En ciertas drogas como el cannabis la alta tolerancia social disminuye la percepción de riesgos asociados al consumo de drogas y relativiza sus consecuencias presentándose al mercado como la droga de inicio de preferencia junto al alcohol y al tabaco.
Esta percepción social es fruto de un contexto más amplio donde se generan creencias que se incorporan en la ideología de los adolescentes, que es la población diana por excelencia, sin cues- tionamientos. Para conseguir los efectos deseados son “instruídos” por el grupo de amigos y conocidos, en los colegios y a través de la herramienta tecnológica de su época: internet.
Las conclusiones de 5 estudios referentes al papel del cannabis como factor de riesgo de la esquizofrenia o de otras psicosis (British Journal of Psychiatry .2004) son que a nivel individual, el consumo de cannabis multiplica por dos el riesgo de padecer esquizofrenia y en población general, si se eliminara el consumo de porros, el número de pacientes con esquizofrenia se reduciría en un 8%.
El aumento del número de trastornos mentales relacionados con el consumo de cannabis puede deberse a la mayor pureza con que se comercializa actualmente, la mayor concentración de THC o incluso el tratamiento transgénico. Sin embargo no es necesario referir su participación en los procesos esquizofrénicos porque por sí misma produce deterioro en muchas áreas. Los efectos de la marihuana son embriaguez aguda, sedación, hipotermia, euforia o disforia, risa inapropiada, sensibilidad a los estímulos externos, distorsión del tiempo y aumento del apetito. También produce debilidad muscular con dificultad de coordinación y velocidad al conducir maquinarias y disminución de la capacidad de atención y concentración lo cual afecta el rendimiento laboral y escolar.
Los trastornos del juicio, de la cognición y de la memoria a corto y largo plazo, la di- ficultad para mantener una conversación coherente, el deterioro en la habilidad para expresar ideas complejas, la disminución en la capacidad mental, aprendizaje, comprensión y aptitudes verbales provocan el doble de fracasos escolares que los no consumidores. A nivel anímico produce síndrome de desmotivación, con fatiga, depresión, apa- tía, falta de preocupación por el futuro, descuido de la higiene y la alimentación, hábitos irregulares de sueño, ansiedad y alteraciones de la personalidad.
La marihuana, como describen muchas investigaciones, también es causa de muerte. Desde los accidentes de tráfico hasta el coma-etílico producido por consumirla conjuntamente con alcohol, ya que la marihuana inhibe el vómito, que es la defensa del organismo frente a una ingesta excesiva de alcohol.
El riesgo asociado en relación al cannabis es su uso como “puerta de entrada” a otras drogas, ya que su tolerancia es predictora de otras adicciones. Sin embargo la marihuana no es inocua, sino una sustancia cuyo abuso puede tener repercusiones en la salud física con trastornos pulmonares y cáncer en fumadores crónicos y especialmente en la mental, con consecuencias mayores cuando el consumo se realiza durante la adolescencia, cuando el cerebro, aún en desarrollo, puede ser más susceptible a sus efectos.
Si bien el síndrome de abstinencia es muy bajo por la liberación lenta del THC el uso crónico de marihuana puede generar di- ficultad para detener el consumo por una marcada apetencia más que por la necesidad de disminuir los síntomas displacenteros de la abstinencia. El tratamiento requiere deshabituación, reestructuración de las áreas familiares, escolares, laborales y sociales y recuperación de la actividad cognoscitiva deteriorada.
Texto :
Marta Cittadini.
Psicóloga. Clínica Capistrano.