Cada distancia tiene su silencio.
Antonio Gamoneda.
PERSONAE (Bocetos I)
La palabra que envenenó mi boca
fue la tuya: cada distancia tiene su silencio.
Quizá no fuera «adiós» la palabra precisa; quizá no fue razón de amor.
Quizá no era «ternura» la palabra que envenenó mi boca.
Mas cuando diciembre reclina la cabeza
bajo un sombrero cónico y pequeño,
sé que no existe ningún vacío que tu ausencia no colme.
La palabra que envenenó mi boca
fue la tuya, allí, en el silencio.
Y no había sacado tres veces seis, ni mi destino,
pasaría de nuevo por la misma casilla.
No era la cárcel -decías-
sino, decías, la habitación del duende
que lanzaba sus hechizos a luna.
La palabra que envenenó mi boca fue la tuya
(y tu brindis).
Mío el tablero, y el cubilete, y las fichas;
el dado, la sombra, y el sonido del hielo contra el vaso.
Y aún estaba en pie Manhattan.
y no había bajo todos los cielos este olor a ceniza.
-sólo ausencias e incertidumbres; y nos quedaba tiempo-.
Lento éxtasis, aullido atávico de lobos;
se desalaba tu océano al caer las estrellas: agua dulce para mi sed, amor.
Para mi sed agua, y luz para la sala límpida y blanca, aquella que fuera
nuestra: se llena de azucenas y lirios que tus manos alguna vez
sembraron en mí, en mí
y en medio de la noche.
Y en medio de la noche (ay, oscuridad carente de sentido):
yo, tu tierra prometida,
yo, que me transformo en jardín de tus divagaciones cuando me abrazas;
yo, que si te nombro, eres;
eres cuando ellas caen (lento es el éxtasis, amor) sobre la tierra.
En la declinación de todos los verbos, enmudeces
(la vida es una soledad poblada de palabras)
y se hiela el aullido del lobo en medio de sus fauces:
viento del Norte, tú. Viento mi boca. Lento, qué lento el éxtasis.
Blanca Sandino.
Poeta y escritora.