Mayo del 68
Carmen Moro Frías
Sin profundizar en el llamado “situacionismo”, conviene decir que esta corriente de pensamiento es el apoyo conceptual que subyace como fondo filosófico del llamado movimiento “Mayo del 68”. Este movimiento sacude los cimientos económicos, sociales, artísticos y filosóficos sobre los que se apoyaba la cultura occidental.
Teresa Méndez Beiges denomina a la Internacional Situacionista como la última vanguardia, presentándonosla como un intento de revisión del arte de los años sesenta. Los principales representantes de este movimiento son Guy Debord y Raoul Vaneigem. La estrategia que se establece entre los participantes de dicho movimiento es la de crear una conexión o unificación entre el arte y la vida. La vida es vista desde su representación en la cotidianidad. Se trata de salir a la calle con unas consignas y eslóganes cuyo contenido está repleto de imágenes. La imagen expresa de forma inmejorable el fondo de este movimiento, de ahí la consigna más conocida y popularizada: la que hace referencia a la “imaginación al poder”.
Precisamente, aludiendo a ello, Léo Ferré, intérprete-poeta francés, escribe en el próximo post-mayo68 un bello verso: “Elle était belle comme la révolte, on l’appelait l’imagination”. Guy Debord, escribió la base ideológica del situacionismo en su libro: “La Société du Spectacle”, libro no elaborado a la manera tradicional, de la que intenta huir, sino redactado más bien como manifiesto que aspira a subvertir la forma de la escritura tradicional. Estos manifiestos, consignas o eslóganes eran escritos en cualquier lugar público, (precursores de los graffitis posteriores), sobre todo dentro de los muros de las aulas universitarias. En realidad es una revolución universitaria e intelectual, siendo su carácter urbano un rasgo relevante que ha de ser destacado.
Se debe hacer especial hincapié en las condiciones socio-económicas de la época. Nos hallamos en un momento de despegue e implantación de la socialdemocracia y, consecuencia del pacto implícito entre demócratas-cristianos y social-demócratas, el auge del “Estado de Bienestar”; lo que se va a plasmar en una mejora sustancial de las condiciones salariales y laborales de las diversas capas trabajadoras. Estas situaciones alumbrarán una eclosión de deseo de cambio en los propios comportamientos sociales, tanto colectivos como individuales. Existe, por otro lado, un deseo profundo y determinante de intentar llevar el arte a la vida. Este movimiento expresa una crítica radical a las vanguardias artísticas, considerando que habían fracasado en su proyecto de arte. Por otra parte, el arte va a ser considerado de forma multidisciplinar, integrándolo en la pintura, literatura, arquitectura, música, etc. Sus modalidades artísticas desean romper todos los moldes, estilos, géneros y formatos tradicionales. Lo que sucedía en los espacios públicos, en la calle, tenía su punto de partida en las aulas y los profesores, sobre todo los de Bellas Artes, que animaban a sus alumnos a una interacción entre espacio, cuerpo y tiempo.
Esta interacción requiere y necesita para poder desarrollarse espacios de libertad, así como ser externalizada, pues la calle es un espacio ideal como destino del traslado de la vida cotidiana. Se aspira a explicitar la paradoja de:” Todo lo privado es público”. Máxima que será utilizada por los movimientos feministas de la época, actualmente en vigor. El espacio social en su conjunto es observado como un espacio de exhibición en el que cualquier propuesta nueva y diferente resulta bien recibida.
Los eslóganes del Mayo francés, a menudo tienen una gran carga naïf y soñadora: “La imaginación al poder”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”, “prohibido prohibir”, “debajo de los adoquines está la playa” “El arte ha muerto, liberemos nuestra vida cotidiana”, “exagerar, esa es el arma”. Estos eslóganes permiten detectar, más allá de su ingenuidad, un deseo de cambio radical en la sociedad, intentando conseguir lo que aparentemente es imposible, pero que a su vez expresa en todos los ámbitos una lucha y subversión de lo conocido y tradicional.
Nos hallamos ente una de las hipótesis más radicales y disruptivas del último tercio del siglo XX. Un nuevo paradigma aflora y en él nos seguimos sumergiendo.
Lo más interesante de este movimiento, a mi entender, es el germen que posteriormente ha alumbrado a la sociedad actual, donde andando el camino de la inaugurada sociedad del espectáculo, observamos cómo la vida actual es representación. Absolutamente todo, incluso cualquier cosa por impensable que nos resulte y que se relacione con el ser humano, ha pasado a ser considerada un espectáculo y una mercancía. La política, la cultura, el arte, la vida misma, etc., pasan a ser una mercancía más en la llamada “sociedad del espectáculo”, el propio espectáculo se erige en una mercancía con un valor de uso y de cambio. La mercantilización al poder. Un triunfo pleno del sistema capitalista. En esta sociedad, la mercancía es omnipresente y se contempla a sí misma dentro de un mundo creado por ella. Monopoliza completamente tanto el fundamento económico como la vida social.
Todo lo indicado anteriormente, fue perfectamente definido por el filósofo-sociólogo Zigmunt Bagman, el creador del concepto de: “Sociedad líquida”; el mundo actual viene a ser caracterizado por su estado fluido y volátil.
Nuestra sociedad se caracteriza por una gran incertidumbre, resultante de la vertiginosa rapidez en los cambios como respuesta al uso generalizado de las nuevas tecnologías, y observamos cómo este hecho ha dado lugar a un gran deterioro de las relaciones humanas. Parece cumplida la profecía de: “Todo es posible, así pues pidamos lo imposible”. La incertidumbre debida a una vida transitada en el fino hilo del trapecista, haciendo malabarismos para acomodarnos a nuevas situaciones constantemente, nos sitúan en un torrente de cambios, mayoritariamente imprevisibles.
Siguiendo el hilo de la historia, creíamos que cualquier cambio era de progreso y sólo podía conducirnos hacia la consecución de un mundo mejor, pero en el despertar de la resaca, nos damos cuenta de que en lugar de subir, igual estamos descendiendo.
Con la perspectiva del tiempo transcurrido, se han conseguido grandes logros, sobre todo en términos de libertades individuales y colectivas, pero también la relatividad llevada al extremo nos sitúa en un individualismo lleno de burbujas impenetrables.
Bibliografía:
Debord Guy, La société du spectacle, Gallimard , Paris, 1967 y La sociedad del espectáculo, Pre-textos Edit. , Valencia, 1999
Vaneigem Raoul; Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones, Edit. Anagrama, Barcelona, 1999
Bauman Zygmunt,La Sociedad sitiada, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2017
Bauman Zygmunt,Tiempos líquidos, Tusquets Edit., Barcelona, 2017
Méndez Baiges, M. Teresa; “Un intento de revisión del arte de los sesenta: La Internacional Situacionista como última vanguardia, Congreso Nacional de Historia de Arquitectura y Arte: Ante el nuevo Milenio”, De 31/10/2000 a 3/11/2000, Granada, 2000.
McIntyre Lee, Posverdad, Cátedra, Madrid, 2018
Arendt Hannah, La condición humana, Editorial Planeta, Paidos-Austral, Barcelona, 2020