Selección de poemas del Grupo Alaire

POÉTICA ALAIRE

Visiones distintas de un mismo pensamiento, razones que resbalan por cada una de las voces que componen el puzzle de “Alaire”.

La poesía nos une y a la vez nos separa, nos zarandea en diferentes direcciones para hacernos llegar a un mismo punto.
La búsqueda, por el puro placer de buscar, el solo encuentro de una nueva gruta donde asentar los pies de la imaginación.
Poetas que desean recorrer ese camino, tal vez para mirar atrás… y descubrirse.

Incluso sacados de su contexto, los versos hablan y sujetan el eco de una vida…

-(Puedo ver el suicidio en la marea
y el tránsito del mundo que infecta los cordeles.)

Benjamín León
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-(En la matriz del luto
se engendra una nación sin herederos)

Sara Castelar
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(Diría que regresa la chispa de la piel,
los labios humedal de un beso ecosistema,)

Rafael Calle

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– (Nada de lo que somos es sagrado en nosotros,
se consume en lo breve de la entrega y las horas.)

Alonso de Molina

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-(La fusión del espíritu
descompone los huesos y disuelve las carnes,
luego se templa en un tumor de piedra)

José Juan Martínez Ferreiro

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POEMAS

LAS FURIAS (Benjamín León)

El litio en las acequias de la furia yergue su espada:
ciudades en incendio
y campos que agonizan en la noche.
Mi rostro yace en furia, mi corazón se agota,
suenan los pájaros sin luz y escampa el aire.
Puedo rogar misericordia o pan,
fundir entre las vértebras el miedo,
abrir la desnudez como las manos de un mendigo
que insiste en sus heridas.
Puedo ver el suicidio en la marea
y el tránsito del mundo que infecta los cordeles.
Esto es el frío y la tardanza, la hiel hirviendo en minerales,
la rápida extensión de la escasez,
la venda y lo senil en cada hueso.

PRELUDIO DE LA SOMBRA (Sara Castelar)

A los muertos del mar

Hay una oscuridad que avanza
y se enquista en los ojos
como un dardo de ébano,
el alfabeto no conoce lápidas
de los muertos del mar
ni el racimo de nombres que fermentan
en donde nadie escucha.

Hablo para la herida húmeda
de aquella negra meretriz
de la trastierra
y sus hijos oscuros,
tan largamente muertos.

Las esposas del aire deshacen sus pañuelos
sobre los arrecifes,
a las orillas turbias
de un mar que en su vergüenza
se arrodilla
para besar sus pies.

Somos anatomía helada,
los gurús del silencio en fila rigurosa
a las puertas del pudridero,
llevamos en las uñas
goteras de cal viva
y el lodo de la desmemoria.

En la matriz del luto
se engendra una nación sin herederos
y la vida se estrecha
como un voraz preludio de la sombra.

EL DESTINO DEL AGUA (Rafael Calle)

Por tu pelo se enreda la distancia del tacto,
estilo sugerente de un bosque de azabaches,
presidio de las hebras que cautivan la sombra del lápiz ya sin punta,
grafito temeroso y oscilante,
que viene de escribir una historia del ansia.

Regresas del cariño nuclear,
del gen de la caricia que se mudó temprano;
regresas de vivir la adversidad en los dedos ausentes
y lloras la consciencia de las manos en celo.
Regresas tú y la semilla canta.

Diría que regresa la chispa de la piel,
los labios humedal de un beso ecosistema,
la ciencia del latido comparado
al arte de sentir los dos a un tiempo.
Diría que regresa el destino del agua.

HISTORIAS DE CUALQUIER OTOÑO II (Alonso de Molina)

“¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer?
Saldré a toda prisa como estoy, y andaré por la calle
con el pelo suelto, así. ¿Qué vamos a hacer mañana?
¿Qué vamos a hacer jamás?”

T. S. Eliot. La tierra baldía (131-134)

Un universo frágil
se extiende en las paredes buscando su destino,
como si de menguar en la naturaleza
las ciudades se urdieran mártires y verdugos.

Solo la brevedad es tan cierta que duele.
Nada de lo que somos es sagrado en nosotros,
se consume en lo breve de la entrega y las horas.

Un día el viento llegará sin advertencias
destruyendo la savia sus íntimos caudales
e imprimirá su llanto, en tanto displicente
una vela prendida ungirá sal al mundo
y cambiarán los ojos que perciben la tierra.

De la tierra baldía nos hemos resignado
a sus desérticos eriales;
hemos construido un universo
de infructuosos principios que no admiten la entrega
ni soportan la gélida gula de la indigencia;
siendo lujuria y sed olvidamos a Dios,
sin querer otro dios, sin pretender ser dios,
sin respetar a Dios;
y no hay perdón ni agua que redima el olvido
e inunde la memoria de paz justicia y libertad.

El universo es prenda y fianza, rehén convicto,
rémora sin escritos que preserven al hombre
del hosco escupitajo del rencor;

más allá de los mares, la redondez del orbe
se nutre de la espuma que besa el infinito,
para aplacar al hombre y fabricar promesas
que puedan conciliar la fría búsqueda
de los inexplorados diamantes del destino
(disimulados en los frágiles, agrietados valores del hombre)
con las breves paredes del universo;

en tanto habla el desierto,
yo escribiré mis últimas excusas .

LAS NORMAS DE LA GLORIA (J.J.M. Ferreiro)

Es una norma de la gloria
la invasión encendida de los cuerpos.
La fusión del espíritu
descompone los huesos y disuelve las carnes,
luego se templa en un tumor de piedra.

Son nuestros ojos la ventana
donde una luminaria enardece los signos
y el sueño del sentir no tocado.

Levantar el palacio de los cuerpos.

Toda la cifra del aroma.

Todas sus alas materiales:

arquitecturas del deseo,

allí donde arde un jardín penitente en sus flores,
la mística del cuerpo devorado:
en su espina dorsal está el misterio
―el escualo se asienta en un relámpago de agua.

HUMANAMENTE PÁJARO (Luis Oroz)

Conocerás el destino
y crecerá tu voz al acercarse la noche
y al ir sabiendo que la vida es
una inmensa, profunda compañía.

Antonio Gamoneda

Humanamente pájaro,
extendiendo las alas de septiembre
para alcanzar su voz,
-como se alcanza el humo en un fuego de esperas-
asciendo la corriente de aire cálido
que sostiene su peso sobre el mundo.

Hay una rama negra que cimbrea
al escribir “amigo”
bajo el árbol helado del silencio.

Los años, como adverbios de tiempo suspendido,
han formado su nido en la copa nocturna
de las irrealidades
y desmembran “ahoras” y “mañanas”
en la hambrienta garganta del pasado.

La pena es el fracaso de la imaginación.

Y yo sigo en el aire
aprendiendo el dialecto de los muertos,
a pesar de saber que estoy cayendo
en la más absoluta compañía.