Selección de Rafel Calle
Qué grande es todo
por Carmen Pla
¡Qué grande es todo, y qué pequeña me siento!
Quedan tantas y tantas palabras todavía,
tantas voces y trozos de sílabas
que por alzarse me gritan extenuadas
como lugareños esguinces.
Quedan tantos y tantos lugares por inventar
que la sed me desaloja en hojalata
de desierto burlando mi sed.
Hay invisibles lugares donde la palabra
no es palabra,
sino un trozo de felicidad oxidada.
Y lugares sin palabras
y palabras sin lugares como acantilados
que amanecen dorando los almendros
de atalayas.
Palabras y palabras. Lugares,
que se quejan en fotografías
de un olvido viejo y reseco.
Palabras y palabrería, palabrotas
y palabrejas que son insobornablemente
metabólicas en un balbuceo fértil.
Mágicos lugares sin sequedad exacta al tacto
que vomitan lo superfluo
y hacen rito en avalancha
de imágenes espectrales.
– No soy igual que la palabra árbol
ondulada por una rama.
Ni el lugar perfecto del labio
que hace mueca en tu boca.
Ordeno y desordeno mi pelo cada día
buscando entre mis restos muchedumbre
de hormigas alineadas. Ahora
ellas tan pequeñas, y yo, tan grande.
YA NO MUEREN LOS LABIOS
por F. Enrique
Ya no mueren los labios lejanos que tuviste
en el rubor sin rostro de una lágrima amarga
que cae en el espejo de una sonrisa triste,
una fragancia muerta, una esperanza herida,
un árbol arrastrado por las hojas del tiempo.
He perdido tu gracia, el ritmo de tus brazos,
los libros que guardabas en el desván del viento,
tengo sangre en las alas
y el corazón perdido,
una corona triste que insiste en los reflejos
de aquellos versos largos que huyeron de mi alma.
Ya no busco en las sombras el aura de tu rostro,
tu cintura prendida en un deseo que hiere,
la luz de tu recuerdo en las calles vacías,
pero sigo surcando
el mar de tu mirada.
EL AMOR
por Javier Dicenzo
Somos, las llamas, la virtud, el ruego herido, el fuego el fuego…
Luego, las palabras, luego el amor.
Pero necesito vivir tu ruego de mariposa dormida.
Hoy, hoy soy ese naufrago que juzgó el viento de la noche.
Mortal, herida, gemido de sexo duro de domar.
Potro, silenciero que cruje, como el amor.
Como el amor te desiñe el juego negro del olvido.
No me ames! No me mates…
Tus azules, tus azules me mandan me ruegan.
Pájaro jugoso de las noches heridas…
Pero viene el amor, el amor de otoño.
Nunca el verso a alma, nunca.
Quejido de dioses en semillas danzarinas….
Pero la música, la herida de mi mundo.
Descubriendo ese amanecer, ese olor a dulzura de tango.
Amor… amor de justicia herida por los pasos pequeños.
Nunca
El amor
Siempre
El amor…..
A veces el dolor…
El barco…
El marino
Nunca el amor y el marino.
Tus trenzas
Tus ruegos
Tu lento palpitar
Rubia…
Nunca más…
Nunca más
Nunca
Y siempre
Eres el horizonte distante de mi verso
Tus lunas
Allá
Cuando
Te nombro
En el viento.
HOLOGRAMA
por Hallie Hernández Alfaro
En el violeta de las burbujas
reconozco tus ojos de agua;
miran afanosos de encontrar
la ficción del inicio;
son puntos incalculables
de conexión luminosa,
refugio de pupilas y mentes;
ondas tan líricas
que la infinitud parece volver
a tus manos de seda.
¿Has visto?
Te hallas difundido
en un billón de partículas
amadas,
en las once dimensiones
que son latido por nacer.
Deslízame en la ecuación del aire,
cuando tu sombra
dibuje, la emoción del porvenir.
Vamos, vamos ya,
hacia la múltiple vera de los más lejanos;
habitemos la osadía marciana,
el metafísico sitial de la luna.
Seamos ejercicio de hogar,
mensajero de lúcidas facciones;
una cosmogonía perfecta
que haga brillar todos los espejos.
Migración que transcurre,
migración que vence;
eso somos, cuando el espacio
deposita en nuestras pisadas,
el poder de lo absoluto.
CARTA
por Pilar Morte
La tierra se humedece,
las raíces atraen
al río de cristal que absorbe la savia,
las azucenas, a punto de salir, comienzan a hablar al paisaje.
Sabes que te llevaré un ramo
cuando luzcan cautivas por el sol.
No me eches de menos,
ya cumpliste el ciclo de tus relojes,
y cerraste la puerta.
No me pongo de espalda,
es que tengo las manos lentas, los pies torpes
y una mirada que cristaliza el pasado.
Cada vez queda menos para el todo o la nada,
mientras, hago crecer las semillas
del huerto que dejaste en siembra.
¿Te fuiste viva?
¡Cómo siento la parte tuya que me pertenece,
la celosía por donde asoman
complacidos los santos!
Dejaste parte del huerto en nosotros,
a uno los olivos, zumo virgen,
a otro la música de las ramas que armoniza las plazas,
a otro el esfuerzo con el que vive la vida,
a mí una parte de tu generosa raíz.
A todos, el intento de estar siempre en flor.
Así sembramos tras el infinito, porque…
¿Quién asegura decir muerte?
¿Quién océano sin corales?
El caudal de tu río se acrecienta,
al sentir la fragata de los genes.
¿Ves desde la infinitud mi yo de colores, ese divagar a las estrellas?
¿Está abierto el universo donde el volcán sacude
su ceniza rosácea?
Madre, ¿quedó el latido de tu inteligencia unido al pulso
que hizo el mundo?
No comprendo la mente que me espera.
Soy ese instinto que se esforzó en dar vida
para que sobrevivan animales con lenguaje.
¿Sabes que tomo cacao para suavizar mi garganta de preguntas,
y que me muevo para que no se adhiera
el desánimo en los pulmones?
Te digo adiós desde mis noches
en esta hora de las dudas.
Seguro que, si cantamos de nuevo juntas,
sabrás que nunca fuimos tan una,
tan cerca nuestras energías,
tan para siempre…
DESCONOCIDO
por Ventura Morón
Si hubiera un tiempo en el que
me reconociera,
volvería a él hoy.
Poco importaría
el tamaño de mis manos.
Abiertas en cruz al paisaje,
¡lo abarcarían todo!
Muy cerca de mis ojos
harían de catalejo, como susurrando un futuro tentador
que estallaría en mi mirada blanca.
Sin embargo, hoy,
a estas horas
no llega aquí la luz
que daba forma a las siete letras desmembradas que soportan
mi nombre:
Ventura,
me dices -sin decirme en realidad-
con tu voz forastera de abismo, que de un estallido se traga
la tarde de este mes de Mayo
¡tan lluvioso!
que todos los cadáveres del mundo han salido flotando
perdidos, a buscar lo que de mi queda
vagabundeando por las calles donde transitan aún
de la mano
nuestros fantasmas.
CARTA DE MAYO
por Julio González Alonso
A tantos de tantos de un insólito año
de lluvias a destiempo
y soles equivocados.
No sólo el tiempo anda revuelto,
también los sentimientos
se trastornan; inquietos van y vienen
por las habitaciones del alma
desamueblada.
No sólo los sentimientos se agitan
y remueven las lágrimas
antiguas
y los posos del café; también
titilan las ilusiones en mar
de estrellas
y parece apagarse su fulgor.
No sólo las ilusiones,
también las sonrisas
huyen por los espejos de los años.
Una felicidad triste se adueña de las fechas,
los recuerdos resisten la derrota;
tal vez por la música de la vida
transite alguna clase de esperanza. No importa,
sólo la luz y la ternura a veces,
el tacto sólo del aire que te envuelve,
ese alimento del amor en la mirada.
Hay un árbol de ramas extendidas
que nos acoge en su sombra
vegetal,
el lecho blando de un prado
y los abrazos.
Quería que lo supieras.
CERNIDA
por Josefa Sánchez
Déjame ser harina
en tus manos candeales.
Amásame despacio,
con ternura y con mimo,
hasta prestarme la perfecta forma.
Cuéceme luego
al amor de tu pecho,
hasta que mi piel se dore
y se cuartee de grietas de deseo.
Y cuando este en tu punto
rómpeme la corteza a dentelladas
y devora, con bocados de niño,
la miga tierna, caliente y aromática
que se ofrece a tu boca
en comunión profana.
En Dachau
por Víctor F. Mallada
¿Cómo pudo la tierra de Don Juan de Austria,
la del romanticismo en la sangre o princesas de Disney
parir la ponzoña de tal desventura?
¿Cómo pudo Baviera engendrar la locura
que desde los nidos del odio llegara
marcando pisadas marciales, odiosas?
En la escuela de tanta violencia:
“Arbeit macht frei” reza la cancela negra,
cual siniestro canto de sirena rota.
En la cruz de tamaños horrores
todavía se intuyen los chopos llorando en la niebla,
por las horas que olieran a sangre, desprecio y vergüenza.
Hoy, en Dachau, sólo quedan recuerdos, las fotos, los posters,
barracones yermos, la cédula inerte de un republicano
español, que perdiera dos veces la guerra.
Ya no se oyen los gritos de espanto,
ni el jadeo de cuerpos exangües pidiendo a los cielos
que se acabe el tiempo, que se agote el llanto.
Solo queda el silencio…
los pasos que pausan entre los murales
y el duro recuerdo de tantos detalles que gritan: se libre,
recuerda mi espanto y trabaja para que esta guerra,
la guerra del odio se acabe ganando.
SU SIEN CONTRA LA MÍA
por José Manuel Sáiz
No resultó muy íntimo,
ni cálido,
ese contacto efímero
de su sien
contra la mía.
No hubo encuentro
de labios
ni de manos,
ni un simple escorzo
de su hombro con el mío.
A veces hacen eso
(simulan aforarse,
reducen la distancia),
algunos animales,
las olas que se alcanzan,
las piedras que se acopian,
las ramas cuando el viento
las allega.
Llamamos esperanza
a una salida.
Sin embargo,
no vi puertas
abiertas al mañana.
No hubo abrigo
de lluvia en su cornisa.
Solo abismos
cayendo por su espalda.
Ahora somos
dos vidas que se alejan.
Antes fuimos
dos velas que se apagan.
Apenas fue
su sien contra la mía.
VIVIR ENAMORADO
por Rafael Zambrano Vargas
Vivir enamorado y sin pecado
Amando al mar, el aire y a las flores,
Sentir el trino de los ruiseñores
Y ser de libertad todo un dechado.
No inmiscuirme jamás en el tinglado
De aquesta actualidad de sinsabores,
Tener presente siempre los loores
Que debemos al ser inmaculado.
Orar por los más pobres y el hermano
Sin distinción de razas ni ideales,
A la buena de Él y los “caudales” *
Que al espíritu dan la simpatía,
Amando la más simple alegoría
Y a toda gracia siendo bien formales.
ESTACIONES SENTIMENTALES II
por J. J. Martínez Ferreiro
IV
Rasgad las nubes y pulsad el viento,
saboread
el barro de las tierras movedizas,
así se forja el corazón del ángel.
V
La ira, los caballos de la guerra…
la sangre
enluce las estrías, los reflejos, las horas
de las aguas del río; en los cantos rodados
se espesa su derrota,
como los cuerpos en las rejas de la tierra.
VI
Siento el león,
que una vez fue la idea,
la del señero navegante de aquel mar monstruoso,
un substituto de los dioses,
este yo, este creer en mis leones.
VII
Qué mayor poesía
que la que hay
entre esos universos paralelos,
por aquí, muy cerca, girando,
coetáneos mundos que florecen
a la par de los ojos que los tocan.
VIII
Que no os preocupe la muerte;
todo encuentra su venero en los labios
blancos de las ballenas.
Casicasi
por Guillermo Cuesta
Cuando el dilema denota
que se termina el placer
nunca yo quisiera ser
el regidor de la flota.
La invención la tengo rota
en el placer de la cura
que muchas veces supura
y que se muestra dispuesto
a disfrutar de lo puesto
con ingenio en su figura.
Líbreme la sepultura
de encontrar cerrado el cielo.
Sálveme de aqueste anhelo
lo que piensa el señor cura.
Lo que me cansa no dura,
pues si durara y cansara
sería la cosa tan rara
que nadie comprendería
por que el cansancio se enfría
cuando el descanso se para.
Que me mire el casituerto
y me chille el casimudo.
Si no aclaran lo que dudo
sean las aguas del desierto
las que lleguen a mi puerto.
Aparecerá el culpable
cuando me enseñen el sable
y si fuera conveniente
me convierto en inocente
aunque me digan que hable.
Mientras lo escribo y la cuento
no habrá nadie en entredicho
pues el muerto está en el nicho
y el vivo en su parlamento
diciendo que es el momento
de emborrachar a la tropa.
Detrás de una otra copa
aparentan el placer
de que beber por beber
te va ensuciando la ropa.
De tréboles y otras yerbas
por Rosario Martín
Los tréboles de cuatro hojas que encontraste
resultaron ser estériles
y los trozos de mondadura que lanzabas
úteros vacíos…
Fueron mil pesetas tiradas a la basura
y el cachito de romero verde
simplemente se secó…
Nunca viste los ojos de aquella predicción
y aquel hogar que dibujó la gitana
llegó sin chimenea.
“La necesidad emocional que sientes
será recompensada”-dijo la echadora de cartas-
El Mago era miope;
la emperatriz amnésica,
el loco un cuerdo cabrón
y el ermitaño un alcohólico…
Estaba claro: “El amor de tu vida
jamás te encendería un cigarro
después de follar…”
Liturgias, simulacros y rituales
por Ana Muela Sopeña
En el ojo del mundo hay una herida
hecha por los verdugos solapados
que pretenden salirse con la suya:
subvertir el origen de las cosas
para que todo sea un holograma.
Pantomima control del individuo.
En medio de ciudades
la confusión del árbol que seduce
con sus frutos amantes de lo críptico.
Liturgias, simulacros y rituales
para llegar al Nom
en mitad de la sombra y las revueltas,
en un sigilo bien argumentado,
con la ley como arma.
En la mente de Anubis los archivos
de todo lo que existe y existió
más allá del poder, sangre y violencia,
sacrificios antiguos en lo oscuro
con todos los engaños del abismo.
En el ojo de Horus
hay un virus
que ataca a los que miran sin ver nada
y se dejan comer por los demonios.
Papel
piedra
tijera
fruta
falo,
explosión de verdades milenarias.
El tiempo que recorre la existencia
mientras la lluvia cae en el subsueño
y vamos zigzagueando como zombis
con máquinas, narcóticos, frecuencias
de estrellas consagradas a Moloc.
Despertemos del cuento
que nos duerme
como Valium
prescrito por los brujos.
Entre dos mares
por José Manuel F. Febles
Fue orgulloso el infierno en el que vivo
-hoy no tiene ese nombre-,
en él dejaste escándalos
en mi limpia conciencia
desnudo frente a mí con el dolor,
el frío, que no cabe en tu maldad.
Dos continentes son perfil de mi presente
a la espera de un banco de tiempo indefinido
donde aguardar preguntas sin pulso ni razones
porque no tienen fuerza en mi cansancio..,
una vida sin sueños.
Ciego, insensato a tientas, con fortaleza
para que no te instales, nuevamente, en la piel
de mi pasado frente a mí.
Orografías
por Ramón Castro Méndez
En la oscuridad palpita una luz en su extravío.
Un rumor tornasolado atalaya en el viento
la imposible bóveda de un cielo quebrado en dos mitades.
Sobre la arena de la playa el mar enmudece su huella
en un istmo de ebúrneas espumas.
Una cima desolada se oculta bajo un dintel de nubes,
con mejillas de ángeles se confunden su opadas tripas.
Los ríos con sus sólidas arterias se desvanecen en un sueño de líquida ebriedad.
Al pie del bosque teje la niebla su espesa fronda inmaculada,
elevado sobre sus raíces un transido tronco muda su piel antigua.
¡Cerraos ojos míos, voy a vaciarme el corazón como un niño asustado,
de cuyo llanto nada sabe esa otra orilla del mundo!