Autor: Rafel Calle.
Estimado amigo Óscar Distéfano:
Opino que forma y fondo son una misma cosa. Como tú, creo que lo importante es el fondo, pero también creo que no hay fondo sin forma, la que sea, tiene que haberla forzosamente. Pienso que fondo y forma son una cuestión de talento transmisor, van unidos porque no puede ser de otra manera. La forma es el vehículo que utiliza la energía transmisora o el talento, y, claro, cuantas más formas se conozcan, más posibilidades de transmisión para el fondo.
Veamos, se empieza y se termina desde el cerebro. A la hora de crear, no puedes salir de la mente. El escritor, en muchas ocasiones no es capaz de ser consciente de lo que está creando, por la sencilla razón de que el proceso de creación es instantáneo, solo podremos ser conscientes de lo creado, una vez que lo leamos. Para poder leerlo, tiene que haber sido escrito.
En ese proceso instantáneo, para vestir el pensamiento, nuestra mente recurre al banco de datos donde aguardan las formas. Dado que el cerebro actúa por la ley del mínimo esfuerzo, la forma que elija en cada ocasión, corresponderá a la forma que más conozca, que tenga más reciente y que mejor se acomode a lo que pretenda transmitir.
Y he ahí el quid de la cuestión. Dependerá de los conocimientos que se tengan de las distintas formas, el que un autor tenga una obra uniforme o una obra pluriforme. Si no se conocen las formas, el autor solo podrá escribir verso multimétrico y, por lo general, de baja calidad rítmico literaria y, sobre todo, estética.
Cuando hablo de forma, quiero referirme a la escritura y a todos sus aspectos, además de los propios del verso o del versículo, así que, la forma no solo se refiere al tipo de versificación, sino que también comprende aspectos como la gramática. Y digo que fondo y forma son la misma cosa, porque solo puede haber fondo si hay forma, no hay fondo sin forma. Y afirmo que la forma por sí misma carece de importancia, porque puede haber forma sin fondo, o sea, la forma por sí sola no significa nada aunque pueda tratarse de un ejercicio métrico en el caso del verso medido. Por ejemplo: se puede escribir un soneto métrica y rítmicamente perfecto y, sin embargo, de una calidad muy por debajo del mínimo considerable, deplorablemente vacío de contenidos lírico, literario o semántico.
Dicho esto, una vez que nace la forma, también nace la poesía escrita. Una vez escrita, la forma es como un chicle, se puede alargar, acortar, mezclar… y el fondo siempre será el mismo, es decir, si coges, por ejemplo, un soneto endecasílabo rimado, deshaces los versos y lo conviertes en cualquier otra combinación, aun en versículo, el poema seguirá diciendo lo mismo. Lo único que habrá cambiado serán aspectos estéticos y estilísticos, pero incluso el ritmo será el mismo, salvo en el asunto de la pausa versal.
Por eso digo que fondo y forma son la misma cosa y por eso digo que una vez escrita, ojo, una vez escrita, no antes, la forma tiene la importancia que tiene y no tiene ni un ápice más.
Otro tema es que a algunos de nosotros nos guste escribir todo tipo de combinaciones y, por supuesto, me pasa como a ti, el verso medido me encanta, aunque también me gusta el multimétrico o el versículo porque permiten trabajar el lenguaje literario con más libertad, prácticamente sin ataduras, lo cual nos da un lenguaje más completo desde el punto de vista técnico, literario y semántico, es decir, el desarrollo del lenguaje en el verso medido y rimado se tiene que aclimatar a tales circunstancias y ello conlleva una especie de figuras concretas que, al margen de los tropos, son más sencillas porque se aprovechan para cuadrar metro, rima… En el verso multimétrico, la libertad es mucha, puesto que solo hay una condición, la pausa versal, pero es una condición muy asumible por elástica, además con réditos en todos los campos, ya que permite adentrarse en la sintaxis, la semántica, la musicalidad, la estética…, aportando más o menos complejidad y, en todos los casos, elementos renovadores.
En fin, nosotros, afortunadamente, podemos escribir como nos apetezca, un día escribimos una estrofa clásica y otro día nos da por trabajar de otra manera. Es lo bueno de haber aprendido los recovecos de la versificación.
Abrazos.