Poemas seleccionados del foro Alaire

Selección de: E.R. Aristy y Óscar Distéfano

El hundimiento de las pirámides

Qué extraña distracción tomar asiento
detrás de las pirámides altivas;
sentir cómo comienza a removerse
la arena que sustenta su grandeza.

Qué síntoma, qué adiós, qué vaticinio
previene al solitario observador,
hundido en una silla sin respaldo,
de la mortalidad de lo inmortal.

No escucha más que vientos declinantes
peinándoles la piedra milenaria.

Qué raro sentimiento compasivo
convierte el estupor en carcajadas.

Podría levantarse, golpear,
chillar como gaviota satisfecha,
o traspasar la tierra movediza
y ser como el ajuar que los cadáveres
se llevan del lugar en que murieron.

Ramón Ataz

~°O°~

En mí arden pájaros

No importa irse. Irse vale quizá como quedarse.
Quizá mas.
J. R. Jimenez

DEFINICION Y SUSTANCIA
Todo se olvida, dices.
Y el verano, pienso, llegara, como siempre.
Y el otoño:
simplicidad perfecta de lo esperado.

EXPULSADA DE LA MEMORIA

No te escucho:
oigo cómo crecen mis uñas,
cómo el miedo se ha hecho dueño del barrio,
de la ciudad.

Cómo se acercan tus pasos.

O se alejan.
DE LA CALLE CÉNTRICA DE TU POESÍA

Vuelves. Crees que todo puedes conjurarlo.
Como antes.
Que aún juegas a plantarle batalla a tu abecedario de soldaditos de plomo.

Nadie está solo cuando a nadie espera, pienso.

EN ESAS TARDES CANSINAS

Limosneas mi tiempo. Espera, dices.

(Sí, aún lo recuerdo: tus dedos encalaban
la línea del horizonte de mis párpados;
avaro, el mediodía se enrocaba en las flores del almendro.
Pasó la lluvia. Y te amé).

No preguntes: se extravió el futuro.

LA LUZ INSINÚA LOS GESTOS

Por eso siempre vuelve, dices.

«No importa irse. Irse vale quizá como quedarse. Quizá más»
-pienso-.

Insinúa esa luz que no se extinguirá nunca.
Quizá hablas de aquella que asomaba tus ojos
al borde de los míos, y acallaba instantes
y derrumbaba límites.
Olvidas que cada singladura reclama sus olas,
sus espumas.
Creo.
DONDE GRITO TU NOMBRE

si redescubro espliegos
y lagartos dormitando a la sombra de las espadañas
-o transparencias de sol entre las buganvillas-
y hallo tu comienzo, atempero mi pulso.
Busco un despertar súbito, silencioso, certero como un disparo
y asciendo desde la oscuridad a la luz
camuflada en la mísera condena perpetua del día
(antes de que la palabra me mate poco a poco:
cuando le apetezca).

Si me ha de encontrar la muerte,
al menos
que se tome el trabajo de buscarme entre los pájaros que arden en mí
o en el impronunciable magma de sílabas.

Blanca Sandino

~°O°~

Lluvia

De la lluvia amo el brillo
que deja en la piel de las fachadas.

A veces furia
otras calidez,
beso o ternura.

La lluvia es un grito
que se derrama entre las olas del aire,
su corazón de ángel
enciende los ríos de la vida,
su raíz viste de agua
la memoria de los impermeables,
el descuido de los paraguas,
el canto irreal de las alcantarillas.

Cuando tú paseas vestida de humedad
hay un eco gris que te sigue
como una jauría de perros líquidos,
callados, fieles.

Me entretiene la redondez y el espasmo
que la gota huida dibuja en el cristal.

Veo a lo lejos
los labios de la gárgola,
su saliva incansable,
su acuosa serenidad
de símbolo.

Y es en su ferocidad de ráfaga
donde yo encuentro mi ser,
desnudo, parado en las esquinas,
el agua, el viento, la sal
golpean mi rostro infantil;
y sé que más allá de este instante de fragor
hay una bendición que me atrae,
me doblega,
me abraza
con sus tentáculos de ninfa.

Ramón Carballal

~°O°~

La vida es sueño en llamas

Sospecho que la vida me reclama
un poco de la anciana valentía,
recuperar la ensoñación de llama
porque es de hielo cada día.

Y si pretendo vertebrar un mundo
a la medida del disfraz que pido
para mutar en Segismundo
que quiere liberar al reprimido
buscón de incendios sensoriales,
habré de convertir la vida en sueño
que guarde el combustible entre cristales,
urna, dos brasas y el empeño
de implosionar su origen de animales.

De los sueños exploro el prender la consciencia,
yo y mi obrero del fogón. Y olvido;
no quiero congelarme en la nieve-cadencia
que despierta los mantras de las noches en vilo.

Rafel Calle

~°O°~

Vivir

Vivir. Seguir morando en la partida
como el humo en la boca de la hoguera;
al borde, como el humo, en la ladera
de la llama que alienta oscurecida.

Redimir en el fuego cada herida
abierta al declinar la primavera.
Ese fuego escondido, brasa austera
que habitó en el rubor, de amanecida.

Y límite del mar donde concluye
-en sueño del azul, su voz de adviento-
la espuma que, naciente, se diluye,

dejar al polvo el último fragmento
de la carne que aún nos constituye
y erguirse libre,
interminable,
al viento.

Felipe Fuentes

~°O°~

Soy

Soy el hambre que madruga su sentencia,
en el olvido y en el antes del sol.

Soy el verso, la lágrima, la senda.

Aparezco repetido
en mascaras
en juegos de rayuela.

Amanezco, pero no soy el cimiento.

Cruzo la puerta y el laberinto,
Siento la herida, el sino.

Estoy despierto en la sala de mis condenaciones,
Por ello huyo de las lágrimas y sus encrucijadas.

Pero mi jardín se va secando,
luego abro la puerta y soy
esto que lees sobre esta hoja.

Javier Dicenzo

~°O°~

A roza abierta

Es una paradoja sin sentido
este cavar el tiempo, a roza abierta,
minas de soledad entre los ojos
y, a cambio, no dejar en la senda

huellas de su pisada taciturna.
Me asalta en lo profundo de la noche
su pulso irrefrenable, me lacera
en la sien como un mínimo martillo.

No hay nada que parezca más ligero:
mas como se detiene en las heridas
a hurgar y hacer más férreo su dominio,

nada marca su paso lento y firme.
Sólo esa permanencia en las agujas
y saber que se fue mientras miraba.

Josefa A. Sánchez

~°O°~

– Asedio –

Aúlla la manada desde lo alto del risco,
el viento acaricia los árboles,
ríe escondido el diablo
en su madriguera de sangre.

La luna baña los barrios,
sucios haces rompen
contra ventanas-espejos,
y mil lentes se enfocan hacia el centro,
donde los lobos vigilan.

La avenida es un río furioso,
desgasta el asfalto las vibraciones,
se cierran los balcones,
se tapian las puertas,
cometas de vidrio surcan los cielos
y estallan,
cobardes,
a escasos metros de la entrada al infierno.

Suenan los cantos de sirenas,
agudos, desquiciados,
desde los cuatro puntos cardinales
torres de sonido se alzan
acuchillando palomas
rumbo al olvido.

Los nervios se desatan,
nieve combustible y corazas de arena,
las calles arden bajo el aguacero.

Israel Liñán

~°O°~

Risk

Para inferir en el reino de coltán he olvidado las naves,
alambique en el zodiaco de la noche.

Atocha desnuda en flor,
los andenes, besados por la psicosis de Cupido.

Para inferirte crucé dígitos en la memoria
y jugué al milagro terco,
a colonizar defensas,
a renacer en modus corazón.

Tu avance conquistó el funeral del miedo.
El riesgo mordisqueó neuronas en la carrera;
pobre adrenalina, pobre historia.

Para inferirnos ha triunfado el mineral más oscuro.

Hallie Hernandez Alfaro

~°O°~

Mucho González, poco Ángel

Pidiendo ayuda a gritos en silencio
salía del poema hacia la calle.
Pausaba diez minutos en el atrio, así que remansara
la tensa inanición de la palabra.

La brisa del canal soplaba fresca.
Abría mis entrañas para olerla, sacaba un cigarrillo;
la noche transitaba sin esfuerzo, algún claxon lejano
manaba del rumor del universo.
Fumaba como un niño, libremente.

Tenía que decir mucho de ti.

De cómo desalojas la norma cuando pasas,
del mar de kriptonita en tus pupilas,
ese mohín cerval cuando calculas,
las trazas en idioma neardental si te ensimismas.

Tendría que decir, pero ya sabes
que hay mucho González, poco Ángel.

Pablo Ibañez

~°O°~

Desde Blas de Otero

” ¿Quién escribe, ¿quién me coge de la mano?
No es mía ” (Blas de Otero)

Pero me sirvo de ella, Blas Eterno,
para esculpir en las rocas todo su nombre,
aun sabiendo que
entero su nombre, me cabría en la niña de mis ojos.

Como el trueno eyacula en la tormenta sin pudores
y al orgasmo,
gime al cielo cada uno de los rayos que penetra,
es su mano,
Blas del Cielo,
no mi mano.

Pero me sirvo de ella, a ras de arena.

En ofrenda.

Concha Vidal

~°O°~

El viaje

El valle estrecho
que delimitan las cumbres del dolor
permite vahos de libertad
que laten aquietados,
como si la felicidad tan solo fuese
un lapsus momentáneo
entre contrariedades.
Dijo Li Po:
“Eres bella como una flor,
Pero las nubes nos separan”.
¿Quién podía adivinar que en esas nubes
viajaban madres imperiosas,
padres ausentes que de pronto
sentían la exaltación en la entrepierna
de una paternidad ausente?
Así es la vida, la verdad,
la gran conspiración que nos ocupa
tantos años.
Viajamos buscando los oasis
para olvidar montañas tenebrosas.
Y, entretanto, el amor
nos despedaza
con sus poliédricas cuchillas.

Roberto López

~°O°~

Ecce Homo

Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo,
y perdiere su alma?
JesuCristo

Hoy desperté sin dios y sin demonios,
nada más que estas banderas
colgando de mis venas,
en la Avenida Las Américas,
voy a sacarles partido.

Avanzo hacia donde quiero,
me valgo de lo que sea,
a veces dejo hablar al culo,
de los dos, es él quien mejor besa.

Hoy sólo hay hombres,
mujeres y niños,
¡sálvese quien pueda¡

Si me obliga el momento
al servilismo, fiel complicidad
de la balanza ciega,
lo hago, pero no lo sostengo.

Soy el clérigo ardiente
del altar Mancebo,
el watergate del papeleo.

Que no se me cruce nadie,
puñal en mano,
le clavaremos todos,
¿traición?,
¿a quién culpar?
¿a quién se lanza al silencio
sin pestañear?

Vendrá dios a colación,
si me conviene,
si viene al caso,
si acaso me hace «el bueno».

Miserables,
insípidos,
ineptos haraposos,
¿qué quieren, sueños?

Mi sueño es de proezas,
yo sabré invertir en sueños,
un capital que compre la conciencia.

No hay límites,
quiero lucírmela,
y si no puedo,
será ojo por ojo,
y diente por diente.

Mis razones son muchas,
mis delirios tantos,
mi inconformidad,
como el caldero curtido
de las instituciones.

Si no soy yo,
no es nadie,
ese es mi más sentido pésame,
mi cura, mi fiebre,
la frigidez de todos
mis estruendosos orgasmos.

E. R. Aristy

~°O°~

Rasgos

A grandes rasgos
puedo decirte que el aire pesa levemente,
puedo pintarte dormida entre grises nubes,
puedo cocinarte un pastel de cumpleaños
en una función de teatro interpretando mi vida en láminas,
repitiendo acto tras acto los pasos de la razón y los errores
huyendo en cada soplo de ese aire impensable que, ya te digo,
levemente pesa.

A grandes rasgos,
Atormentado por esta física implacable que me rige cuerpo
envuelto de pasiones, celofán interior ocupando el espacio
con misterios que pesan levemente, igual que el aire ausente
creando ángulos.

Así, a grandes rasgos, me debilito en cada formación del día
a la vez que, a grandes rasgos, me configuro.

Ignacio Mincholed

~°O°~

Desidia.

Lo despertó la indolencia
cuando el sueño deja ya de ser un sueño
y se convierte en pereza que aplatana
los sentidos después de una meridiana
distendida, sin agobios.

No fue el whisky,
que casi ni lo cataba, ni una comida copiosa,
los causantes del erguido pensamiento,
sino el recuerdo de un día y unos dedos
enlazados con intenciones traviesas.

Pero, entre tanto sopor, con la tarde a medio hacer
para colmo de su vicio, le visitó la desidia
y no quiso terminar el argumento iniciado
en aras de una moral que le quedaba en el fondo
de su armario escrupuloso y algo de remordimiento.

Y es que, a veces, engañándonos un poco,
hacemos que una desgana vital
torne el gozo en negligencia
pensando que es por virtud
lo que es solo aburrimiento.

Victor F. Mallada

~°O°~

Anochecer sin ti

Acabo de perder en este instante
el tren de la esperanza.

Hoy se cumple lo cierto de tu augurio:
Cuando me dejes, cuando por fin no estés conmigo,
habrá otro anochecer que te recordará el fuego incierto
que alumbra este crepúsculo; y, entonces, recuérdalo,
te dolerán las cosas y lugares
que ahora no te duelen, porque piensas que no fue hecho
para los dos este camino.

Recuerdo
la tarde en la que tú hablabas de nosotros con palabras
que solo el alma entiende. La penumbra
cubría lentamente la plaza de este pueblo,
borrando de la tierra y nuestra vida la última
sombra de nuestras manos.

Desde la misma cruz
que encumbra el campanario,
en un ocaso igual a este,
sentimos descender el ángelus sobre las espigas
doradas de los campos. A lo lejos
el ángel del silencio apagaba como ahora
la candela que brilla sobre el mundo
y, de la misma forma que hoy aquí
me anudo a tu presagio, esa noche me deshice
de ti y de tu camino.

Aquel anochecer te hizo perder
el tren de la esperanza, y no lo supe. Soy yo
en este el que lo pierde, y me duelen los lugares,
las cosas y lo sabes.

Por eso tengo el alma preñada de nostalgia
y te hablo en la distancia
con las mismas palabras de oración
que, como tú decías, son las únicas
que el corazón entiende.

José Manuel Sáiz

~°O°~

El mundo se derrama

No sé por qué los males se acercan, si el bien también.
A veces me presiona un porque
Para preguntar:
¿Por qué me siento mal
si a veces me siento bien?
¿Por qué vivo si tengo que morir?

El viento preguntón
le pregunta a las hojas:
¿Por qué pregunto? ¿Por qué existo? El porqué.
Y se distrae
Yendo sobre las hojas que caen.
El mundo se derrama.

Las nubes vuelan sobre la fábrica,
Alabándola porque ella las creó.
Entonces le devuelven el favor
E intoxican a los tiernos animales,
Que derraman su roja sangre como una bella rosa,
Que nace en la negra tierra.

Juan Cruz Bordoy

~°O°~

Aspasia de Mileto

¡Hija de Axioco, templa en la belleza
de tus labios el don de la palabra
y en tu hermosa oratoria la grandeza
de la sabiduría toda, labra!

Haz, Aspasia, que Sócrates acuda
a visitar el verbo de tu casa,
ramo verde en la mano y una duda
que al corazón o a la razón abrasa.

Portento de hermosura, gracia, ingenio
en un siglo de gloria para Atenas
a ti cabe, mujer, desde el proscenio
representar las más altas escenas,

que no ha de haber Pericles sin los dones
del encendido amor de tus pasiones.

Julio González Alonso

~°O°~

La radio antigua

Nunca tuve una radio antigua
de las que se regalan de padre a hijo
y que, presuntamente, son la mejor tumba de las mariposas
pero recuerdo a mi padre hablando de una radio así
mientras se afeitaba en un día de verano
y enseñándome las mariposas dignas de acabar su vida
sobre una radio antigua,
y recuerdo aquel día de verano
hueco, maldito día de verano
cuando el cura llegó a nuestra puerta
y dijo que ya no había espacio para más tumbas
y que la gente debía tardar en morirse,
maldito día de verano,
mi padre se afeitaba con la tranquilidad de los que saben
que su tumba ha de estar sobre otra tumba
a la que nadie visita
y que el viento confundirá el nombre de su cruz con otro nombre
y la sombra de los nueces será dos veces sombra y doble de amarga.
Recuerdo aquel día de verano, era un día perfecto para afeitarse
sin miedo a las cortadas,
un día perfecto para despedir al ángel de la guarda
y deshacerse de esas bolas de algodón
que superaban a las sanguijuelas.
Sí, recuerdo la fanfarria de silencios
que llegaba con su canción entrecortada
desde el norte
y a las mariposas gordas
que, de repente, rodeaban mi cuerpo
como a la carcasa de una radio antigua.

Marius Gabureanu

~°O°~

Este tiempo que envejece

Expuse demasiado los rincones, las raíces sin vida.
Entre palabras fluyó vanidad encubierta,
y a veces me sentí centro.

Mostré las huellas del dolor,
la risa y las muecas que me hizo la vida,
y vacié el pasado en cántaros de lluvia.
Todo menos lujuria.

Pido perdón por empapar con mi tormenta
corazones solitarios,
o almas tras belleza sin destino.

Hoy humea un café descafeinado
bajo la sombra de la mañana
y, hundida en el silencio,
os digo que
fui feliz en el intercambio de amores,
de la palabra caldeada en el alma.

Sobre la cima de este desierto
miro el mundo
y me retiro a la tierra de nadie,
al barco de papel que envejece
sinuoso en el río.

No me acogen los dioses,
se cobijaron de nuestro hacer sin sentido,
y no tengo ninguna potestad que induzca
amaneceres de luz.

El verso acompañó la oscuridad,
la mía,
y ahora siento el llanto del mundo.
No sé cómo afinar los trinos
de las aves con vida.

No es fácil crear manantiales
por eso hay sed y muerte,
no es fácil abrir fronteras,
de ahí la soledad.

Pilar Morte

~°O°~

Levitándote

Quiero pensar en ti rendida al sueño,
pensar en ti reducida al sabor de tus axilas,
a los tangos en la boca de mi madre, como fresas.
Pensar en ti mientras mi corazón se desarruga ante el espejo,
ante la serenidad de su mar más turbulento, antítesis del oblivion de los ateos.
deseo traducirte en mis papilas, mientras sorprendo al lince
que reposa bajo el párpado, e inhalo tus pequeños labios, tan grandes
que articulan a veces nuestros límites y otras veces nuestras fugas.

Pensar en ti como una niña, sin iras o demoras, sin notas extremas,
Simple, como el frío hipocondriaco que relata tus nostalgias,
Como un silencio de estertores, como estas horas imparciales
Que ya superan las glorias cenicientas.

“Minimaliso” tus sentidos, reduzco tus colores, limito tus fuentes…
y entonces duermes, como se duermen los violines en sus notas preferidas,
desdeñando las demás, eternizando una palabra impronunciable.
Sé de notas, te digo…Escucho las cuerdas
Que entre los enormes miedos y el pianissimo materno, te dibujan.

Quiero pensar en ti sin más ruido que tus pasos incorpóreos en mi espalda,
que mis dedos clandestinos levitándote,
sin más abrigo que el vértigo disfrazado de tus formas,
sin más vacilación que no oírte pronunciarme.

Quieta como la mujer ausente de Neruda, así te pienso,
sin más deseo que fumarte, que quemarme el labio como un ebrio,
sumido en la cannabis de tu aroma. No se…, quizás al intuirte regreso a las cavernas,
quizás dormida solo eres el germen de mis terminaciones sensitivas.
¿Qué sueñas? ¿Qué sabes cuando duermes? Así tan quieta ¿olvidas el amor?
¿Puedes contar como cuentas en vigilia los segundos?…,¿contar acaso de regreso
hasta encontrarnos aquel día, cuando nombramos por primera vez
los nidos en los cuerpos, procediendo simplemente a las caricias?
Cuentas, así dormida – como novicia asiendo sin sus manos – los acertijos de la vida,
las flageladas aritméticas del hada, la cábala de los puros.
revalidas mis ficciones con irrefutables algoritmos.
tu compleja geometría refuta el alegato que igual química y amor.

Eres un árbol de colmenas,
un giro hacia el hogar en la incertidumbre de una esquina,
pero también una puerta, una pregunta…Por cierto, cada día me sorprendes.
Tus miembros amputados regresan cuando duermes,
mientras a mí, aun me duelen las heridas que sin querer te he proferido.

Los fractales de tu cuerpo me embelesan, como un cumulo de estrellas en la mano,
como el Aleph a Borges, como el corazón de los dragones nobles a los críos,
o el espejo de aquel cuento que desmiente vanidades.

Amarte suele ser una aventura,
aun si duermes, aun si no escuchas mis mentiras más sinceras,
porque tus poros permanecen en vigilia,
y me miran con la misma devoción que te profeso
cuando digo más allá de las palabras, en silencio
– por respeto a la calma de tus mareas entreabiertas –
“te amo”.

Gerardo Mont

~°O°~

El muro

Padre mío que estás
en el muro
¡protégeme!
No duermo. El sueño no sabe alcanzar
mis lagrimales.
No duermo, muro santo,
acúname con la música del mar,
con un poema que sepa volar
y roce al contacto de mi corazón
la punta de una estrella.

¡Qué feliz soy en tierra de nadie!,
¡qué hermoso este silencio blanco!

Sin embargo,
algo golpea febrilmente tu piel,
dice mi nombre a gritos,
me atormenta
el espíritu.
Su lengua paraliza mi lengua
cuando me habla de cosas que comprendo…
Y tengo miedo, Padre mío.
Entonces araño una oración
y te reinvento
mientras escondo mi cabeza en el cielo,
y trato de acompañar
la curvatura alada de los pájaros.

Yo te invoco:
Madre mía,
canta muy alto desde el germen
de tu invisible piedad
mientras me sueñas;
que no escuche una sola voz temblar,
un solo puño de avarienta certeza
golpeando mi decrepitud,
desconcertando el llanto silencioso
con el que bendigo tu Nombre.
¿Sabes?
allá afuera
se cultivan palabras sobre la dura tierra
y sus frutos son álgidos, y pesan:
son pan para los ahorcados,
leche para la desilusión.
Y yo solo deseo este plato de negrura
que aliño con espíritus del aire, con relámpagos de paz
que atenúan los espasmos de mi desangelado corazón.

Santificad eternamente esta ceguera,
Madre mía,
Padre mío
que estáis en el muro.

Rosa Marzal

~°O°~

Los huesos de la luz

Ocaso derramado en oro;
el charco del mirar se disipó en la nada.
En la quietud de las aceras
el cielo es un brillante pedernal.
El aire cruje en su vigor de hiel.
Se encienden los alambres
y se ensancha la herrumbre de la luz;
sobre el cemento fértil yacen sus huesos amarillos
―la luz tiene los huesos rotos por eso duele;
su escombro es una asolada cercanía.

Un rayo de tu imagen atravesó la tarde;
calcinó la ciudad.
En ese consumado territorio
mi carne huele a estrella
en fusión, a energía racionada
en cálices calientes.

Una ventana, un cauce… la espina del deseo
como una exhalación sensible del perfil:
La cruz quemada a las orillas de tu piel

J. J. M. Ferreiro

~°O°~

Detrás de los otoños

No disipas tus hojas
en la melancolía del otoño,
ni te derrochas a los eternos vientos
ni a la más incitante brisa seductora.

Tu fértil existencia, tu canto que se adueña
de toda primavera en cuanto llega,
reclama su abanico de arco iris
y el transitar airoso las tardes del estío.

La diosa Exuberancia se adueña de tus células,
y florea sobre tu copa
efluvios de colores; pero no desafías
la vastedad callada de los prados,
los infinitos rayos de la muerte,
la luna en su ovalada pesadumbre,
pues los favores cósmicos
no comprenden los límites del alma.

Sientes el esplendor de la pradera
desde tus verdes perspectivas,
desde tus brazos vegetales,
y recuerdas que la frondosidad
no avala la arrogancia
ni migración alguna hacia las nubes.

Detrás de los otoños
todo perece siempre.

Oscar Distéfano

~°O°~

Casa abandonada

No todos los huesos mueren.
Lo he visto en las fotografías
que palidecen en muros desnudos
hasta fundirse en los desconchones del alma.

No todo el murmullo acaba
cuando las venas de la rutina se abren
y se secan entre el polvo.

El umbral es un avispero.
Cruje al trasluz su rostro
dejando salvajes insectos
picando las chispas, que flotan,
en una constelación de olvidos.

Un ciego parpadeo volátil
cruza los convalecientes armarios
susurrando su último desorden.

Nada queda de la apetencia de los días,
y sin embargo,
una hirviente marabunta
esconde las larvas del renacer
bajo las rendijas de la vida.

Ventura Morón

~°O°~

Yo no supe llorar cuando llorabas

Yo no supe llorar cuando llorabas
ni supe iluminar tu sombra hundida
ni sentir la verdad ni la medida
en el ruego de amor que me dejabas.

Yo no supe escucharte cuando hablabas
ni horadé en la hondura de tu herida
que tocaba el infierno en su caída
apartando el cuidado que guardabas.

Solo y perdido siento este lamento
que no halla consuelo ni clausura
y no puede olvidarse de aquel día.

Si no supe vivir en tu tormento
me merezco el dolor y la locura
de morir por tus ojos todavía.

F. Enrique

~°O°~

¿Acaso tú eres huella de mis versos?

En la vejez se aprende mejor a esconder
los fracasos; en la juventud a soportarlos.
Arthur Schopenhauer
Yo no sé por qué lloran los sauces
de mi calle,
ni por qué el viento escondido en los sueños
gime en mi voz.

No sé por qué, ciego a la vida,
a punto de estallarme el corazón,
el tiempo va pasando sin la fuerza del nombre
de mis versos.
Me estoy viviendo a solas
mientras las horas me saludan
cada amanecer,
pero pasan las noches
conociéndome olvido, mientras camino
sobre las hojas secas de mi boca.

José Manuel F. Febles

~°O°~

Los cafés de París

Lo primero es, qué buscas en marcharte.
Con qué acróbatas has decidido justificar tu vuelo.
De qué abdicas, mientras lamen sus sombras los gatos
en la noche, y algunas cicatrices
se nos llenan de cúspides.
Mira que no es momento de exiliarse
en reflejos que no saben de estirpes solitarias. Que
las rosas que dejas, el cielo marinero,
la luz de madrugada, son de plástico,
y no recuerdan nada que coagule la vista.

La rigolé, Café de Flore,
Boulevard Saint Germain , Rue de Four, a la fin Canettes 46,
son lunas que hemos hecho poco a poco
como quien lee un cuento
que no quiso aprenderse de memoria. Uno de esos refugios
en los que los otoños
son la herida de amor de las ciudades.
Fíjate como cae
una gota de azul en un vaso de agua. Los cuerpos cambian,
algo ha cambiado todo,
pero a nadie le importa saber
si en ese vaso bebíamos los dos
y aprendíamos juntos
a morir con la paz de las estatuas,
para luego cruzarnos un océano.
Porque intuirse
es un puente colgante que se abre,
y es su rio poder imaginarlo.

A menudo sucede que la vida
no es parte de la historia.

¡ Garsón, un autre café noir, s´il vous plait!

Lo ves, no hay miradas perdidas
que no contengan trazas de juventud.
Quizás eso nos haga fijarnos en los rostros
de una forma mejor, menos monástica,
y traducir los tiempos de un pasado
cuando la excitación corría
hasta llegar al fin a serlo todo
bajo la inmensa cúpula
que construye, paciente, nuestras horas
más largas de la noche.
Y entonces yo dejaba, y tú también,
que hablase Gil de Biedma.
Porque en distantes mundos
también es importante
que un hombre como otros
te explique que escribir poesía pertenece
a esa muerte de limite imposible,
más honda que la idea de ser niño
y mucho más absorta que una resurrección.

Estás dejando pánico en las calles, sobre los desayunos
de los horarios viejos, linternas de París.
Y huesos rotos, en un itinerario
que respira quietud, en el ascenso estelar de los tejados.
El mundo está luchando por salvarse.

No sé por qué me dices que te vas.
Las mesas van quedándose vacías, es verdad.
Pero tu edad parece más cercana, y hasta ahora
éramos dos canciones con una misma letra
que querían poder ser escuchadas
y perseguir a un rayo
flotando en la corriente.

En este espacio tu palabra existe,
a una hora de aquí
no sé pensarlo.

La gente se despide,
paga su cuenta, retoma sus estilos,
pero tú quieres irte
y eso es mucho más pálido, y no conoce
estancias para contar leyendas.
Nos conviene mirarnos todavía,
somos menos si somos muy lejanos.

Tú ya sabes, el elixir humano de la piel
soterrado en el cuerpo,
y que yo he puesto a veces delante de los ojos;
la indecisión, un gesto, una postura,
todo lo que es verdad y nos da afecto.

A duras penas, me quedaré encerrado
en este sentimiento imperativo
porque el instante interno
adquiere desde ahora
carácter transparente.
El hombre se acostumbra a disgregarse
entre lo que le gusta y lo que necesita
(rara vez coinciden ambas cosas) A que vienen ahora
tantas muestras de serenidad,
de las dos eras tú la que
primero ardía con un brote de luz
sobre el ancho pacifico del aire,
la primera en liberar la sintaxis
y dejar que el sujeto
matase al predicado,
¿acaso ya no es cierto
que un temblor nunca queda pensativo en la orilla?

Porque tenerse
es un puente colgante que se cierra,
y es su rio poder imaginarlo.

Manuel Sánchez

~°O°~

La grieta

A un paso de la penúltima frontera
con la fatiga a cuestas de tanto ignorarse a sí mismo,
asomado al futuro por una rendija
olvida el pan, de tanto ansiar las migajas.

Sortilegio cromático en espejo de aguamancha
eran sus sueños de antaño,
cuando aún respiraba sin necesidad de conceptos
y su andar lo dictaba la simple inercia del paso primero,
sin nociones sucintas de elaboradas doctrinas
ni asociaciones banales con mitologías muertas.

Hay hambruna de luz, en la ciudad de los grises
se ahoga el silencio en laberintos de simetría imperfecta,
ignorada por gárgolas y buitres alguna alondra muere en el suelo,
sólo un niño llora la fuga de su globo sin vientos.

Suena el clarín de la guerra inversa
hay noticias de muertos enterrando a sus vivos,
pero él… tan sólo se asoma a una mísera grieta.

Arturo Rodríguez Milliet

~°O°~

Cuentas disonantes

A mi David

Me protejo con el sueño me siento dueño de mi silencio.

De mi silencio no puedes alegar ¿me rebates Prudencio?
Mi prudencia es el misterio como Séneca sentencio:
si en la calle hace frío aún me río en la condena
del Génesis, de la némesis y estiro la cadena.
¿Pecado es vivir? Pecado es morir, yo lo elijo
a mis años, mudo siento que el mundo es rebaño no acertijo.
¿Más detalles? No te ralles: es muy claro, no es tan grave,
la puerta que cierro se abre a mi verso que es la clave.

Perdonad perdonavidas la verdad no es doctrina
dudar es la oración que alucina mi retina.
Vi Damocles en la noche como perro callejero,
nací,
llegué, y vencí: con filosofía de César aprendí.
¿Te suena esto? No es invento ni portento ni bronca de yuntero,
tantas formas, tantas normas el cielo se compra sin dinero.
Con razones sacristanes, no mentiras, la Navidad es putada
de nada y sin rumbo, sin curro donde el burro es la fachada.

Y vosotros de rodillas, no me extraña que las tengáis duras.
No juzguéis no seréis juzgados, no os quejéis dijeron los curas
y no admito impostura, ten cordura, dijo mi abuela Manuela.
Villancico que mastico es un rap que dedico a su esquela.
Sueño que sueño a usuras volar sin mordaza.
Porque el miedo no me atrapa ni es abrazo ni amenaza,
el cielo del mañana un dilema que taladro,
prefiero el suelo, soy el amo, me llaman perro y ladro;
cuanto puedo, cuanto quiero, no pierdas de vista mi jugada:
borracho de hachas estridentes -dijo Miguel- de mi boca a la tuya
¡qué patada!

Roger Nelson
elPerro

Armilo Brotón

~°O°~

Muerte Virgen

Conduce su mirada hacia arriba porque alguien
en algún recodo preguntó por dónde
se sale sincréticamente de todas las vidas y sólo ahora lo recuerda,
ahora que no pasa nada. Entonces
los racimos de círculos son desperdigados desde cualquier vocal;
cualquier vocal es el viento, la desinencia del aire, y el aire es el volumen
de todos los cuerpos instigados por la promesa de la desaparición
como si la desaparición fuese un ente,
un lunar debajo de la lengua,
una montaña en la punta de la lengua.
Aquí estás, cielo,
te he tocado las manos con el pulgar del pie adentro de la bota,
me gusta el frío porque rejuvenece el paladar,
y estoy como reverberando dentro del ojo falso
de un animal que fue cierto y tuvo su forma incluso
antes de que su corazón fuese un crisol en que los astros
ensayan órbitas para perderse en un nuevo centro
que acaba pareciéndose al lugar desde el que el ser promete sus espacios.
Belleza, ¿me escuchas?,
aquí no pasa nada,
yo repito la inacción con la palma absorta en sus cabellos,
yo toco su cráneo y mojo mi mano entera
en una sangre que no pertenece a nadie todavía
pero cuyo sabor me lava y me pronuncia.

Bruno Laja

~°O°~

90 años

…acabo de saber que el edificio en que vivo tiene 40 plantas y que da a 3 calles y a 1 avenida; y es que, entre una especie de niebla densa, en la que he estado inmerso y cegado toda la vida, siempre pensé que mi casa estaba sola y aislada, y que, además, era estrictamente de planta baja; cada vez que salía y cerraba la perta, jamás se me ocurrió pensar en que podría acceder a tales calles o tomar un ascensor hasta el último piso y divisar por completo la ciudad; …e igualmente y de la misma forma, estaba convencido de que la gente que cruzaba ante mi puerta, – que tal vez viniese de un ascensor o se digiriese a él –
era la misma transitando por la calle, y que por tanto se movía, se alejaba y desaparecía sin más; pero ¿y los ascensores? ¡ah, perdón por este asombro, pero que me dicen de los ascensores…¡ ¡oh Dios mío, gran señor de lavida, que ingenio, que descubrimiento…¡
como habré podido vivir 90 años sin la menor inquietud,
sumido en la indolencia, entre 4 paredes,
y creyendo siempre que el rol de los demás habría de ser también muy similar al mío,
incluso idéntico; ¡…un ascensor, amigos, un ascensor…¡
y es que, palpitándome aun, porque ha ocurrido tan solo hace un instante,
he visto y sentido que rápido, muy rápido, es algo que me elevo hasta el fin del mundo,
que desde allí arriba me asome y que, de pronto, descubrí el sol, los coches, gente por todas partes, y hasta un rio hermosísimo y limpio que ahora sé que corre justo, justo, al lado de mi casa; …90 años asumiendo que era quimérico abrir, iluminar y transitar por lo imposible; 90 años protegido por candados y resguardando mi casa viva con gruesas cerraduras y altos muros de hormigón, seriamente armados y reforzados;
y es que nadie, nadie me había dicho cuál era y dónde estaba mi patrón de libertad:
nadie, que una mujer, o un hombre, fuese un Dios en formación;
¡90,90, 90 años…¡

Antonio Justel

~°O°~

Quietud de seda

Los pájaros nocturnos inundan con sus cantos la melancolía de la herida. Recuerdan el misterio de las nubes que buscan la belleza. Me asomo a la ventana y contemplo el vacío numinoso que pasa por la calle antes de que el enigma de las horas atraviese el instinto de la niebla. El silencio se abisma en la distancia mientras recuerdo tu rostro sonriente. Todo lo que me ata a tu piel cálida anida entre las sombras de esta quietud de seda. Amo los laberintos de tu cuerpo y desnuda te ofrezco el cofre de mis días. Los sonidos que pueblan las madrugadas blancas son una colección de sucedáneos que aminoran la historia de la nostalgia de los astros.
Deambulo por rincones de esta ciudad querida que plasma con la lluvia el extravío de todo lo que existe.
Las hojas caen sin mucho protocolo, sólo porque es otoño… y la hojarasca seca acompaña tristezas desbiográficas que pugnan por salir al horizonte.
Los pájaros nocturnos son memorias de todos y de todo que graban con sus plumas la liturgia sutil del abandono.
El tiempo se enamora del amor y capta muy despacio el mutismo de bruma que presiente la visita del ángel protector.

Ana Muela Sopeña

~°O°~

La Tierra Prometida

El hombre sale de casa todos los días y anda las calles de la ciudad,
busca al hombre que sale de casa todos los días y anda las calles de la ciudad,
anda todos los días, todas las calles, todas las ciudades, todos los países,
busca al hombre del país, al paisano, al hombre de mundo, anda por el mundo,
anda las calles, todos los días, anda de calle en calle, va de calle,
el hombre sale de casa todos los días y anda las ciudades,
las casas, los países, los mundos, los bares,
busca al hombre todos los días, las calles a su nombre,
la tierra prometida.

Manuel Alonso

~°O°~

El hombre del edificio de la avenida

Tú, señor del lavavajillas y la recta,
alma cándida del sofá y rey de sombras.
Bello durmiente de la galaxia
y los parches reconfortadores.
En qué trastero extraviaste la noción
de ti mismo. Dónde las arenas
y los planos originales del sueño.
En qué canal te quedaste a vivir,
en qué zapatos sembraste montañas,
en qué bragas buscaste el cielo…
Y todo para acabar vomitando
la biblia de la televisión por cable,
para tapar el horizonte con el ombligo.
Y si nunca te estiraste con el desparpajo de un dragón
y si nunca lloraste a tumba abierta,
si jamás resucitaste veinticuatro días en una semana.
Ya sabes que los cuentos son mentira
y que la mentira aliñada sabe a tarta de frambuesa y polietileno,
pues eres el protagonista de tu cuento.
Por qué soñar en días de lluvia
si puedes ser la lluvia entera.
Ay, triste y valiente pusilánime,
si no sabes llevar un volcán bajo la piel
a qué te metes en camisas de altas cumbres;
porque en un mundo a golpe de silencios y tambor
has de derrapar guitarras en la sangre,
llevar playas de coral entre los dedos,
perseguir rincones desandados y desnudos.
Nunca los rinocerontes lucieron cascabel,
nunca las águilas vistieron banderas
ni amaron en calcetines.
Te creíste dueño del tesoro,
te pensaste amo de las llaves
y no caíste en que las llaves son
solo entretenimiento de peces,
simple excusa de portero
en el edificio de la avenida de los espejos,
en una casa vacía y sin puertas.

Luis Muñiz M.

~°O°~

XVIII

Cuando la veas, dile que estoy bien,
que baila en mis pupilas el ingenio,
que escribo sin parar, noche tras noche,
que forjo mil proyectos de futuro.
dile que estoy contento con mi vida,
que pretendo viajar a muchos sitios,
que casi no me acuerdo de su nombre,
que no la echo de menos.
No se te ocurra hablarle de estas sabanas,
de este pijama azul descolorido,
de este olor de alcohol y de morfina,
de mi cabeza calva y amarilla.
Y que no se te ocurra, sobre todo,
Decirle que me muero.

Jerónimo Muñoz

~°O°~

Por si llegara esta noche

Por si llegara esta noche
con su mirada blanca y un gorrión dormido,
con sus manos inversas
y mi mundo en un frasco ante mis ojos,
por si me dijera ven a la mitad de un sueño
y se me quedaran, sin quererlo,
las ciudades huérfanas de otoños,
o se presentara, acaso,
antes de ese arrumaco donde baña la luna
sus perspectivas vírgenes
y se hiciera la lluvia en las palabras
sin haberlas bebido.

Si no me sobrara el tiempo ya
para contar insomnios
y mi piel fuese vidrio condenado,
o mirara hacia el cielo
y me nacieran galaxias en los hombros,
tal vez liberara a los presos que me escoltan el pecho
y les mostrara
la cima de ese idioma donde esconde la voz
sus silencios más largos
a punto de romperse.

Les diría
que fundieran sus gargantas
para vestir las rosas con tu nombre,
que te gritaran fuego en los inviernos,
horizonte en la espera,
aplastaría sus grilletes
hasta inventar la materia más pulida
con que acariciarte,
una sin recodos donde guardar para luego
lo que fuera esencia de la risa.

Les enseñaría a tocarte
con el abismo y la sed con que contemplan
los niños el océano,
con la paciencia rota
de aquéllos que se buscan a sí mismos.

Y justo antes de irme
te hablaría de esas islas donde el tiempo es un árbol
que cobija el amor de los náufragos
perdidos en tu cuerpo.
Allí te esperaría,
como flor desconocida que llevarte a los labios.

Mª José Honguero