestiones que sean de ayuda en esta materia.:
Primero: el mejor juguete para los niños es nuestro tiempo, hay que jugar con ellos.
Segundo: cada etapa evolutiva tiene un juego adecuado, por lo que es básica la elección de los juguetes.
El juego es una actividad no sólo placentera sino necesaria para el desarrollo de la creatividad, la imaginación, la motricidad y la comunicación. Según Vigotsky “el juego no es la consecuencia sino la fuente del desarrollo cognitivo de los niños”
Estamos inmersos en una sociedad compleja. Ambos padres trabajamos, normalmente hasta tarde y cuando llegamos a casa estamos agotados. No tenemos ganas de jugar con los niños. Algunas encuestas señalan que sólo el 20% de los niños españoles de entre 4 y 10 años juegan con sus padres entre semana. Dicho porcentaje asciende al 30% los fines de semana.
Por el bien de nuestros hijos tenemos que cambiar esa tendencia, ante la importancia que tiene el juego para el niño. Como punto de partida debemos saber que el mejor juguete para nuestros hijos es nuestro tiempo: juguemos con ellos.
Los niños desarrollan, a partir del juego, las múltiples facetas de su personalidad: aprenden a relacionarse con el entorno, desarrollan sus aspectos más creativos y perfeccionan sus múltiples habilidades ayudándoles a canalizar tanto su energía vital (física) como la mental y la emocional. Lo que es de gran ayuda en su desarrollo integral como personas completas, facilitándoles su integración en el entorno social en que se mueven.
Podríamos decir que el juego se encuentra significativamente relacionado con:
• Resolución creativa de problemas.
• Comportamiento corporativo.
• Pensamiento lógico.
• Coeficiente de inteligencia.
• Capacidad de integración y liderazgo.
compartir sus juguetes y posibilitar el
contacto grupal de los mismos”
Frente a ello y en palabras de Rosemond hemos inundado a los niños con juguetes que anquilosan su capacidad creativa. Hemos permitido que se sienten frente al televisor durante horas y horas mientras la imaginación se les atrofia por falta de ejercicio. En lugar de leerles cuentos les abrumamos con tarjetas de colores, letras y números antes de tener incluso edad para ir a clase. Estructuramos el tiempo de nuestros hijos con deportes organizados, clases extraescolares de música, idiomas…planeando su existencia hasta el punto de que se han olvidado cómo hacer planes y cosas por sí solos. Quizás en la anterior descripción se encuentre la justificación, del porqué, nuestros hijos a pesar de tener tantos juguetes y realizar tantas actividades se “aburren”. Probablemente el exceso de todo acaba aburriendo.
Deberíamos volver a nuestra infancia y recordar cómo y con qué solíamos jugar. ¿Verdad que nos bastaba poco? Unos amigos, la calle y nuestra imaginación, capaz de hacer de un palo una espada o de una corteza de árbol una nave espacial.
Está claro que aunque los niños no juegan para aprender, aprenden jugando. Pero cada etapa evolutiva tiene un juego indicado o asociado. Es muy frecuente que los padres compremos a los niños juguetes que nos gustan a nosotros sin pensar en sus necesidades. Obviamente los niños no suelen prestarle mucha atención y se convierten normalmente en los responsables de nuestras propias decisiones: ¿Para qué queréis más juguetes si no jugáis con los que tenéis? ¿Cómo saber el juguete adecuado según la edad de los niños? : Hasta el año de vida, el bebé aprende a conocer su cuerpo y entorno. Es así como los padres y el propio cuerpo constituyen su primer gran juguete. Pero además aprende a diferenciar colores, texturas y sonidos, se sienta, toman un objeto y lo manipulan. Son ideales los móviles, que les ayudan a focalizar la atención, los gimnasios para bebés, con los que practican cómo tomar y tirar de objetos, y cajitas con música, para estimular su sentido auditivo.
Cuando cumplen el año y ya caminan, les resultan llamativos los juguetes para empujar o tirar, pelotas pequeñas y rodadas sin pedales, que ayudan al desarrollo de la motricidad gruesa y la orientación espacial. Los rompecabezas con piezas grandes y los bloques para construir, incentivan además de la motricidad fina, la creatividad. También es importante iniciar la estimulación del lenguaje con libros de cuentos con grandes dibujos y pocas letras.
tiempo, hay que jugar con ellos”
Entre los dos y cinco años, adquiere relevancia la fantasía y el juego simbólico. A esta edad comienzan a ensayar los roles de los adultos, desarrollándose su parte afectiva y social. La actividad lúdica, en este sentido, le servirá para manejar y conocer sus sentimientos. Los disfraces (a ser posible no prefabricados) , las tacitas de té, los juegos de doctor son ideales para esta etapa de los pequeños. Además, el juego estimula su creatividad e imaginación. Es importante que los juguetes le proporcionen múltiples opciones de uso, sin olvidar que la imaginación la coloca el que juega y no el juguete.
Mientras el niño juega, construye un espacio imaginario en el cual ensaya destrezas y capacidades, practica roles y amplía su comprensión. El juego es importante para su desarrollo emocional, ya que a través de las actividades puede expresar lo que siente y resolver sus propios con- flictos. Jugando aprenden a compartir con otros niños, a respetarlos y a ceñirse a determinadas reglas.
A partir de los seis años, el niño es capaz de seguir y respetar normas de juego. Estos son más complejos, requieren de mayor concentración y se van pareciendo cada vez más a una profesión u oficio. Además, en esta etapa los niños se inician en los deportes.
No es fácil aconsejar en abstracto sobre el juguete indicado, pero si podemos señalar los siguientes aspectos básicos a modo de guía para elegir los juguetes.
a) Los hijos deben escoger libremente sus juguetes, por lo que los padres no debemos imponerles nuestros propios gustos. Sólo es aconsejable realizar alguna intervención cuando el niño o la niña selecciona un juguete no adecuado para su edad y desarrollo.
b) Los padres debemos dejar jugar a nuestros hijos con sus juguetes. No es infrecuente que se le compre al hijo un juguete, y luego sea el padre o madre el que juegue con el mismo. Además los juguetes están para jugar no para estar expuestos.
c) El juguete más costoso no es siempre el mejor.
d) El juguete no enseña a jugar, somos los padres los que debemos enseñar a nuestros hijos las acciones lúdicas, en una actividad conjunta plena de afectividad, paciencia y comprensión.
e) También hemos de saber que cualquier cosa puede servir de juguete, por lo que no debemos desechar objetos que parecen inservibles, pero que sin embargo, resultan extraordinariamente interesantes para los niños y niñas.
f) Los padres hemos de saber que nuestros hijos no necesitan muchos juguetes evitando así, una postura consumista hacia los juguetes.
g) Los progenitores a su vez hemos de enseñar a nuestros hijos a compartir sus juguetes con otros amiguitos, y posibilitar el contacto grupal de los mismos.
h) Ante la duda déjese aconsejar por educadores y especialistas.
Nuestra sociedad está retomando conciencia sobre la importancia del juego en el desarrollo evolutivo de los niños. Lo último son centros que enseñan a los progenitores a jugar con los niños en función del momento evolutivo de los niños como forma de beneficiar a ambos y , por qué no decirlo, a la sociedad futura en la que han de vivir.
Texto:
Teruca Jover. Pedagoga y Logopeda.
Margarita Sureda. Logopeda y Psicóloga.
dPKs · Psicopedagogía.
Centro especializado en el desarrollo
físico e intelectual del niño. http://www.dpks.net/