“Lo que más me atormenta del lenguaje…Es que no sea suficiente…
Y lo que más me angustia de la escritura es que no te describa.
Eres una mujer difícil…
una mujer que no ha sido escrita…”
Nizar Qabbani
Con estas palabras del poeta sirio Nizar Qabbani quiero tratar de aproximarme a una mujer, que muy posiblemente sea indefinible, casi tanto como lo es la esencia de los versos, la poesía misma…Maram Al Masri, que nació en Latakia, Siria, lleva desde Paris, varias décadas, dejando constancia de su particular forma de ver la poesía, consagrada a labores de traducción y al propio desarrollo de su obra. Esta exploradora de la literatura y de sus formas de convivencia con la belleza de lo cotidiano, realizó estudios de Literatura Inglesa en Damasco y en la actualidad está íntegramente dedicada al mundo de las letras. Cuenta en su haber con varias publicaciones de poesía que en España han tenido una gran aceptación, para tratarse de un género tan poco concurrido entre los gustos lectores; Te amenazo con una paloma blanca, publicado en Damasco en 1984, así como en los siguientes ya publicados en España en la colección Lancelot, Murcia, Cereza roja sobre losas blancas, 2003, por el que obtuvo el Premio Adonis del Foro Cultural Libanés a la mejor creación árabe en 1998, o Te miro en 2005, que cuenta con un prólogo de Luis Alberto de Cuenca donde podemos descubrir claves que nos acercan mucho al verdadero corazón de la obra de esta interesantísima poeta siria:
“La poesía de Maram Al-Masri es engañosamente sencilla…Puede parecer de fácil acceso a cualquier tipo de lector, pero muy pocos son capaces de penetrar en el tejido sutilísimo de la tradición que subyace a cada verso de Maram, donde con- fluyen la tradición poética de la poesía árabe de raíces preislámicas, tan ligada al eterno tema del amor, con sus inevitables derivaciones a la sensualidad y al erotismo, y la tradición lírica de la modernidad europea, que busca en la irracionalidad y en el sueño la razón de ser de lo humano.”
En estas líneas que tan bien definen las raíces de la obra de Al Masri, encontramos claves muy importantes para poder llegar a comprender en su totalidad el valor, no sólo literario que contienen sus textos, sino también la riqueza cultural que aportan estos versos tan absolutamente plenos de espiritualidad y de profunda introspección en los elementos fundamentales del concepto amoroso y su proyección a todos niveles en el ser humano. La influencia preislámica, de gran notoriedad en toda su obra, sabe coexistir con gran pericia junto a los entornos más modernos de la poesía europea y su contexto cultural, lo que demuestra una gran habilidad, ya que hablamos de poesía actualísima que sin embargo no deja de pasar por los bastiones típicos de la antigua poesía yâhilí, curiosa denominación por otra parte, ya que en árabe se denomina así a todo lo precoránico y que viene a significar poesía de la ignorancia, o la poesía que se hizo cuando se ignoraba el Corán, donde encontramos poetas como, Imru’ al-Qais ibn Huyur al-Kindî, Zuhair ibn Abî Sulmà al-Muzanî o Lailà al-‘Afîfa bint Lukaiz, todos ellos caracterizados por una sencillez llena de matices. Sin dejar atrás la influencia de la poesía árabe actual, encabezada por el recientemente desaparecido Darwish, el ya mencionado Nizar Qabbni o Adonis, uno de los más importantes poetas árabes vivos, que dijera de ella estar en deuda con sus versos, o la poesía árabe femenina actual de Inaya Yaber o Nada El Haye, entre otras. Todo un abanico de autores enraizados en una cultura valiosísima poéticamente y que se asienta en pilares muy sólidos ya desde su propia definición lingüística , teniendo en cuenta que en árabe, la poesía no es una “confección” (poiesis) formal, sino un conocer o sentir (shi‘r), fondo, percepción afectiva: “una cosa que se agita en nuestro pecho y que nuestros labios pro- fieren” y que esta concepción está asumida e interiorizada de forma innata en los poetas árabes a pesar de los intentos de Ibn Jaldûn por recoger un concepto más centrado en las formas que en fondo: “Poesía es la expresión basada en metáforas y descripciones, ajustada a un ritmo y rima, con versos mutuamente independientes en contenido y sentido, siguiendo los métodos usados por los árabes.” Aunque Maram siempre ha declarado que ella escribe para conocer sus secretos, que la escritura es un acto de libertad absoluta y que aunque existen todos estos precedentes en la poesía árabe, “la mujer siempre ha tenido cuerpo y deseo”, por lo tanto su obra es básicamente el resultado de sus propias experiencias y su forma de mirar la vida con los grandes ojos de la poesía.
Resulta curioso observar cómo esta poesía de origen árabe se sigue sustentando en los aspectos positivos de la existencia, también en la poesía escrita por mujeres, la idea central siempre es la vida, todos sus recodos y es a partir de este elemento vital desde el cual se va construyendo ese universo poético donde la sensualidad, el erotismo y la feminidad conviven de forma innata con todas las realidades del mundo, sus miserias y sus gozos, mientras que la poesía occidental femenina que más auge ha adquirido en los últimos tiempos, encabezada por figuras ya emblemáticas como podrían ser Alejandra Pizarnik o Sylvia Plath, se sustentan en elementos totalmente contrarios, fluyendo el universo poético de una idea más asociada a la muerte y a los elementos trágicos de la condición humana en su convivencia con la sociedad, la naturaleza y las sensaciones en general. Se podría decir que el grito cambia de dirección, pero no deja de ser una llamada de atención a la observancia del fondo de las emociones humanas y que sus contenidos tienen un efecto muy similar de impacto en el lector.
La poesía de Maram Al Masri tiende de forma clara hacia la imagen, ya desde sus títulos se adivina una intención visual para destacar el concepto que pretende desarrollar, como si fuera un fogonazo directo y comprensible por cualquier lector, ya es meritorio conseguir la exacta definición de todo una obra en tan sólo una línea; Te amenaz o con una paloma blanca, un título muy significativo en el contexto que este libro sale a la luz, su Siria natal, de la que ella dijera:
“Siria ha entrado en una complicada y difí- cil espiral de integrismo y prohibición, desde que los musulmanes se han hecho con el poder y deciden todo bajo el prisma único de su particular lectura del Corán. Mi Corán no es el mismo que el suyo. Y mi país ahora no es el que yo conocí y tanto amé cuando era niña o joven e iba a bailar y se podía vestir libremente. Leer lo que cada cual quisiera. Y ser de verdad libre.”
O su segundo libro, Cereza roja sobre losas blancas, donde la imagen, tan absolutamente sensual y sugerente nos introduce en un universo femenino, donde la mujer asume todos los roles posibles en la sociedad actual, desde la amante esposa sometida hasta la más liberal, pasando por los recuerdos de la que también fuera niña en un tiempo. Un libro completísimo donde, en la rigurosa brevedad y sencillez que caracteriza su obra, casi podríamos reconocer un estudio sociológico acerca de la condición de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad actual, sin omitir la parte emocional más básica que de- fine la condición femenina universalmente. Todos sus libros están publicados en edición bilingüe, jamás ha descartado el árabe en su obra, a pesar de que sus libros están prohibidos en su país de origen, de hecho, sus raíces como poeta mujer siria han marcado un precedente para muchas otras mujeres, árabes o no, que ven en ella un estandarte de la libertad de expresión y el derecho a la igualdad.
Está claro que la visión poética de esta autora es la de quien ha asumido la poesía en su observancia diaria del mundo y de esa forma natural fluye hacia los cauces del poema, que por otra parte suele ser siempre corto y directo en su forma, ya que no necesita de ornamentos para destacar el concepto en el que quiere centrar la atención, hablamos de una poesía casi conceptual donde cada lector percibe desde su propia óptica la visión poética. En los versos de Maram no se pueden hacer divisiones entre el universo poético y el sencillo y material mundo en que vivimos, si no que ambos son el hábitat donde la poesía está en continuo movimiento y fase de captura, como si de un objetivo fotográfico se tratara o de un sencillo espejo con la capacidad esencial de devolver la mirada desafiante de una mujer capaz de apelar con la palabra a, muy posiblemente, un sexto sentido:
Me gusta pensar que soy como un espejo que refleja el pensamiento y la inspiración, los secretos escondidos y manifiestos que habitan dentro de mí. Dejo que la poesía me use, que use mis ojos, mis sentidos, mi memoria, mi experiencia, mi historia y que con mi ayuda ocupe el puesto que ella misma desea.
Texto:
Sara Castelar Lorca.