Entrevista a Pablo Ibáñez

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Autor: Rafel Calle

 

 

Creo que soy un producto bastante puro de la Escuela Alaire”

 

Que Pablo Ibáñez Grana (Oviedo, 1969) es un poeta que domina los entresijos del poema en cuanto a comunicación se refiere, cimentado en lo que en literatura se llama “storytelling”, concepto que actualmente se usa mucho en marketing y que no es más que contar una historia, hablar de sus personajes… de una manera hermosa y que lleguen al lector, queda demostrado en la mayoría de trabajos que conforman su obra, donde imparte lecciones magistrales de cómo transmitir sensaciones, de la manera de imponer una conceptualidad más allá de la propia idiosincrasia del autor y sus vicisitudes, para regocijo y reconocimiento de quienes esperan el asentamiento de una novedosa y sorpresiva experiencia rítmico-literaria.

Pablo Ibáñez casa al pelo con el concepto que predicamos en Alaire —de hecho es uno de sus grandes iconos—, su voz poética es una especie de ente lírico-filosófico que reflexiona desde la cabeza a los pies, para descubrir y procesar, con cada uno de los sentidos, el legendario trance de cada verso.

Pasión y, contrariamente a lo que él mismo afirma, un enorme arrojo ante la vida le permiten encarar el poema y agigantar su naturaleza, y la suya, la de él mismo, porque vence todos y cada uno de sus inconvenientes, de sus desventajas, y logra acomodar sus referencias, su discurso intelectual, para mostrar el origen destinado al difícil equilibrio entre el hombre y cuanto le aguarda, que en poesía llevaríamos desde el clasicismo a la vanguardia sin el más mínimo pudor.

Pablo es un poeta de una vez, está dotado de una técnica muy pulida tanto literaria cuanto versal, es decir, hay un componente innato que es la intuición y luego está el trabajo, mucho trabajo y mucha reflexión para proponer una versificación sin mácula, buena sin paliativos, que utiliza para urdir todos los recursos, desde una puesta en escena muy estética, de alto voltaje emotivo, muy cercano, hasta echar mano, si es preciso, de la parte más popularmente ingeniosa del lenguaje, en aras de creaciones de impronta absolutamente volitiva, por y para una trama poética de gran impacto sensorial. Pablo, en fin, es uno de los grandes simbolistas de la Escuela Alaire, implicado hasta las trancas, junto a un ramillete de enormes poetas, en una corriente literaria que, ahora mismo, está teniendo lugar en Alaire.

De sus cualidades humanas, creo que no hace falta que diga mucho, en esta entrevista, con unas respuestas absolutamente excepcionales, sobre todo, en términos de sinceridad, Pablo se encarga de dejar muy clara la clase de persona que es. Solo diré que es uno de los hombres más admirables y, desde luego, más entrañables que he tenido el privilegio de conocer; actualmente, antes de decidir en algún asunto de Alaire, siempre le pido consejo y, de momento, siempre le he hecho caso, las cosas nos están yendo bien o muy bien. En fin, con Pablo Ibáñez, cuando a los más veteranos nos llegue la hora de la jubilación, en Alaire tendremos un continuador excepcional.

 

Pablo, ¿quién eres tú?

Soy un hombre de 49 años, español, asturiano, vivo en un pueblo de Madrid, de clase media, ingeniero industrial, heterosexual, casado, con dos hijos, de ideología liberal, aficionado a la poesía.

Háblanos del punto de partida del hombre, de sus inicios.

Nací en Oviedo, en una maravillosa familia a la que le debo todo lo que soy. Me marcó muchísimo la tartamudez, de niño y adolescente, creo que me ha limitado en cierta medida, pero quizá también me haya dado una visión distinta de las cosas, un poso de paciencia y esfuerzo y también algo de coraje, una buena convivencia con la soledad y una cierta nostalgia de no sé qué. Todo eso tiene que ver, creo yo, con la poesía.

Ingeniero, ¿volverías a estudiar ingeniería? En todo caso, ¿qué hace ahí un poeta?

La carrera es muy dura, pero da de comer bastante bien. La poesía no da de comer a nadie, Rafel, bien lo sabes. Por otro lado, estudiar una carrera así genera capacidades de análisis, concentración, esfuerzo, que son muy buenas para la vida en general. Yo soy ingeniero de automatización industrial y me gusta, me gustan las máquinas, me gusta el trabajo y el resultado. No sentía una especial vocación hacia la ingeniería —ni hacia nada, si vamos al caso—, la estudié por tradición familiar y no me arrepiento. ¿Qué hace ahí un poeta? No lo sé, yo soy un ingeniero aficionado a la poesía. Me da pudor, o algo así, decir: “soy poeta”.

 

Me marcó muchísimo la tartamudez, de niño y adolescente, creo que me ha limitado en cierta medida, pero quizá también me haya dado una visión distinta de las cosas.

 

Hablando del poeta, ¿cómo has llegado hasta aquí?

Me imagino que hay algo en mis genes que me ha acercado a la poesía, porque no encuentro otra explicación. En el colegio tuve un profesor de literatura, un cura, que estaba obsesionado con la preceptiva clásica (métrica y rima) y esas clases me encantaban. Luego, siempre he sido un lector asiduo, pero de novela, sobre todo. Un día leí el soneto “Blind Pew”, de Borges, y algo en mi cabeza hizo clic. Inexplicable. Lo demás es Alaire.

 ¿Qué clase de poeta eres? ¿Cómo definirías tu estilo?

Creo que soy un producto bastante puro de la escuela Alaire. Mi evolución ha sido desde el verso monométrico (sonetos casi exclusivamente) al polimétrico y por último el multimétrico. Todo lo que sé sobre escribir poesía lo aprendí aquí, así que no es extraño. Me gusta que mi poesía se entienda, me gusta la evocación, la metáfora, el símbolo. Me gusta un cierto poso de clasicismo. Me gusta la rima y el ritmo, pero sin rigidez. En temática, me gustan los problemas existenciales: la individualidad, el paso del tiempo, la vida y la muerte, las contradicciones de uno mismo; también los personajes históricos, la reflexión metapoética…

Apoyatura existencial, autobiográfica, una visión estética de la vida…

Claro, todo eso hay en mis poemas, inevitablemente. Me dan mucha vergüenza los poemas claramente auto-confesionales (los propios y los ajenos), pero indudablemente los poemas de cada uno son el producto, más o menos explícito, de lo que uno es, de lo que a uno le gusta, de lo que ha ido recogiendo.

 

¿Qué hace ahí un poeta? No lo sé, yo soy un ingeniero aficionado a la poesía. Me da pudor, o algo así, decir: “soy poeta”.

 

De tus fuentes, ¿a quiénes quieres nombrar y por qué?

Yo tengo un póker de ases, los cuatro poetas que más me impresionaron cuando los leí: Cernuda, Juan Ramón, Borges y Cavafis. Me impresiona de todos ellos su capacidad de crear mundos nuevos de la nada, su brillantez, su contención, su equilibrio, su erudición. Me parecen cuatro maestros.

Luego hay otros que también me han gustado mucho: Quevedo, Manrique, San Juan de la Cruz, Bécquer, Bousoño, Aleixandre, A. González, Gil de Biedma, Gamoneda…

Quédate con un solo poeta.

Cavafis. Tiene algo mágico, muy especial.

¿Cervantes o Quevedo?

Cervantes y Quevedo, por supuesto.

 

Un día leí el soneto “Blind Pew”, de Borges, y algo en mi cabeza hizo clic. Inexplicable. Lo demás es Alaire.

 

¿Un poeta con el que no te identificas y, sin embargo, te parece muy bueno?

Lorca. Siento su mundo muy distinto del mío, pero indudablemente era un genio. Con Neruda me pasa algo parecido.

¿El mejor y el peor de la Generación del 27?

El mejor, para mí, Cernuda. El peor no lo sé.

Si tuvieras que escribir un poemario con otro autor, ¿a quién elegirías?

A cualquiera de los miembros de la Asociación Alaire. Es mi ambiente.

¿El poema?

El poema que más me marcó es “Blind Pew”, un soneto magistral de Borges.

¿El libro de poemas?

La antología de Cernuda de Jose María Capote Benot, Editorial Cátedra.

 ¿Lorca y Miguel Hernández son poetas menores?

Borges dijo que Lorca era un poeta menor. Dicen que Lorca creía que Hernández era un poeta menor, que de alguna forma le ninguneaba. Yo creo que los dos son enormes poetas.

Por cierto, ¿cuánto más se sabe de poesía, más difícil resulta escribir poemas?

Seguro, porque la exigencia con uno mismo es mayor.

¿Cuál es tu punto fuerte como poeta? ¿Y tu punto más débil?

Uf, qué difícil, debería contestar otro. Creo que mi punto fuerte es un cierto talento natural para encontrar palabras que sugieran el ambiente, el tono que necesita cada poema particular. Mi punto débil es, creo, mi conservadurismo. No sé ser valiente. Siempre estoy pensando que suena vulgar, pretencioso, vacuo, exagerado…

¿Conoces algún remedio para la hoja en blanco?

No lo conozco. Aguantarse y esperar.

Dale un consejo a un poeta en ciernes.

Que no reniegue de la tradición, que lea a los poetas clásicos del idioma castellano.

Vamos a hacer un poco de proselitismo, ¿por qué tenemos que leer poesía? ¿Qué podemos encontrar en ella que no esté en otro tipo de literatura?

Bueno, yo no soy prosélito de nada. Yo creo que debe leer poesía el que guste de hacerlo. A quien no le guste que no la lea. La poesía siempre ha sido un género minoritario. Siempre. Creo que es inevitable. En la poesía podemos encontrar una manera distinta de ver las cosas, una manera muy humana y muy especial a la vez, una emoción y una belleza características que no está presente en otros tipos de literatura. Pero claro, tiene que gustarte. Si no, no hay nada que hacer.

Hablemos de los foros de poesía en Internet, ¿qué piensas de ellos?, ¿tienen una utilidad real?

Son una manera excelente de compartir afición y relacionarse con personas con gustos afines. Son un espacio de amistad, de intercambio, de crecimiento. La diversidad de los participantes enriquece y motiva. Como contrapartida, los inconvenientes son los mismos que los de cualquier red social en Internet: rencillas, envidias, malos rollitos, algún cafre con ganas de molestar, etc. Pero bueno, lo positivo supera con mucho lo negativo.

Y llegamos a Alaire. ¿Qué es Alaire? ¿Qué pretende ser? ¿A dónde quiere llegar?

Para mí Alaire es esencialmente eso: un espacio de amistad, de compartir afición y una escuela de poesía donde intercambiar ideas y resultados. Creo que pretende seguir siendo el mejor foro de poesía en castellano. Creo que quiere llegar a tener una voz propia e influyente en el mundillo de la poesía, no solo a nivel de espacio de intercambio, sino también a nivel editorial, docente, asociativo, institucional, etc.

 

Para mí Alaire es esencialmente eso: un espacio de amistad, de compartir afición y una escuela de poesía donde intercambiar ideas y resultados.

 

Cuéntanos cómo ha sido tu trayectoria hasta llegar a ser hoy en día un puntal de Alaire. Tus funciones…

Me apunté en Alaire en 2008, cuando cerró Poesía Pura. Allí había estado un año, más o menos, y me gustaba mucho. Así que, cuando cerró, busqué otro foro donde poder seguir compartiendo y vi que aquí estaban muchos de los que había leído en Pura. Al principio solo escribía sonetos, me encantaba. Creo que mis ganas de aprender y evolucionar encajaron bien en la filosofía de Alaire. Actualmente soy secretario de la Asociación Poético Cultural Alaire y director técnico de la web. Intento mantener la página al día, dar al conjunto una imagen de marca, colaborar con Hallie Hernández Alfaro en los contenidos, dinamizar los foros, etc.

¿Qué puede encontrar alguien que se inscriba en Alaire?

Puede encontrar un espacio de amistad y camaradería donde compartir la afición por la poesía. Y un laboratorio para pruebas e intercambio en este difícil arte. Creo que para un escribidor de poemas es muy importante contrastar sus creaciones con el ambiente, con lo que se mueve por ahí, leer a otros, comparar, indagar. El mundo editorial estándar no da esa oportunidad. Quizá sea esa la labor esencial de los foros de poesía.

 ¿Cuál es el estilo que predomina en Alaire? ¿Cuál te gustaría que predominara?

Alaire es un conjunto muy heterogéneo de autores. Hay de todo: simbolismo, surrealismo, realismo sucio, hermetismo, esencialismo, preceptiva clásica… De hecho, muchos autores tocan varios de esos palos. Tal vez el simbolismo despunte en cantidad sobre los otros. No me importa cual predomine, lo importante es que los foristas se sientan respetados y valorados. Y a veces es imposible conseguirlo siempre y con todos, bien lo sabes.

 ¿Qué entiendes por clasicismo? ¿Qué es vanguardia? ¿Se contraponen?

Yo diría que clasicismo es inspirarse en las fuentes clásicas, conocerlas y reconocerles un papel importante. Mi idea de la verdadera vanguardia es la implementación de modos nuevos y frescos, otros puntos de vista que se añaden o trascienden los tradicionales, a veces cuando estos están agotados o adocenados. Desconfío del rupturismo. A menudo no es más que una pose.

Hablemos de los premios literarios. ¿Qué sentiste cuando ganaste el I Premio internacional de Poesía Rey Felipe VI?

Ganar el I Premio internacional de Poesía Rey Felipe VI, bueno, fue la bomba. Me encantó. Fíjate, yo nunca había ganado nada. Que te aplaudan, dar un discurso… Fue muy emocionante. Y una inyección de ánimo. Bueno, quizá no soy tan chapucero, después de todo… También me subió mucho la moral ser finalista en el Noches Poéticas de Bilbao, porque era a poemario, que es todavía más difícil.

 

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Ganar el I Premio internacional de Poesía Rey Felipe VI, bueno, fue la bomba. Me encantó. Fíjate, yo nunca había ganado nada. Que te aplaudan, dar un discurso… 

 

¿Crees que con presentar una buena obra, que además es la mejor del certamen, basta para ganar? Muchos dicen que los grandes premios están un poco amañados…

La verdad es que no lo sé, Rafel. Se oye de todo tipo de chanchullos, sobre todo en los que tienen dotación económica potente. Pero también es cierto, como dice Chus Visor con cierta gracia, que los que hablan son siempre los que no ganan. Cuando ganan, callan. Quién sabe…

 

 

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ARCHIPIÉLAGO SENSORIAL

El maestro en la vida: Mis padres

-El maestro en la poesía: El foro Alaire

Alguien a quien admirar: Amancio Ortega, Bill Gates, el magnate hecho a sí mismo desde la nada, que después dedica grandes recursos a la solidaridad con los que no han tenido tanta suerte y capacidad.

Alguien a quien admirar dentro de la poesía: Jorge Luis Borges, que además sufrió de tartamudez, como yo.

-¿El mejor consejo que te han dado? Intenta no preocuparte demasiado por nada.

-¿El mejor consejo que te han dado como poeta? No seas chapucero, por favor.

-Un amigo: Unos cuantos. Imposible quedarse con uno solo. En Alaire están algunos de mis mejores amigos ahora mismo.

-¿Cuántas veces te has enamorado? Dos

-¿El amor es para siempre? Normalmente no. Pasa en raras ocasiones.

-Tu mayor éxito: Haber salido adelante en la vida por mis propios medios.

-Tu mayor fracaso: Quizá no haberme retirado a tiempo de algunas cosas. Me cuesta mucho dar el salto.

-Si pudieras, ¿qué cambiarías de Pablo Ibáñez? Cambiaría cierto complejo de inferioridad que a veces me atenaza.

-¿Por cuánto dinero te venderías? Depende, ¿cuánto tienes? Jajaja

Si te tuvieras que reencarnar en animal, ¿en cuál sería? Ver el mar como una gaviota debe ser la bomba. Aunque no sé, dicen que son como ratas marinas.

-El día que más has llorado: Uf, problemas familiares… injusticias que siente uno en sus carnes… ¡qué sé yo! Y luego soy muy llorón. En el cine, oyendo música, soy una auténtica bayeta. Jajaja.

El día más feliz de tu vida: Dos. Los días que nacieron mis dos hijos.

-Un nombre: Marina, es el nombre de mi madre.

-Un color: El azul, del Oviedo. Y el blanco, también. Jeje

-Una palabra: TÚ. La dijo Gamoneda cuando le preguntaron lo mismo y me encantó.

-Un sitio para vivir: Oviedo.

-Un lugar para despedirse de todo: La playa de Rodiles. [/box]