El poeta catalán Joan Margarit ha sido galardonado recientemente con el Premio Cervantes 2019.
El premio le fue atribuido “por su obra poética de honda transcendencia y lúcido lenguaje, siempre innovador”
Joan Margarit nació en Sanaüja (Lleida) el 11 de mayo de 1938, Acabada la guerra, y hasta 1948, la familia vivió en Barcelona, Rubí, Figueras, Girona y, de nuevo, Barcelona, donde cursó bachillerato. Mudada la familia en 1954 a Canarias, se trasladó de nuevo a Barcelona, entre 1956 y 1961, para estudiar arquitectura.
Margarit comenzó su actividad literaria a finales de los cincuenta pero se dio a conocer como poeta en castellano entre 1963 y 1965. Se define como poeta bilingüe en castellano y catalán. Accedió en 1968 a la cátedra de Cálculo de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.
Pero Joan Margarit es también un arquitecto de la palabra. Dice textualmente en su página web: “Sobre la concisión, diría que un poema es como la estructura de un edificio muy particular a la que no le puede faltar ni sobrar ni un pilar, ni una viga: si sacásemos una sola pieza, se desplomaría. Si en un poema se saca una sola palabra, o se cambia por otra y no pasa nada, es que no era un poema…”
“Un buen poema contribuye de algún modo al orden y la higiene del mundo…” apunta Margarit en su ensayo “Un mal poema ensucia el mundo”
“Cantamos al propio misterio. Queda por decidir desde dónde cantar, y esa es la búsqueda que cada poeta realiza a su manera. En eso consiste el estilo, la voz propia, ea voz que hay que encontrar si se quiere ser escuchado”.
Poeta, ensayista y traductor. Ha publicado, entre otros poemarios: El primer frío: poesía 1975-1995, Estació de França, Joana, Cálculo de estructuras, Casa de misericordia, Misteriosamente feliz y No estaba lejos, no era difícil.
Su obra poética ha sido traducida a diferentes idiomas y galardonada en español y catalán recibiendo, entre otros, el Premio Nacional de la Crítica (1984 y 2008), Premio Rosalía de Castro (2008) y el Premio Nacional de Poesía 2008 del Ministerio de Cultura por la obra “Casa de Misericordia”.
PISCINA
No le temía al agua, sino a ti,
era tu miedo lo que yo temía,
y este lugar profundo
donde desaparecen las baldosas.
Me arrastraste hacia allí,
recuerdo aún
la fuerza de tus brazos obligándome,
mientras trataba de abrazarme a ti.
Aprendí a nadar, pero más tarde,
y olvidé muchos años aquel día.
Ahora que ya nunca nadarás,
veo a mis pies el agua azul, inmóvil.
Comprendo que eras tú quien se abrazaba
a mí para cruzar aquellos días.