“Travesía” de Julio Piñones, compleja andadura del poema

Julio Piñones
Julio Piñones

La presentación del libro de poemas “Travesía”, de Julio Piñones, representa el inicio de una travesía que ya no se circunscribe solamente a las temáticas del propio libro; sino que también significa el punto de partida para la Editorial Universidad de La Serena, puesto que éste resulta ser el primer libro de poesía de la editorial de ésta casa de estudios Chilena. Lo anterior, adquiere mayor relevancia cuando vemos el nacimiento de una editorial en una tierra semidesértica que cada vez resulta más alejada de los céntricos focos literarios y donde las posibilidades editoriales son mínimas. Por ello, es doblemente oportuno el título “Travesía” , para el quinto libro de poemas de Julio Piñones, Doctor en Filología Hispánica, profesor de Teoría y Estética Literarias, y Literatura Española de la Universidad de La Serena.

En “Travesía”, nos hallamos primeramente con esa búsqueda del poeta con lo esencial de su propio oficio, la desnudez del hombre ante la palabra poética. Hay una búsqueda del lenguaje preciso en la exposición de los rasgos elementales de la construcción del texto, lo que recuerda las palabras de Octavio Paz señalando que la moral del escritor no está en sus temas ni en sus propósitos, sino en su conducta frente al lenguaje. Sin embargo, esta búsqueda del lenguaje, de la exactitud léxica, se ve acompañada por otros referentes que dan cuenta de la labor de “orfebrería” que el autor realiza sobre su trabajo; otros aspectos de tipo fónico y rítmico, en algunos casos con una cuidada métrica, inciden en el tratamiento del tema de una forma implícita y se conjugan con los aspectos semánticos de cada poema, totalizando esta travesía hacía el hallazgo de un lenguaje poético.

travesia_02“Travesía”, dividido en cuatro apartados, da inicio con la primera sección, “Orfebrería”, que presenta cinco poemas que nos acercan a la creación poética en sí misma. Existe un metadiscurso poético, que procura el lenguaje desde el primer poema, “Escritura”, donde el trabajo creador supone necesariamente del reconocimiento del lector: “Porque las vías del poema son múltiples/ y el lector construye sus vías”, señala oportunamente el texto, iniciándonos en esas vías de lector ante el poema. Por otra parte, desde la distribución espacial del texto, logro que resulta habitual en el libro y que posibilita un ritmo pausado en la lectura, hallamos distintos recursos estilísticos de gran efectividad que propenden hacia la claridad o al énfasis en el discurso. Además, y en concordancia con las múltiples vías hacia el poema, está la conciencia del conocimiento que debe tener el poeta sobre los recursos del oficio a la hora de hallarse bajo condición creadora: “pero el oficio de orfebre consiste/ en trabajar con todos los materiales”, indica en el crepúsculo del primer poema, “Escritura”. Cada enunciado remite a la poesía, a su capacidad creativa y expresiva, a su luminaria develadora de misterios. En toda la primera sección, “Orfebrería”, hay un tratamiento del sustantivo y el verbo por sobre el adjetivo, y una demostración sucesiva del trabajo de la palabra poética y de sus elementos con un final estético: “Hay que harnear los elementos./ Hay que abonar surcos quemar borradores”. La concordancia de la forma con el fondo en toda la primera sección del libro, engendra una visión magistral del oficio creador y de la responsabilidad sobre el propio texto.

La segunda sección, “Personajes”, da cuenta de una serie de situaciones y protagonistas de la cotidianeidad que se constituyen en la experiencia diaria del hablante, quien apela al lector sobre las acciones de éstos en cuanto a aquel. En este sentido, existe una poesía que se centra en los ejes habituales del poeta, donde subsiste en un contexto ajeno al oficio, y que finalmente habla de las circunstancias del hombre, hombre – poeta, en el medio. Por otro lado, hallamos en esta segunda sección el uso de un lenguaje poético más adherido a referentes cotidianos, con cierto aire coloquial, pero con la crudeza del enfrentamiento que se vive a diario con el sistema. Piñones realiza una descripción sincera sobre la incertidumbre financiera y la repercusión de ésta. Habla sobre las máscaras de aquellos que nos rodean habitualmente y que se transforman en el veneno amenazador de la productividad literaria o incluso laboral, y cómo es que existe un disfraz sobre estos “personajes” existentes en la vida de cada sujeto; sin embargo, no resulta desesperanzador, más bien el discurso poético anima a no adormecerse y a la continuidad. El leve tono irónico, en este caso, resulta una pieza importante en la reflexión social que realiza, lo que además se ve intensificado con ciertos elementos negativos que se potencian con una correlación de términos y con el uso de la anáfora, como ocurre en el poema “Avatares”: “De la basura se alimentan los cóndores/ De la basura se alimenta alguna gente”.

portada travesia de Julio Piñones
portada travesia de Julio Piñones

La tercera sección de esta travesía poética de Julio Piñones, “Espejos cóncavos”, reúne cuatro poemas donde el hablante se acerca a lo íntimo y al desarrollo de la relación de pareja, con sus altos y bajos ante lo rutinario, el desgaste, lo memorial, y la pérdida de la unidad que sólo se conserva en presencia física . Existe una suerte de degradación del amor que se va generando a medida que se avanza por los poemas de este apartado, se contempla “la partida de los mejores tiempos”, esa fatiga del amor que pronto se vuelve costumbre y rechazo.

Parte importante de la tercera sección de “Travesía”, guarda una relación con elementos del fastidio; el hablante nombra los lugares antiguos del amor que han ido extraviándose en los años y que hoy son mesa de la rutina, pese a la búsqueda y a la continuidad que intenta la readecuación: “Reunir antecedentes que demuestren/ cuán querida has sido. Destacar los placeres/ disfrutados en los primeros años” señala con dolor y profundidad a medida que utiliza certeros y breves versos. Pese a lo aparentemente normal de ésta pérdida del amor, hay un no renunciar a ese estado, un querer vencer lo que aletarga la vitalidad de las relaciones mediante la valoración de lo anteriormente amado y de los sacrificios para lograr lo que se tiene en la actualidad. En este sentido, el discurso transcurre bajo una suerte de brumosidad emotiva, que se desliza en todo el trayecto de reflexión que “Espejos cóncavos” ofrece. Por otro lado, la utilización de un léxico relacionado con lo hogareño, permite cierto clima de familiaridad con los quehaceres diarios, pero ya sin la sorpresa del inicio, sino con esa seguridad de la relación consumada, que es la misma seguridad que suele ser la causa del descuido.

La sección cuarta y final de esta travesía del poema, nos remonta a la tierra, al lugar del hablante, a la desértica zona de Atacama de Chile, y a la riqueza de su tierra seca, de sus pocos montes, de su estrellada soledad. Julio Piñones logra atar en su discurso poético una oda a las alturas cordilleranas donde el léxico ya no se basa en lo cotidiano, como en las secciones anteriores, sino que esta vez da paso a una extracción de palabras que deben su riqueza semántica a la aridez de Atacama. Es así como en su poema “Desierto” ofrece la posibilidad de futuro tras la estéril zona: “Algo de sus voces trae el viento/ algo de su olor a piel de puma./ El yaraví de la quena/ absurdo peregrino/ será el último sobreviviente”. Pero tras lo estético y semántico de su visión de la tierra, está el caudal histórico que hay tras los kilómetros de sequedad; por ello resulta muy destacable la conclusión del libro, su último poema “Cementerio en el desierto” donde nos recuerda la función social que tiene el arte, el poema, la función de sensibilizar y rememorar o acercarnos a las raíces de lo propio. Piñones se acerca a la riqueza salitrera de otros tiempos que hoy se conservan en la memoria histórica y bajo kilómetros de la esterilidad desértica de Atacama. Es en la etapa final de “Travesía” que la función social adquiere más fuerza y logra lo señalado por el filósofo alemán Walter Benjamin: “Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica está consagrada a la memoria de los que no tienen nombre”, y cómo no si el poema que concluye el libro nos lleva a la soledad de los muertos del desierto: “bajo las arenas/ de un cementerio en el desierto/ parientes y amistades conversan/ para abreviar la noche…”. Así, tras este conmovedor final, concluye la “Travesía” por donde este reciente libro nos conduce.

En “Travesía” de Julio Piñones, tenemos un libro donde el disfrute estético ofrece variados matices, donde hay madurez y rigurosidad poética, donde hay riqueza de recursos y un espléndido uso del lenguaje como muestra de la poesía que inicia su viaje y que se forma en la riqueza geográfica de la zona nortina y mineral de Chile.

Benjamín León