WETLAND
Espero que mi cordura cubra el costo
para remover la mancha de mi amor.
(Damién Rice)
Una gota minúscula (lo llamarás deseo)
sobre el párpado oculto de mi frente. Ni esperanza
ni puerta de naufragio
(pero tú, laberinto, todo lo distorsionas y perjuras)
cae ciega, silenciándose cómo
palabra que no admite
lo que en verdad sabía del amor:
habrá que hacer un alto, rediseñar la flota de quimeras, aventurarse
al centro de la lágrima:
Tuya y falaz. Escrita a contrabando. Sucia. Sola.
Bastará con un soplo de cordura, o un desnudo poema de lamentos y otra gota
arraigada
a la mala costumbre de besar por la espalda replegará su hambre
para acechar los sueños (donde brotas desquicias
y reduces el ojo pueril de mi tormenta).Habrá que hacer un alto
en los ahogos, redelinear el mapa de ternuras , desconocer el puerto:
tu mutismo y mi llanto.
Salvarme restañando la evidencia.
Viví Massares
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EL CUERVO
Más tarde, sucedieron los desastres naturales.
Terremotos que dejaron inservible la escala de Richter
sacudieron el armazón de las últimas ciudades en vela,
donde hileras de voraces refugiados disputaban a tremendas fieras
las sobras de la catástrofe.
Por tanto,
aconteció el final de la hermosura con un hondo suspiro de besos atrofiados.
La última princesa reclinó su espléndida figura en un altar de escombros,
los héroes cargaron con sus cruces
y los malvados vieron la luz en un charco de sangre.
Cualquier amanecer tuvo su cuervo, su bestia negra sobre fondo azul,
su antítesis desagradable.
Subió a los cielos la belleza, ascendió en su ataúd, oro y marfil,
vaporosa como una inclinación al tedio, como una discusión finalizada,
y dejó en su lugar una franja de silencio,
un violento deseo de inmovilidad.
La fuerza universal de los acontecimientos volcó sobre el futuro
un número infinito de desgracias.
En todas sus vertientes, el vértigo sustituyó al equilibrio,
colosales caídas hicieron temblar los cimientos de las civilizaciones,
dios abandonó sus diferentes tronos con un rabioso movimiento herético,
rasgó la niebla un vigoroso estruendo y, de la nuda sombra,
surgieron mil volcanes que sepultaron siglos de memoria y arte.
Esteban Granado
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DE UN MOMENTO A OTRO
La vida, si te fijas,
es paulatinamente
un pensamiento incómodo;
ese ir y volver de un silencio heredado,
el lento alejamiento de un destino
por las ramas crecientes de los árboles.
La vida solo ocurre algunas veces,
el resto es otra cosa. Son borrachos de noche
que regresan hasta encontrar su almohada,
que tienen una lengua envejecida.
Me pregunto por ella,
esa orilla del mundo, que se acaba,
sobre las tapas duras de los libros.
Cada palabra chisca
como el viento sonámbulo del tiempo,
y es largo el recorrido de sus lunas,
y son largas las calles
al grito de sus pasos.
Miradas apretadas con las manos,
como aquel equilibrio
que se quedó encerrado,
buscando un equinoccio
por dentro de tu abrazo.
Manuel Sánchez
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TRES DE NOVIEMBRE
No digas tonterías,
te dije que la edad es un milagro,
no vengas con remilgos ni pienses que el ciempiés no quiere botas,
¿ prefieres ser licántropo en lunas tan vacías ?
Ahora… a los taitantos, te queda descubrir
que hay ojos de domingos, conejos con chistera,
chisteras con palomas, hormigas paseando
– si quieren –
barrigas de los novios jugando a las manitas,
luciernagas a oscuras y curas sin tonsura
-arriba-
en la cuneta que ajusta los cabellos.
¿ No ves que todo es magia ?
Por hoy, por un momento, por todos los segundos,
los siglos de los siglos… haz hueco a Peter Pan y
ven..
… donde Nunca Jamás entiende de bolillos y rocas en escorzo
(abur a Campanilla, es tonta y muy chismosa )
Lucas, es sólo una propuesta, dejemos que los dientes
se rían en los vasos que tienen las mesillas
que dícen son de noche y yo
pinto del día de hoy, tres de noviembre.
Concha Vidal
——–
POLICROMÍAS
Vino el alba. El vértigo
del cielo tornóse azul de Indias,
llamarada. Florecía el árbol del coral
en las aceras. Huía
un pájaro de súbito, de pluma fina.
El aire se regodeaba en la piel
y el equinoccio aventábase
en el ojo del corazón
como un tornado de jade. Salí.
Las calles ardían en vivo ensimismadas
en natural ausencia.
Nadie reparó en mí. Entré.
Desayunaban todos. Me sonreía
mi amor. Pero por las paredes,
de vanguardia cuadros,
se iban depositando las sombras
de la absurdidez. Cuán breve todo. Cuán cruel.
Sin embargo, cerré los ojos, y seguí.
Julio Bonal
——–
VOSOTROS, LOS DE ENTONCES
Vosotros, los de entonces, nunca sereis los mismos.
Ya no tenéis la chispa de los piratas del Caribe ni el aplomo de Bogart.
Y es que no basta haber tenido celos
de una Françoise Sagan con tristezas proustianas
ni haber hecho el amor de espaldas a Pigalle para exigir respeto.
Vosotros, los de entonces,
sobrevivientes trepas de noches maldormidas
amables pigmaliones de alcobas de arrabal
rebeldes insurrectos de un orden primigenio,
ya no sois los de antes
Podría deciros que ya no os asiste la gracia de otros tiempos
y resulta hasta pueril vuestra actitud altiva.
Ya veis, nosotros,
los de ahora,
a falta de demiurgos taoístas
y geishas de salón
trenzamos la estrategia del desfalco
y hasta sin ir más lejos
yo mismo me he apropiado los versos de Prevert.
Pero esto no es decente en estos años.
Sucede que hoy en día nos dormimos con cantos de sirenas
y una sopa de letras imposibles en sucesión confusa,
que inventamos princesas populares
que lloran y se mueren a golpe de hip hop
y aunque no sea lo mismo, a cambio
gozamos de otras señas….
de sueños inalámbricos y dioses de diseño.
Vosotros, los de entonces, creed lo que os digo,
nunca seréis los mismos
si acaso el último jalón de un vodevil profano
que agoniza
entre cuatro paredes tristes
de un ático art decó con vistas a la jungla.
Vicente Fernández Cortés
——–
PORVENIR
Anhelo de vaticinios, la mañana.
Con todos mis andares
hoy te espero,
detrás de las barandas del olvido;
no dejes que crezca
el abismo que interpones a tu sed,
ciega enredadera.
Sé total:
No cicatrizará la llama del encuentro,
por él tú sueñas como yo subsisto,
tú tiemblas mientras te recorro,
tú balbuceas cuando ya yo canto,
y en fila, como gotas de un sudor de albricias,
por nuestras pieles pasan las quimeras
de no dejar al azar ya descubierto
y con una daga en el pecho a la mañana.
No hay porvenir que intentar
si tú no acudes,
y postulas y plantas con tu beso
el augurio inequívoco del aire.
Ronald Bonilla