MemoriaDos: Blanca & Ramón

Ley de Memoria: un homenaje de Alaire a Blanca Sandino y Ramón Ataz

Portada

 

 

Pájaros en el exilio
 por Rafel Calle

A Ramón Ataz, en el quinto aniversario de su partida.

Naciste de un halcón a la caza constante
del espasmo de un coito de poema y cuchillo
-ave y metal en cueros, de letras el plumaje-
y en la hoja una mella color desasosiego,
farallón salitrado,
isla sin mar
o el mar Muerto y los pájaros
en el exilio.

No te has muerto, estás en el arrullo
de un estadio insolente, porque vive el presagio
que se encara a la ausencia.
Renacido en palomas, en gorjeos furtivos
y en mensajes de invierno de picos y leyendas,
inminente bandada
de unidades sin nido.

Y es que estás en los ritos de un afecto abrumado
por armónicos dramas de los vuelos en vilo,
del timbre al reverbero de las ondas del óxido
en los desangelados estorninos.

Ramón, siente a tu lado la luz de tu palabra,
el potente calor de su memoria.
La historia de las aves también es cercanía

 

El susurro de las aves
 por Ana Muela Sopeña

A Ramón Ataz, a propósito de su poema “La falacia de la inmovilidad de las ciudades”

Sí, Ramón,
las ciudades se mueven en la noche
y apuestan en las timbas de la sombra
el próximo tumulto. Son monstruos del asfalto
que respiran el aire de los sueños
y trazan sin censura
dibujos ateridos por el frío.

En
sus
calles
hay
huecos
y
fisuras,
como en la piel amada por el hambre.

Sus plazas nos recuerdan que la vida
es sólo un soplo lánguido
fugaz como el susurro de las aves.

Todo se va quedando cada día
atado por las lianas de la memoria histórica.

Los suburbios dormidos persiguen en aceras
el significado de los nombres
y el lazo blanco en el pelo
de una joven hechizada por la luz…

 

Blanca Sandino (1946-2009)
por Julio González Alonso

Viento suave, aura, aire
para tus alas,

tan enamoradiza de ocasos
te has llevado su esplendor en tu sonrisa,

ay, qué titanes de ausencia y qué endeble
y tímido fulgor; eres noche y busco estrellas,
fanales en las sombras espesas de la pena.

Ya ceden los tajamares de mis puentes al empuje de las aguas
desbordadas
del recuerdo. Te sigo a la mar,

ay, qué orillas de olvido y de nostalgia,
qué larga cintura de agua.

Me visten miradas de tus ojos.

Como ciego avanzo a tientas de palabras.

 

Ramón Ataz (1965/2013)
por Julio González Alonso

Agua de primavera mentirosa
que en lugar de la vida traes la muerte
como un ramo de flores, de tal suerte
que alienta el corazón lo que la rosa.

Yo siento bajo el peso de la losa
del destino que ya me impide verte
que no podrá evitar cómo quererte
más allá de las sombras de tu fosa

y tal como mimaste la escritura
manarán por tu voz cual agua pura
los versos con amor y vehemencia

denunciando injusticias, la locura,
reclamando justicia y la cordura
de un mundo que ha perdido la conciencia.

 

Bien hallados Blanca y Ramón
por Guillermo Cuesta

Con vosotros tenemos compañía
en este foro ALAIRE.
Al otro lado estáis que no al opuesto
y gozamos sabiendo que no hay distancia; muy presente
el respeto y la admiración, la amistad y el recuerdo.

Seguro que vosotros ya no necesitáis otra alegría
que regresar a la memoria
de lo que fuimos, somos y seremos.
Hasta que nuevamente volvamos a estar juntos
cotizará a vuestra envergadura la voluntad de cada verso
en tanto en cuando la calidez espera
se haga realidad vuestra esperanza y nuestra.

Blanca…Ramón. Ramón y blanca;
tanto monta… y monta tanto
que sois nuestros maestros, nuestro apoyo;
la luz de los sensores y sentidos;
la voz, el néctar, la miel y las abejas .
La flor y la celdilla ya son palabra y verso
en este sitio de poemas vivos
en el que la cera arde en vuestro honor.

 

El escritor del bosque y el libro mágico
A Ramón Ataz
por Javier Dicenzo

Ramón, un poeta, llegó a un lugar mágico, tomó un libro y decidió internarse en un bosque, en ese bosque vio un gran perro, lo siguió, lejanamente…
Se metió por un lugar profundo, y vio a la distancia un gran mago:
– ¿Quién eres? Preguntó Ramón,
– Soy el mago de este bosque.
-Llevarás un libro azul para el ritual del infinito.
El poeta tomó el libro y por indicación del mago, se internó en medio de un laberinto, con una gran cruz afilada.
Luego de unas horas, vio como un castillo se le presentaba, a la distancia.
Entró en ese castillo con el libro mágico, quería llegar a un portal estelar, para entregar sus poemas, con ilusión tomo el libro y vio como una luz enorme bajaba del cielo a un lugar del castillo, allí bajo un gran ser, con una serpiente en la mano, luego Ramón, tiró el libro y ese ser lo tomó, y el ritual duró un largo rato, hasta que finalmente, pasaron unos fantasmas.

DICE LA LEYENDA QUE A VECES POR ESPAÑA APARECE UN SER ENORME COMO UNA SOMBRA INFINITA Y PENETRANTE, QUE PASA UN LIBRO VOLANDO Y QUE UNAS ARAÑAS ENORMES TOMAN EL LIBRO AZUL EN MEDIO DE UN CASTILLO MEDIEVAL…

 

Esperarnos en cualquier sitio.
A Blanca Sandino
A Ramón Ataz
por J.J.M. Ferreiro

Alguna vez
la vida tuvo fe y miradas henchidas,
forzando al agua
a una crecida más cercana.

La dignidad
nos devuelve los nombres
para ser las columnas de amor de cualquier día;
no podemos rendirnos al futuro
sin esta luminosa certidumbre.

A la hora de subsistir
los años y los signos
han de ser compartidos.

¿Quién no suplicó alguna vez
incorruptible
al cabo de los cuerpos?

Esperarnos en cualquier sitio.

 

Blanca, el color del infinito
A Blanca Sandino
por Rafel Calle

No sé dónde tus paseos esperan la luz de Cádiz,
ni en que ocaso del salero sucumbieron los maizales
a las mañas de tu abuelo que si quería educarte
te mandaba desgranar Asturias y grano cierto;
memorias de la verdad en los callos de los dedos.

Tus manos en la mazorca, manos de niña traviesa,
desgranaban las victorias del oro de tus dos trenzas.

El brillo del pelo llora al silencio de la siembra,
peina la tierra que llora, llora la tierra que peina.

Pasaba por los portales, era señora y muy cierta,
eras tú o casualidades de una calma cenicienta
que explosiona las bondades cuando vence a la tormenta.

Después de todos los hijos y los nietos que anduviste,
los versos eran vestigios, fervorosos paladines
de las causas que han vivido en todo cuanto sentiste.

La costumbre del retrato donde aguardan tus recuerdos,
es un presidio del canto, silenciosamente verso.

Intenso azul de poetas que ahora sin ti son grises,
ahora grises que versan del tiempo que no tuviste.

Ante la muda no canta el jilguero de la fe,
pico y plumas y una jaula y por delante los pies.

El color del infinito es de rojo mercromina
para curar las mañanas y los sorbos del café
llagados por el consejo que me diste en tu partida:
Vive por mí, Rafael,
sé muy feliz por tu amiga.

 

Espérame en el poema
A Ramón Ataz
por Rafel Calle

Despedirnos sin luto abrazando los versos
con la rima distante que confunde las muecas,
despedirnos en nombre de un poema sin miedo,
en los confines de un adiós en vela.
Tú y yo trasnochando el intelecto
en busca de metáforas eternas.

Tal una partícula que pierde volumen
flotando un vacío de parcos relojes,
el alma protesta, chirrían los goznes
de la Murcia hermana, caída de bruces.

Si oigo el silencio, si el piso es un musgo
de verde castrado y pena insumisa,
me siento vencido de un peso que grita,
y la vertical se viste de luto.

Justo al lado tuyo, guárdame una silla
mientras yo te abono con versos y rimas,
indomable estiércol del Mediterráneo.

Por mis ojos huérfanos de tu compañía
te envío una perla de nácar y llanto
hasta los presidios de tu poesía.

 

 ¿Con qué sueñas, Blanca?
por Alonso de Molina

 

 – ¿Con qué sueñas, Blanca?

-Con un velero. No quisiera
morirme sin ver la constelación de Orión desde alta mar, y desde cubierta.

de la entrevista a Blanca Sandino por Alonso de Molina

Acogemos tu entrega con desánimo;
nadie admite que cierres los ojos
y engendres cicatrices en los versos.

¿Pero cómo podrías
mantener alejados los incendios?.
Que más podrías tú que soportar la tormenta
si las nubes se unieron en tus ojos
mordiendo amaneceres como pájaros.

En el aire caliente de tus signos
permanecen pulgares hilando los teclados,
una red de palabras tan humanas
que tiñen emociones y adjetivos;

allá donde tu cuerpo se asienta con la tierra,

tus letras por sí solas se acrecientan.

 

A Blanca Sandino, mayo 2011, dos años despues de su partida el 23/05/2009
por Alonso de Molina

Dos años despues sigue tu voz ceñida al mar,
como el velero que liberó tus sueños
la noche fue nacíendose en ti
colmada de cadencias y pentagramas blancos.

 

A Blanca Sandino, mayo 2014, cinco años despues de su partida el 23/05/2009
por Alonso de Molina

Qué triste es esta muerte lenta que llamamos costumbre
Blanca Sandino

El tiempo pasa, crecen las uñas y el silencio.

Las alas ya no miran hacia el sol.
La memoria, a tientas, roza cruel su mejilla en busca de pecado.
Algún dolor cargado de mercurio se ahoga lentamente.
La cicatriz y el viento amainarán sin fuerza,
como un desnudo verso sintiendo escalofríos.

(Qué triste es esta muerte lenta que llamamos costumbre)

No hay sonido más grave que el silencio.

El silencio es abismo y todo cabe, incluso el olvido.

Así, Blanca y Ramón

por Pilar Morte

Os sentí,
como abeja ante flor de mayo,
espíritu labrado en libertad,
amor y cercanía.
Yo, que llegué insegura de versos, fui acogida
en un regazo noble y generoso
y navegué, junto a vosotros, por mares de belleza.

Os viví,
como terruño de infancia,
manadero de verbo inteligente,
claridad de luz,
néctar de ser humano
que muestra un sentimiento puro.

Os seguí,
templado el violín de la amistad.

Os recuerdo,
Blanca y Ramón,
(Imborrable el sabor amargo de la huída),
con la ternura y dolor del amigo que se aleja
por el sendero de la verdad única.

Fueron y serán vuestras almas
poesía en la memoria,
claustro de música en Alaire,
sabor de limpio verso,
amor que el tiempo no derrota.
dos estrellas en la galaxia del foro.

 

A Blanca y Ramón, salud
por Manuel Alonso

 

No os conocí, pero estabais
cansados y hermosos
de terciopelo y pliegues y paraguas.

Y nunca os leí, pero ahora os sigo
considerando amigos
del tiempo y las flores y los suburbios.

Reconozco Blanca que soy
otro de tus renglones
que olvidaste escribir a mano.

Te reconozco Ramón
como a un trillo del alma
lamiendo las sienes y los regueros.

Los dos celebráis
junto a los andamios
el principio de todo y la nada.

Permitid a este siervo
os invite a una copa
y levante la suya
por vuestros poemas.

 

Blanca y su espejo
por Antonio Satir

Una luna líquida gotea en tu voz,
blanca como una nebulosa que muere a mil vidas de mí.
Blanca como los huesos que nos dejan,

y no te haz ido,

aun viaja tu luz adentro del mundo oscuro,
porque solo tú reflejas lo más lejano de nosotros
con tu espejo de niña.

 

Un caballo bebe tu silencio
para Ramón
por Antonio Satir

No oí jamás tu voz, pero me imagino que es
como son todas las voces de los poetas,
a viento o a pájaro salvaje.

No importa si no nos conocemos,
igualmente algún día seremos hermanos silenciosos.

No vi tus ojos, desconocido,
pero me imagino que tu mirada
es la misma que tiene un caballo
mientras bebe el agua del campo
y junto con ella también bebe tu silencio.

 

Fue mío… y lo perdí
(Blanca, Ramón, ¡ayúdenme!)
por José Manuel Sáiz

Llegó hasta mí, besó mi frente
y se marchó.
Iluminó mi cara, acarició mi espíritu; conmovió
sin más mi corazón.

Sí, lo tuve, en verdad lo tuve. Por un momento
fue parte de mi vida, de mi alma…
y lo perdí.

Desde entonces
lo busco día y noche en los rincones
profundos de mi mente…
y se escabulle a toda prisa (¡como un bandido!)
burlándose de mí.

De vez en cuando
lo siento galopar sobre la blanca
estepa de un papel o en los pixeles
que alumbran mi pantalla
y lo persigo. Pero si pretendo
en vano yo alcanzarlo,
me dice que desista, que lo deje, que solo soy
un simple trovador.

¿Es que nadie
conoce donde para? ¿Alguna pista
que lleve a su escondite? ¿Algún consuelo
si todo queda en nada?

A ustedes los poetas que buscan como yo
les ruego lo compartan si un día dan con él.
Permítanme que sienta
de nuevo su virtud.

(Blanca, Ramón,
seguramente ahora
se encuentre en vuestros fueros.
Vosotros que estuvisteis
a punto de alcanzarlo,
vosotros que dejasteis
mil versos en la tierra,
sabréis reconocerlo:
es el poema más hermoso
que nadie ha escrito nunca.
Y lo perdí.)

Sí, lo tuve, en verdad lo tuve.
…Pero huyó al mismo tiempo
que entró en mi corazón.

 

A Blanca Sandino y Ramón Ataz
por Rafael Zambrano Vargas

Un clavel y una dalia enamorada
Juntos van por el éter de la altura;
Dos voces son del verso en la premura
Desta vida que es soplo de pasada.

Un poema en la escarcha resbalada,
Dos almas de pasión sin atadura,
En vuelo presuroso hacia la albura
En dimensión de luz gratificada.

Cantad sobre el suspiro de la pena
En libertad fragante poesía,
Un duelo de carmín y de azucena.

Que nosotros aquí, la melodía,
Y un bosquejo del aire sin cadena
Podamos aprendernos a porfía.

 

Resurrección de los poetas genuinos
a Blanca Sandino Y Ramón Ataz
por Óscar Distéfano

Os habéis desangrado en los surcos del poema
agonizando en las espigas del verso,
para arrojaros a las ondulaciones celestes
del enigma profundo,
para descender en otros surcos
y renacer en otras espigas,
para morir poetas y vivir eternamente.

 

Despertar al viento: Blanca y Ramón
por Carmen Pla

Me arriesgaría a dibujar pájaros
para veros revolotear entre luz y transparencia.

Que vuestros sueños pasaran
al último guardián de tanto espacio abandonado,
que un verso desolado fuera el rincón del recuerdo
al último homenaje del tiempo compartido
sin dividir los destinos.

Que las olas os vistieran desde lo alto en pompa
invadiendo una gravedad en la travesía de la noche,
atándoos como un cordel a la ligereza
en el ámbito de la luna,
y uniéndome en orondos matices
para poder alcanzaros.

Poetas, la gravedad mide el vacío
y vuestro contacto con la complejidad
es una guirnalda de hojarasca,
penetra en vuestras estrellas hospitalarias
haciendo hueco,
intercambiando el lugar de un recuerdo
en un poema de fuerza acariciada.

A veces creo oíros llenos de ramaje
sobre la noche en un zumbido de seda,
de sueño clandestino,
con letras que brillan y sueñan.

Me bastó leeros sin conoceros
como tantos poetas que inventaron
despertar al viento
y a todas las aguas claras que viven
en el interior de la poesía
albergando al poeta.

 

Tu sien Plateada
Dedicado a Indah
Con todo mi cariño y siempre en mi recuerdo.
por Marisa Peral

Despliego el recuerdo por tu cardinal inexistencia
y de tanto adecuarlo se fragmenta.

Un cruce de contorsión y correcciones,
truncan los sueños y sus pétalos
y crece la extraña rémora de este sollozo
exonerando el regateo por mis huesos
de sol a luna
-como en una acuarela-
presintiendo tu sien plateada.

Y eres como una Xana, que me amadrina.

 

A Ramón Ataz – Juan Fionello
por Marisa Peral

Hola amigo, hoy vengo a hablar contigo porque desde hace casi cuatro años no he vuelto a escribirte, ni a recibir tus respuestas a mis cosas y te echo de menos ¿sabes?
Publico aquí el que fue tu segundo poema en Alaire porque es un breve precioso y quiero que todos vuelvan a leerlo.
Y después, un poema mío que te dediqué con mucho cariño.
Siempre mi recuerdo contigo, que fuiste grande y amable con todos y hoy, te envío mi abrazo, hasta allá donde estés.

Tu hastío
por Ramón Ataz » Mar, 22 Dic 2009 10:43

Dí que de un alma triste no salen las palabras
sino de un alma amarga, de un paladar
que intenta negar el sabor de la tiza.

No pides pero te doy lo que te pido
hoy, que no puedo ensalzar el aire turbio
ni sé cómo llorar, porque mi idioma
viste y desviste a los hijos de tu hastío.

Ramón Ataz


No recuerdo si este poema ya lo publiqué pero por la coincidencia en el título con el de nuestro compañero Juan Fionello, que no en calidad, lo vuelvo a publicar y se lo dedico con mucho cariño.

En tránsito

Mientras el mundo se despereza
observo en penumbra la enredadera
-salvaje-
que trepa por la curva de tus rodillas
y las gotas de sudor
que se adhieren a las hojas
como si fueran rocío.

Siempre en tránsito
-humano, humano-
apuras la taza de café
y abandonas mi universo.

 

Máscaras de luna
A Blanca Sandino
por Ana Muela Sopeña

En el juego de luz de tu recuerdo
un animal marino te hace sombra
en mitad de la niebla.

Vibración en los barcos
con humedad de lluvia.

Presagios de isobaras en el mar
por máscaras de luna
presidiendo la noche.

Tus palabras se quedan para siempre
vagando en el crepúsculo infinito.

 

Suburbios en la bruma
A Ramón Ataz
por Ana Muela Sopeña

Bebiste de la vida a borbotones
en sórdida respuesta a la pregunta
del silencio en la sombra.

Suburbios en la bruma
dibujaron tus calles.

Las farolas nocturnas susurraron
a través de tejados
y oscuras avenidas.

Un pájaro de agua se hizo cómplice
de tu exilio en el tiempo del naufragio.