Logroño – Nájera 28,3 km. Comienza el Juego de la Oca
Tras pasar la primera noche, alineados entre varias decenas de peregrinos que hacían el Camino en bicicleta, en el improvisado albergue del polideportivo municipal de Logroño, situado a la vera del río, el cinco de agosto de 2007 a las 06:45 emprendemos camino hacia Nájera cruzando el Puente de Piedra por donde discurre el río Ebro atravesando Logroño. Recorremos la Rúa Vieja, travesía más antigua de la próspera capital riojana, en pleno casco histórico siguiendo la flecha amarilla que en adelante nos acompañará durante todo nuestro recorrido, nos volvemos a topar, igual que la tarde anterior, con la Fuente de los Peregrinos entre las rúas Barriocepo y Norte, junto a la iglesia de Santiago el Real, donde en su singular pórtico aparece el apóstol Santiago doblemente caracterizado como peregrino y guerrero; a la derecha, en el suelo de la plaza de San Pablo, el Juego de la Oca, que según el “Codex Calixtinus”, especie de guía de viaje para los peregrinos, publicado en el año 1130, recomendaba las etapas a seguir durante el día, ya que por la noche el peregrino medieval se dejaba guiar por la Vía Láctea. Cada una de las casillas del Juego de la Oca, tiene asignado una población o entorno de etapa y muestra los símbolos tanto para el viaje de ida como el de vuelta; según los Templarios, el Juego de la Oca comenzaba justo en Logroño.
Atravesamos la Puerta del Camino también llamada puerta del Revellín, anclada en los restos de la muralla medieval. Cruzamos la ciudad por calles estrechas que discurren por el mismo camino que desde la Edad Media impuso la peregrinación, encaminando los pasos por la vía verde que nos conducirá hasta el Parque de La Grajera, a poco más de cuatro kilómetros de Logroño, lugar donde el peregrino se topa con un excelente área de descanso.
Logroño,
este lugar inquieto, sediento en sus arterias,
reveló a nuestro tránsito sus secretos de siglos:
los pórticos erguidos,
los corvos canalones,
las remisas fachadas,
Cuántas veces, ¡Ay!,
hemos rondado en callejuelas y sombras
hurgando en el cansancio de los siglos,
aferrando con alma y dedos
los ojos del Camino
Decididos a desayunar en Navarrete
El camino asciende levemente entre viñas, a unos dos kilómetros antes de Navarrete un estrecho sendero de tierra dirige nuestros pasos entre miles de pequeñas cruces que los peregrinos improvisan con un par de palitos (vástagos de cepas principalmente) colocados entre las mallas metálicas que acotan este trecho de El Camino de la autovía. Sobre las 09:30 llegamos a Navarrete, habíamos completados nuestros primeros trece kilómetros de esta primera etapa y merecíamos un descanso que hicimos a la vez que nos desayunábamos un buen bocadillo de tortilla de patatas con generosa taza de café con leche. Tras este descanso emprendimos nuevamente la marcha y ya no paramos hasta llegar a Nájera poco más de 15 km. adelante. El Camino desde Navarrete a Nájera discurre por terreno variado con algunas pendientes fuertes que no se hacen sentir por lo agradable del trecho pero especialmente incómodos los 5 últimos km. que son en bajada por terreno pedregoso con algunos trechos de impacto visual muy desagradable: escombros, chatarra, basura,… ¡Deberían cuidar estas apariencias los responsables de El Camino de Santiago! La sed y el dolor que empiezo a notar en los pies me dan alas, así que me adelanto un poco y sediento llego a Nájera a las 13:00, inmediatamente compro una botella de agua y tendido sobre la acera en la calle, junto a otros peregrinos doy buena cuenta de ella.
Nájera, real villa de reyes y corte del reino Pamplona-Nájera en tiempo del rey Don García, fue etapa del Camino a partir del año 1030, en que Sancho el Grande decide desviar el itinerario de los peregrinos. Su hijo García IV mandó después edificar el Monasterio de Santa María la Real y un albergue fijando así, definitivamente, su carácter de ciudad de peregrinación. El Monasterio, un templo gótico edificado sobre otro anterior a principios del siglo XV, acoge el claustro y el sepulcro de Doña Blanca, el de Diego López de Haro, así como el panteón de los Reyes y el Coro, obras maestras de su época.
Nájera. Un contratiempo tras otro
Repuesto de la sed, aún me queda atravesar toda la ciudad y cruzar el puente sobre el río Najerilla para llegar hasta el albergue municipal situado junto al río, con la desagradable sorpresa de que está cerrado; un cartel anuncia que el albergue permanece cerrado por desinfección, es domingo y todos los hoteles y hostales de la ciudad están completos según nos informa muy amablemente, tras hacer varias llamadas de teléfono, la señorita que atiende en la oficina de turismo. Hasta esta oficina de turismo me llevó, junto a una chica del grupo de italianos en su propio coche con una amabilidad e interés poco común en la mayoría de las personas, Benito (a la postre primo de Marta, la alcaldesa de Nájera que esos días andaba de vacaciones). El Sr. Benito pasaba con su esposa cerca del albergue municipal cuando me dirigí a él para solicitarle información al respecto. Se ofreció a ayudarnos desde el primer momento, nos vio cansados tras más de 28 km de marcha y el próximo pueblo a más de 6 km. en una tarde calurosa que paradójicamente, además, anunciaba lluvia. El primo de la alcaldesa nos llevó a la oficina de información que estaba a punto de cerrar, desde el teléfono de la oficina de información peleó con ahínco y mostró su indignación y contrariedad por esta situación pues estimaba que efectivamente el albergue necesita ser fumigado pero Nájera es una gran ciudad del Camino de Santiago y no puede dejar de ser hospitalaria con los peregrinos y alternativas tiene: un polideportivo, un pabellón multiusos, incluso en la propia oficina de información existen 40 camas para albergue que estaban vacías. Finalmente el bueno de Benito nos lleva al párroco de la iglesia de la Santa Cruz, muy cerca de la oficina de información donde estábamos y de su propia casa donde nos hubiera dado albergue el mismo de no ser tantos, sumábamos 12 entre los 9 italianos y los 3 españoles. Son las tres de la tarde y Don Rafael el párroco está almorzando, nos atiende por el telefonillo y bastante contrariado accede a darnos albergue pero a partir de las nueve de la noche y siempre que fuéramos duchados, así pues nos aconsejó ir a la piscina.
Nos despedimos del grupo de italianos hasta las 21:00 horas en que iríamos juntos a la parroquia de la Santa Cruz y cruzando el puente por tercera o cuarta vez ese día nos fuimos a la piscina. Al llegar en la entrada nos dicen que la entrada para acceder al recinto se saca en el ayuntamiento –ejem es domingo-, expliqué a la señora que está al cargo de la entrada que a consecuencia de estar el albergue municipal cerrado llevábamos más de dos horas dando vueltas por Nájera, que estábamos cansados, que algunos teníamos ampollas en los pies y que con mucho gusto le pagamos las entradas pero que no nos obligue a seguir caminando, la buena mujer nos permite el acceso y se niega a cobrar el 1,50 de la entrada. Descansamos en la sombra sobre la hierba, nos aseamos un poco y casi a las 16:00 nos sentamos en la terraza del restaurante de la piscina donde comemos algo ligero y charlamos con otros comensales del lugar que ya cuentan habían hecho el Camino unos años antes y viendo mis ampollas y las de Pilar nos aconsejan pincharlas con una aguja, poner Betadine y dejar un hilo para que drenen. Con estas personas comentamos en hecho de que el párroco solo nos recibirá a partir de las nueve y justo se había puesto a llover, así que las previsiones de descansar sobre la hierba se fueron al traste; estas personas nos presentaron a una mujer que suele alojar en su casa a peregrinos y nos la presenta. La buena mujer, Mili, tras acomodarnos en un cuarto de su casa muy cerca de la piscina nos ofrece zumo, nos lava la ropa, nos ofrece ayuda para las ampollas y sobre todo nos proporciona mucha conversación, demasiada conversación para unos cansados peregrinos. Sobre las 21:00 bajamos a la avenida junto a la ribera del Najerilla, picamos algo para cenar y subimos para dormir. Mili había salido de marcha con sus amigos y no hizo ruido al regresar a casa.
Imágenes cedidas por www.enlabuhardilla.com