Pintura y poesía una historia de amor

Esta relación de amor entre las dos artes es muy antigua, así pues, ya nos decía Horacio (65 a.C.-8 a.C., poeta); “Una pintura es un poema sin palabras” , pero, claro, Horacio era poeta.

Tiempo más tarde, Leonardo da Vinci (1452-1519), pintor e inventor, dándo una vuelta de tuerca al tema, decía ; “La pintura es poesía muda, la poesía pintura ciega” . Uniendo en su frase ambas artes. Pero, decantandose por la pintura, diría; “La pintura tiene un objeto más digno que la poesía, y da a las figuras de las obras naturales con más verdad que el poeta (…) Es mucho más digno, por tanto”. Evidentemente, Leonardo era pintor.

Los poetas chinos de las dinastías Song y Tang, creían que la pintura tenía algo de poesía y la poesía algo de pintura, que entre ellas había una correspondencia,así, muchos, cultivaron ambas artes. Para ellos la pintura, la poesía, junto con la caligrafía y el laúd (Qin, Chin) eran considerados Arte mayor, por encima de la escultura, la arquitectura, el grabado y la música de instrumentos vulgares, que se consideraba Arte menor.

Asi, Kuo Hsi, pintor y ensayista de la dinastía Song del Norte escribió: “La poesía es una escritura sin forma; la pintura es una poesía con forma”.

Su Shi-Su Dongpo, escribió lo siguiente acerca de Wang Wei, poeta, pintor y calígrafo de la dinastía Tang: “En cada poema de Wang Wei hay una pintura y en cada pintura un poema”.

Algo así, de esa correspondencia entre pintura y poesía sucedería mucho más tarde con los árabes y persas.

En la Antigua grecia se denominaba Epictesis al nombre griego de un poema destinado a glosar, a reflejar, a recrear un cuadro valiéndose de la poesía.Y que evidencia la atención dispensada de los poetas hacia la pintura.

Cabe decir que el amor de los poetas por la pintura hizo de algunos ellos buenos críticos de arte, así muchos poetas la han practicado con mayor o menor asiduidad, y con ella han tratado, no de explicar la obra plástica, sino de crear en el público una disposición receptiva a la pintura. En el siglo XIX destacó Baudelaire, y ya en el siglo XX, para dar algunos ejemplos: Valéry, Max Jacob, Breton y, en España, lo hizo Juan Eduardo Cirlot.

Hay una fusión, en algunos casos, total y absoluta entre la pintura y la poesía, es el caso de los poetas-pintores o pintores-poetas, de ellos el más extraordinario sin duda es William Blake(Londres, 1757-1827) fue poeta, pintor y grabador. Blake veía estas dos disciplinas como dos medios de un esfuerzo espiritual unificado, y son inseparables para apreciar correctamente su trabajo. Aplicó su arte pictórico para ilustrar tanto composiciones propias como ajenas: el Paraíso perdido de Milton (una de sus obras favoritas), o Las noches, de Edward Young.

Otros poetas pintores fueron Miguel Angel, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Kandisnky, Klee, Rimbaud, Victor Hugo,etc…

Hay una simpatía mutua entre pintores y poetas a la largo de la historia, que ha permitido una colaboración de ambas artes, como en el caso de Blake, por ejemplo, un amigo conocido de muchos poetas fue Miró, al igual que otros artistas plásticos, había colaborado en libros de poetas con grabados o litografías, y los poetas, a su vez, presentaron con poemas o prosas sus exposiciones o redactaron textos para libros dedicados al gran artista catalán.También es el caso de Antoni Tàpies.

Muchos poetas han sentido admiración por la pintura en todos los tiempos, por ejemplo; Goethe y Rilke admirador de pintores españoles, como Goya y Velázquez e incluso amigo íntimo deZuluaga con el que mantenía correspondencia. Apollinaire, amigo personal y admirador de la obra Picasso.

No quiero extenderme más en relacionar estas dos artes, que para mí sin duda están relacionadas. Lo que pretendo es traeros a esta ventana a varios poetas conocidos que han escrito algunos poemas sobre cuadros de pintores famosos, acercar así poesía y  pintura. Hay cientos de poemas dedicados a cuadros, quizás además de esa unión citada anteriormente, se puede decir también que los cuadros son una buena fuente de inspiración para los poetas, ya sabéis todos como de negra es -a veces- esa musa que llamamos inspiración.

En este pequeño itinerario que os propongo de 5 poemas y 4 pinturas, he escogido  cuatro casos diferentes, para hacerlo si cabe más sugerente.

Para la primera parada de este itinerario he escogido a un poeta ilustre, Premio Nacional de poesía 1988, Premio Cervantes, 2006 y Premio Quijote 2009, y presidente de honor de nuestra Revista Alaire, Antonio Gamoneda. Su amor al arte le ha llevado a incluir la obra plástica de artistas entre algunos de sus libros de poesía, ha realizado trabajos con; Félix Cárdenas, Albert Agulló, Alvaro Delgado, Antoni Tàpies, Alvaro Sanjurjo, Amaya Bozal y Juan Carlos Mestre entre otros.En el ejemplo que he escogido versa sobre el cuadro Deux femmes nues enlacées de Pablo Picasso.

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DEUX FEMMES NUES ENLACÉES. PICASSO, 1906-ANTONIO GAMONEDA

La suciedad está
creciendo hacia la belleza.

Vez abajo: material
ciego, trágico, roído,
cuajo triste de toda
sangre de desecho;
lodos sin tumba, grumos
miserables, esputos
de multidud cobarde.

Mas la miseria tiene
una fuerza: el dolor.

Color de perro y llanto,
de abajo a arriba, nace
desnuda una mujer;
impura como el mundo,
de abajo a arriba, negra.
roja en los muslos, siempre
distinta a la esperanza.

Mas, de pronto, hay un gesto
de palona en el aire.
Oh, manos poderosas,
gracias por estos senos
humildes; ya dos pájaros
oscuros, dulces, cantan.

Más arriba, más alto,
vivos en la ternura,
los hombros temblarían
bajo un manto de música.

Más alto, más aún
-¡oh salvación !-, dorada,
una cabeza vive,
mira con ojos, piensa
dulcemente en el mundo.

Para la segunda parada de este singular itinerario pictórico-poético, he escogido una rareza, vamos a ver a un pintor que se inspira en un poema para construir su cuadro, algo muy inusual, pues en general es al revés.Los escogidos para el ejemplo son Charles Baudelaire (1821-1867) y René Magritte (1898-1967), el poema de Baudelaire y el cuadro comparten identico nombre La Giganta, en este caso el poema pertenece a las Flores del Mal de Baudelaire (1857) y el cuadro de Magritte está realizado en 1929, es algo muy poco común, se explica porque Magritte además de pintor era un enamorado de la poesía y admirador de Baudelaire.

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LA GIGANTA DE CHARLES BAUDELAIRE, 1857. RENE MAGRITTE. 1929

Cuando Naturaleza con su vigor intacto,

concebía a diario cachorros monstruosos,

junto a una gran giganta quisiera haber morado,

como al pie de una reina un gato voluptuoso.

Y ver cómo al unísono florecen su alma y cuerpo

y crecen entre juegos libres y pavorosos;

descubrir si una umbría llama alberga su pecho

por las húmedas nieblas que nadan en sus ojos;

recorrer a placer esas formas magníficas;

trepar por la ladera de su inmensa rodilla,

y a veces, en verano, cuando el sol aplastante

le obliga sobre el campo a tenderse cansada,

indolente a la sombra de sus pechos tumbarme,

como aldea apacible al pie de una montaña.

Para hacer el tercer paso del itinerario un poco más divertido, he elegido algo también novedoso dos visiones de dos poetas sobre un mismo cuadro; una Premio Nobel de Literatura 1996, Wislawa Szymborska (1923-2012) y el poeta Manuel Rivas Pastor (1957, La Coruña) escritor, poeta, ensayista y periodista contemporaneo que trabaja y publica en El país, nos versan sobre el famoso cuadro de Vermeer “La Lechera”.

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VERMEER. WISLAWA SZYMBORSKA.

Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintada
siga vertiendo día tras día

la leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo

LA LECHERA. MANUEL RIVAS PASTOR.

A Carmen, de Corpo Santo, que me crió

Hace siglos, madre, en Delf, ¿recuerdas?,
tú vertías la jarra en casa de Johannes
Vermeer, el pintor, el marido de Catharina Bolnes,
hija de la señora María Thins, aquella estirada,
que tenía otro hijo medio loco,
Willen, si mal no recuerdo,

 

el que deshonró a la pobre Mary Gerrits, la criada que ahora abre la puerta
para que entres tú, madre,
y te acerques a la mesa del rincón
y con la jarra derrames mariposas de luz
que el ganado de los tuyos apacentó
en los verdes y sombríos tapices de Delft.
La misma que yo soñé en el Rijksmuseum,
Johannes Vermeer encalará con leche
esas paredes, el latón, el cesto, el pan,
tus brazos,
aunque en la ficción en el cuadro
la fuente luminosa es la ventana.
La luz de Vermeer, ese enigma de siglos,
esa claridad inefable sacudida de las manos de Dios,
leche por ti ordeñada en el establo oscuro
a la hora de los murciélagos.

 

Por fin, para terminar este lúdico recorrido he escogido a un poeta poco conocido Antonio de Zayas-Fernández de Córdoba y Beaumont, duque de Amalfi (1871-1945), poeta modernista español que lucho contra el Academicismo y la retórica de su época y fue amigo personal de Antonio y Manuel Machado y de Juan Varela, escribió cuatro poemarios entre los que se incluye Retratos Antiguos, en los que hacia poesía sobre cuadros famosos. El cuadro escogido en este caso pertenece a Leonardo da Vinci y si bien hay otras poemas de cuadros de Leonardo más famosos o de cuadros más conocidos de él (por ejemplo La Gioconda), os propongo una diversión, para la cual recomiendo leer el poema y después mirar el cuadro y volver a leer el poema. (el cuadro está escondido  en el enlace). Sin dudas veréis que el poema parece una fotografía exacta del retrato.

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LUCRECIA CRIVELLI. (LEONARDO DA VINCI). ANTONIO ZAYAS.

Cual si fuese una toca, su cabeza
cubre en dos bandas dividido el pelo
y sus ojos vivísimos, recelo
dicen mirando con viril firmeza.

Las líneas de su rostro, la dureza
emulan del cincel de Donatello,
y un corpiño de obscuro terciopelo
su busto encuadra de gentil belleza.

Una fina cadena rutilante
lleva del cuello escultural pendiente
del firme seno a terminar delante;

y diadema de la sien luciente,
engarza un hilo de oro un diamante
astro en el cielo de su tersa frente.

 

Bueno, queridos amigos, ha sido un itinerario lúdico por la pintura y la poesía que sólo tenía a priori la intención de haberos entretenido, espero que os haya gustado.