Nostalgia en un acorde

Autor: Alfonso Alfaro

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Hoy la ciudad estará todo el día mojada, me doy cuenta cuando tus manos pasan por el piano, midiéndolo, besándolo. Las teclas sobre las que descansa tu mirada suben y bajaban llorando las notas. Tú haces del llanto música mientras todas las cosas se ponen a escuchar lo que tocas. Yo no quiero elogiarte como acostumbran los melómanos pero te escucho a tu hora, en el lugar preciso. Harto sé lo que tocas; tan simple, tan bello, como para morirse escuchando. En el medio justo de dos o tres notas tu destreza llena mi vida, te repites incansablemente, eres la misma cosa siempre; una nota en el instante justo en que deja de ser nota y deviene en un acorde. Puedo atraparlo, abrirlo en dos. Lo descubro libre por fuera y cautivo por dentro, y está lleno de ti. Comprendo que acabará siendo la semilla de un deseo y he de pegarlo. Así estamos tú y yo, pegados con agua, llorando la vida mientras el acorde se hace transparente.
Ordeno a mi corazón que lata tus notas para no evitar que la ternura del llanto entre en mi alma. El mar se sienta a tu lado, está cansado de jugar con las nubes saltarinas y me llama diciendo; ven descalzo para no romper mi agua; ven apacible a reflejarte en el infinito espejo de sus ojos, dale a su nostalgia la esperanza de poder verte. Yo estoy más allá de tu mirada serena y siento las seductoras notas de una melodía herida que trepan a mi nuca, el dolor deja señales que se esparcen por el cerebro como si fuesen música. Una correcta inarmonía duele al apurar un momento tuyo. Tienes un mundo entre los dedos y un mundo más hondo y desgajado entre las teclas. Busco echarme en el mar y tener la libertad para mojarme, pero me empuja para no entrar donde hasta el piano siente tu cercanía. La melodía que tocas tiene la voz de un gran amor y una presencia de escondite que me enturbia el corazón. Tu nostalgia entra en la ciudad, donde tengo un lugar para abrazarte, pero me falta el mar para implorar el encuentro.