PROPORCIÓN ÁUREA, FÍSICA CUÁNTICA Y POESÍA.- José Manuel Saiz

Artículos, Poemas áureos, Poemas cuánticos, Poesía, Versificación

Existen múltiples alternativas a las estructuras tradicionales para escribir un poema. Son tantas como las que uno quiera imaginar en cuanto a métrica y acentuación se refiere. Sin embargo, no todas logran alcanzar la armonía deseada (si es eso lo que se pretende).

A continuación les presento dos propuestas de estructuras poéticas que sí la buscan.

La primera, se basa en una fórmula que la naturaleza emplea para desarrollar estructuras fundamentadas en la proporción áurea, es decir, la armonía basada en la proporcionalidad.

La segunda, deriva de la primera, a la que introduzco una variante para asemejarla al concepto de dualidad onda-partícula de la física cuántica, proporcionando al poema una frecuencia equilibrada de lectura.

Con ellas trato de fusionar, en el aspecto formal, la poesía con la física, la mística y la proporción.

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Primera propuesta: POEMA ÁUREO

PROPORCIÓN ÁUREA Y POESÍA

¿Qué es la proporción áurea?
La proporción áurea es, a grandes rasgos, la relación que existe entre dos segmentos de una recta y que se encuentra presente de forma asombrosa en las figuras geométricas de las manifestaciones más bellas de la naturaleza.

A esta proporción se le atribute un carácter estético, místico y hasta divino. Hay mucha información al respecto en internet, para quien se sienta interesado. Inconscientemente nos sentimos atraídos por las cosas que llevan en su estructura, o se aproximan a ella, la proporción áurea. Muchos diseñadores, artistas, constructores e ingenieros la usan en sus creaciones. ¿Por qué no los poetas?

Esa proporción viene determinada por un número que, reduciéndolo a dos decimales, resulta ser el 1,61. Basta dividir una dimensión por esa cifra para hallar la proporción áurea de sus partes con el todo.

Para escribir un poema de proporción áurea he tomado como base un verso endecasílabo (por su armonía intrínseca) y lo he comparado con una recta cuya medida es 11 (sus 11 sílabas). La proporción áurea de ese verso (al dividirlo por 1,61) sería entonces la formada por dos segmentos que, redondeando hacia el número mayor más próximo, dan 7 y 4 sílabas (la suma de sus partes da el todo: 4+7=11). Por ende, las versificaciones que jueguen metódicamente con esas sílabas, se acercarán bastante al concepto de proporción áurea.

La silva se aproxima a ella, pero le faltaría el segmento inferior de 4 sílabas. Platón decía: «Es imposible combinar bien dos cosas sin una tercera, hace falta una relación entre ellas que los ensamble, la mejor ligazón para esta relación es el todo. La suma de las partes como todo es la más perfecta relación de proporción».

El propio Rafael Alberti escribió un poema alejandrino sobre la Divina Proporción (así la llamaba él), loando sus virtudes.

Un poema áureo tendría la siguiente estructura estrófica:

4.4.4.4
7.7.7.7.7.7.7
11.11.11.11.11.11.11.11.11.11.11

4.4.4.4
7.7.7.7.7.7.7
11.11.11.11.11.11.11.11.11.11.11

Ahora solo queda determinar si esta combinación poética, basada en la proporción áurea, le confiere a un poema las hermosas cualidades que ella dispensa a la naturaleza.

De todas formas, un poema que simplemente esté formado, en su mayor parte, por versos aleatorios de esas métricas desprenderá más armonía que otro de métrica caótica. De hecho, hay infinidad de poetas (yo mismo) que escriben sus obras basándose en versos de 11 y 7 sílabas, en compañía, cuando se requiere, de versos más largos de métrica generalmente par.

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Segunda propuesta: POEMA CUÁNTICO

FÍSICA CUÁNTICA Y POESÍA

Dualidad onda-partícula
En la física clásica de lo macro, una partícula es una partícula y una onda es una onda. Pero, a nivel subatómico, la física cuántica determina la dualidad onda-partícula, cosa que no ocurre, como hemos dicho, en la física de lo macro.

A niveles subatómicos las partículas se comportan como ondas y viceversa, y colapsan en una u otra al ser observadas o medidas por un observador, lo cual resulta desconcertante y mágico para la ciencia. Pareciera como si el observador fuera creando la realidad (que se encuentra indeterminada) a través de su conciencia al experimentarla.
¿Pueden tener algo que ver la física cuántica y la poesía a nivel formal?

Yo trato de hallar esa conexión. Y parto para ello de la estructura de un poema áureo.

El poema cuántico deriva del poema áureo.

Dualidad poema-perturbación (partícula-onda)
Un poema en sí mismo podría catalogarse como una partícula, es decir, tiene entidad propia: es algo físico; es una realidad independientemente de ser leído o no. Pero al leerse, el poema «colapsa» en la mente del lector y le genera una perturbación al pasar de ser partícula (poema escrito) a onda (cadencia en la mente) siendo las dos cosas a la vez. Esto ocurre con cualquier escrito, pero en un poema podemos hacer que esto suceda de otra forma siguiendo un patrón. La armonía de esa frecuencia de lectura dependerá por tanto de la estructura de la versificación.

Yo pretendo que un poema colapse al ser leído con la cadencia de una onda perfecta y con la proporción más armoniosa entre sus versos, independientemente de lo que diga el poema. Lo que diga el poema se materializará de otra forma y en otra parte del observador, del lector; pudiendo alcanzar, o no, un «acoplamiento de fase» a nivel inconsciente si existiera sintonía con el lector. Pero ese es un tema del que hablaré en otro momento.

Como la estructura estrófica de un poema áureo no es simétrica, habría que añadirle un verso de 7 sílabas después de cada verso endecasílabo para que lo fuera. De ese modo, al leerlo, se genera un equilibrio ondulatorio perfecto al unir la proporcionalidad de sus versos con la armonía de sus estrofas.

Su estructura sería la siguiente:

4.4.4.4
7.7.7.7.7.7.7
11.11.11.11.11.11.11.11.11.11.11
7.7.7.7.7.7.7
4.4.4.4
7.7.7.7.7.7.7
11.11.11.11.11.11.11.11.11.11.11
7.7.7.7.7.7.7

Es lo que yo bautizaría como un poema cuántico de proporción áurea.
Para dotarlo de más cadencia y ritmo (al igual que a un poema áureo) aconsejo acentuar los versos en la sexta y penúltima sílabas (u otras opciones); pudiendo llevar rima o no; pudiendo ser esa rima aleatoria o pautada; en este último caso podría llamarse soneto áureo o soneto cuántico.

Aun siendo lo más importante en un poema lo que este dice, la forma de decirlo también lo es. Hay poemas que provocan ser recordados y leídos una y otra vez; son aquellos que consiguen dar con el equilibrio perfecto entre lo que dicen y la forma de decirlo, y que depende también de ese «acoplamiento de fase» o de sintonía con el lector; una sintonía de carácter humano y universal (unos umbrales a los que algunos llaman, a veces con desprecio, espacios comunes).

Las estructuras que yo propongo tratan de servirse en lo formal de esa fórmula que la naturaleza emplea para crear armonía en sus diseños, jugando al mismo tiempo, a nivel inconsciente, con la física y la mística.

A mi modo de ver, lo ideal es abordar la poesía sin tener en cuenta estas cosas, es decir, como lo abordan quienes apenas saben de técnicas ni estilos y, si lo saben, lo hacen con mente abierta, dejando que la armonía se perciba sin más.

Como primicia, he editado en el foro mi primer poema áureo, PÁJAROS EN EL ALAMBRE, y mi primer poema cuántico, NADA ES LO QUE PARECE (adaptándolos de otras estructuras iniciales).

Ustedes dirán cómo encuentran el resultado.

Les invito a escribir poemas de este tipo si lo consideran interesante.

Un abrazo, amigos.

J. Manuel

Estos son los poemas de “proporción áurea” y “cuántico“:

PÁJAROS EN EL ALAMBRE
Así afronta
el mundo el pusilánime:
«Desde el aire la tierra se domina
y en el mar
la tierra es dominante.
Nadie puede luchar contra su sino».
Los que piensan
que todo ya está escrito
no comprenden por qué los ruiseñores
al cantar
lo hacen con más vigor
cuando emprenden su éxodo hacia el sur
(aun sabiendo
que su periplo entraña
toparse con las garras del halcón).
Pero hay pájaros
que nacen resignados
y pudiendo volar hacia lo lejos
no lo hacen,
así que no se exponen
y ven pasar la vida en un alambre.
Nunca fue
virtud la indiferencia
y nunca acabará la inapetencia
siendo un don.
No hay nada en esta vida
más fútil para el hombre que la inercia
ni actitud
más vil y lamentable
que aquella que hace alarde del desdén.

–oOo—

Poema áureo
Estrofas de 4, 7 y 11 sílabas.
Acentuación en sexta y penúltima sílabas.

NADA ES LO QUE PARECE
Contemplamos
el astro, que ya no es,
y decimos: «he ahí la certidumbre»,
sin comprender que un día,
hace mucho,
proyectó en el espacio
el último estertor de su estallido:
es su ausencia, por tanto,
la que brilla.
Nada es lo que parece.
Vivimos sumergidos en el fraude
virtual de la apariencia.
No es real
tampoco nuestro ahora:
al punto de sentirlo, ya es el antes;
las cosas son el eco
de sí mismas.
Por eso navegamos
bajo estrellas que, tal vez, ya no existen.
Y así, también nosotros,
algún día,
estando sin estar,
apenas ya sin ser, deambularemos
creyendo ser quien fuimos
una vez.

–oOo–

Poema cuántico
Estrofas de 4,7,11,7 sílabas
Acentuación en sexta y penúltima sílabas.

COMO EL AIRE
Me amabas
y yo no lo sabía.
No supe interpretar tu corazón.
Siempre dispuesta para todo;
para ir al parque, al cine…
o para hablar de Celia,
la chica que en secreto yo adoré.
Jamás te oí decir no puedo,
más tarde o ahora no;
siempre podías,
siempre querías,
contigo todo pudo ser.
Mi amiga, mi querida amiga,
mi cómplice en la sombra.

De nuevo nos ha puesto
la vida frente a frente.
Y nuestros ojos se han buscado
en el ayer.
Quise saber de ti, de tu vida y tu presente
y tú solo me hablabas del pasado, del barrio,
de Celia y el amor… y, entre suspiros,
de todo lo que hacías para estar
cerca de mí.
Que te amen en secreto es como el aire:
acontece, te envuelve y no lo ves.
Fuiste como la brisa, amiga mía:
discreta, silenciosa y no te vi.
Y yo tan transparente como tú.
…Tampoco supo Celia de dónde provenía
el viento que ululó en su corazón.