APUNTES SOBRE LA SOCIEDAD POSMODERNA
Carmen Moro Frías.
Vivimos una época que se caracteriza por una estética cargada de ambigüedades. Se ensalza
y reivindica una transparencia y al mismo tiempo se potencia una opacidad.
Edificios de cristal que prometen transparencia, la cual, sin embargo, es unidireccional. El dueño del edificio es el único observante, el observado carece de decisión. Es la prerrogativa del poderoso. Se intenta dar una imagen que pueda servir para que la sociedad, no solo piense sino que esté convencida de que habita un espacio de libertad y autodeterminación.
Se explicita un deseo confuso de rechazo y crítica del orden establecido, a pesar de una total aceptación de las reglas existentes, las cuales han sido diseñadas con el fin de que el sistema funcione plena y satisfactoriamente. Sin embargo, al abrazar el caos y la desregulación, esta sociedad se ve proyectada en lo que Zygmunt Bauman define como “sociedad líquida”.
Esta sociedad líquida, en la que estamos inmersos, se articula y descansa sobre unas condiciones óptimas las cuales exigen la utilización de un control permanente de los ciudadanos.
La exigencia de un control sobre las personas es algo inherente al propio funcionamiento de la sociedad, ha existido siempre, pero ahora aparece un signo que lo hace diferente y novedoso, hablamos de la percepción individual de los propios ciudadanos, quienes creen ejercer ellos mismos la capacidad de control de su propia situación individual.
Por supuesto, es fácil imaginar que esa ilusión va a dar lugar a unos ciudadanos anestesiados intelectualmente, lo cual les convierte en personas utilizables y desechables, al antojo del capitalismo avanzado.
Este hecho ha sido abrazado con gran alegría e inconsciencia por la mayor parte de los ciudadanos en el conjunto de las sociedades actuales. Se acepta que somos libres de pensar y que nuestro conocimiento será nuestro aliado, el cual nos ayudará a progresar dentro de la sociedad, sin ser conscientes de que nos han vaciado de ideas. Nos hemos convertido en personas “líquidas” a imagen y semejanza de una “sociedad líquida”.
Se tiende a imponer lo que se ha venido a llamar el pensamiento único, el cual, por otra parte ha sido sustituido, a su vez, por una “lobotomización” que nos lleva directamente a un tipo de pensamiento nulo o cero.
Dentro de este contexto, parece revolucionario apostar por una sociedad cuyo rasgo determinante sea la contemplación, la cual se realiza dentro de unos parámetros llamados de inactividad, que son antagónicos en el capitalismo avanzado, donde su máxima es la defensa a ultranza de la acción productora de rendimiento.
Este nuevo concepto de sociedad contemplativa ha sido analizado por el filósofo Byung-Chul Han, el cual defiende la escucha y el tedio como elementos fundamentales de la contemplación, al tiempo que nos señala el lenguaje de la poesía como el único abierto a varios y diferentes usos. La poesía como lenguaje especial, hermenéutico, pues está sujeto a diversas interpretaciones, dentro de un elemento propio de contemplación.
La inactividad es puro silencio, siendo el cansancio la génesis de la a actividad generadora de la denominada “sociedad del espectáculo”.
La actividad considerada como inservible en un proceso de conocimiento interior, y sin embargo la inactividad parece el camino más fácil en la reconciliación del ser humano con la naturaleza.
Byung-Chul Han, nos indica: “Todo lo que podía dar sentido y orientación a la vida se está derrumbando. La vida no se apoya en nada resistente que la sostenga.” [1].
Otra tesis defendida por Byung-Chul-Han, es que toda época produce sus propias enfermedades. Anteriormente las enfermedades eran de tipo bacteriológico, lo cual facilitó una investigación que dio lugar al descubrimiento y generalización del uso de los antibióticos. Actualmente la enfermedad que nos define es una muy diferente, ya no es bacteriológica, sino de tipo neuronal.
Uno de sus conceptos centrales es la consideración de que las causas de las enfermedades neuronales no se producen por un exceso de negatividad, sino por un exceso de positividad.
La positividad entendida como un rechazo al conflicto y a la solución de los problemas cotidianos, lo cual genera necesariamente ciudadanos que no van a poder, ni saber enfrentarse a cualquier sensación de rechazo. Se abrazan como filosofías de vida, tanto la epicúrea como la estoica.
El exceso de positividad se presenta como responsable de las enfermedades neuronales, entre las que podemos citar: La depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno límite de la personalidad (TLP) o síndrome de desgaste ocupacional (SDO). La positividad va destinada a repeler la negatividad de lo extraño.
Hay una reflexión añadida, sobre la sociedad actual del aburrimiento, el cual se relaciona directamente con la contemplación y, por otra parte, existe una preocupación total por la buena vida. Se es consciente de que todo es efímero y nada es duradero, lo cual desemboca en una sociedad del desasosiego. Esta sociedad tardo moderna, con la pérdida de creencias, ha dado lugar a que la salud se convierta en la nueva diosa.
El sentido absoluto de la vida, tiene su deseo principal en: ”Buena salud”.
El sujeto de la modernidad tardía, a quien se le exigen rendimientos, tiene unas máximas, aparte de la buena salud, otras como la libertad y sobre todo la voluntariedad. Se espera que el rendimiento del trabajo sea recompensado con una ganancia medida en términos de placer.
Otro signo del ciudadano actual es su narcisismo y vive en una permanente sensación de carencia y culpa. Compite contra sí mismo y en el camino de la superación encuentra el derrumbe. Se destruye al mismo tiempo que se auto realiza, haciendo coincidir dos elementos, que en principio aparecen como contrarios, autorrealización y autodestrucción.
Como se ha indicado, la actual sociedad del rendimiento se basa en ideas de libertad y desregulación, eliminando barreras y prohibiciones típicas de la sociedad disciplinaria.
La disolución de las barreras, facilita una promiscuidad generalizada dando lugar a una tensión ejercida por el propio sujeto consigo mismo. En esta sociedad existe una debilidad del vínculo, la cual ha sido diseñada y favorecida con el desarrollo de las nuevas tecnologías. Los amigos de las redes sociales, cumplen la función de incrementar el sentimiento narcisista de los ciudadanos.
La sociedad digital, requiere que la acción se repita, lo cual nos aleja de participar en una sociedad pasiva, contemplativa y de escucha.
Es tal el exceso de información, siendo a veces contradictoria, que no podemos procesarla, lo que nos genera situaciones de ansiedad y estrés.
El trabajo aparece deslocalizado y flexible, lo cual hace que las relaciones entre las personas se establezcan alejadas de cualquier contacto físico.
Un hecho importante es la pérdida de la capacidad de asombro, pero lo peor es que se ha perdido cualquier referencia a lo divino y al misterio.
No son las grandes multinacionales las que no son transparentes, somos las personas que a través de las redes aparecemos como habitantes de unos grandes almacenes acristalados y trasparentes donde nos vigilan y nos manejan según intereses ajenos a las propias personas.
La sociedad del espectáculo, inaugurada en las revueltas del Mayo68 francés, se ha convertido en algo totalmente habitual dentro de nuestra sociedad. Una concepción de que todo es posible y además, todo es mercancía de consumo, con su propio valor de mercado. El consumidor adquiere el papel de ejecutor de sus deseos. Cualquier relación con las instituciones se realiza desde la persona que solicita la atención. Este desarrollo se debe, sobre todo, al gran impulso del uso de las nuevas tecnologías.
Se ha normalizado plenamente la individualización de la sociedad, y con el uso del teletrabajo su desarrollo va a ser exponencial. La presencia ha dejado de ser necesaria, pasando a ser individuos recluidos en nuestra propia burbuja, lo cual hace muy difícil la intercomunicación así como cualquier movimiento de contestación.
Parece que ha comenzado una nueva época, y como todo nuevo paradigma, al principio se expresa dentro de un cierto caos, o más bien en distintos compartimentos caóticos, cada uno a su nivel y por lo tanto es difícil hacer una predicción de cuál puede ser el mundo que surgirá de esta nueva situación, donde inevitablemente ser establecerán otras normas de comportamientos que aún ni siquiera intuimos como serán.
Un nuevo paradigma ha venido para quedarse, cuyo centro descansa en los comportamientos producidos por el uso de las nuevas tecnologías.
Bibliografía:
Byung-Chul-Han, La Sociedad del cansancio, Herder Editorial, S.L. Barcelona 2022
Byung-Chul-Han, Vida Contemplativa, Taurus, Madrid 2023
Bauman Zygmunt, Tiempos líquidos, Tusquets Edit., Barcelona
[1] Byung-Chul-Han ; La vida contemplativa; Taurus; Madrid; 2023; P. 6