Grupo poético Texturas

El grupo poético “texturas” se caracteriza por su amplitud de miras, los estilos tan dispares no hacen más que corroborar que en poesía no hay verdades absolutas.
La personalidad del autor trasciende y roza sin palabras, la palabra.
La percepción lo es todo,

(Aunque también es luz lo que sujetan
unos ojos cerrados)

Luis Oroz
hay lugares que solo existen en la mente, pero tan reales como tú,

(Qué habitación de olvido las palabras.)
Benjamín León
lugares increíbles que alimentan el ansia de sentir.

(un jardín de laureles sospechosos,
el zumo del silencio.)

Rafael Calle
A veces basta el verso para decirlo todo,

(Sentir que no es posible decir nada.
Sólo amar en silencio.)

Jerónimo Muñoz
y los caminos son solo una excusa para encontrar la huella que nos une.

(….Extraña forma
de acercar el pensamiento y sentir vocablos mudos
sobre el hilo que pliega y despliega la distancia.)

Pilar Iglesias de la Torre
Un territorio peligroso que el poeta recorre a pesar de todo.

¿Quizá el abismo nos golpee
con la nada absoluta de su hielo?

J.J.M.Ferreiro
La luz se vuelve trazo descifrable,

(El ojo es la palabra que regresa.)
Sara Castelar
y nos queda la certeza de un mundo imaginario.

(Somos estampa sin razón de huída)
Alonso de Molina
Así… desde esta soledad multiplicada, nos vamos alejando de todo lo que creíamos saber, nada es verdad si no llega a mirarse,
después… solo un poema.

Luis Oroz.

 

POEMAS GRUPO TEXTURAS

 

LOS HUECOS DEL CIELO  (Luis Oroz)

Estéril la costumbre de enterrarse
en los huecos del cielo,
de morirse despierto en las ventanas
expirando la última nostalgia,
ese mundo que cruza de puntillas
sobre la realidad.

Aunque también es luz lo que sujetan
unos ojos cerrados,
y la muerte,
esa duda que pasa respirando tu sombra.

Así, tan sin sentido,
besamos a la ausencia y regresamos
al goce del no ser, a los estímulos
de un mundo hecho de tiempo y de distancia.

Luego…
una nube que pasa convertida en escombro
nos devuelve a la vida,
y el poema demuestra con sus letras dobladas
que allí no quedó nadie,
que nadie va a escucharte mientras vivas
arañando el silencio de la tumba.

76    (Benjamín León)

Que si te amé, preguntas en el duelo,
mientras la fauna extingue su andadura.

La rosa y el jardín, el surco herido,
la suave inmensidad y el abandono,
la cárdena ciudad de tu inocencia.

Qué habitación de olvido las palabras.

 

EL NECTAR DE LA DUDA (Rafael Calle)

No sé decir verdades duraderas
porque siento que soy
la duda temeraria,
el pájaro que emigra al sur de los conceptos,
en una itinerante decisión
de ideas animosas, al bies de la esperanza.

No sé si tarde, pero sé que llegan
mil colibríes libando
el néctar de la flor desarreglada,
en una tradición de polen roto
y picos kilométricos sin rumbo
alimentándose de mis estambres.
El néctar del sabor de las entrañas.

Perdido en ordenar cuanto sucede,
solo queda ordenarme la añoranza
en el cosmos fatídico de los saldos punibles;
restas y divisiones a cuchillo,
multiplicando vedas,
acrecentando el ansia, despedazando flores.
¿Qué podría quedar de jardines geniales
en una resistencia de flor estrafalaria?

Si existe el duende de la paz ansiosa
puede ser el momento de buscarlo,
ahora que la duda me entorpece,
ahora que se mueven los fantasmas.

Son los escalofríos
que asombran mis certezas, el pulso más inhóspito
del ave y su arrogancia,
un jardín de laureles sospechosos,
el zumo del silencio.
Respuestas sin palabras.

Con un temblor que asume la duda sostenible,
en los presentimientos
se despereza el alba.

 

CUERPO CERCANO (Jerónimo Muñoz)

El deleite de un cuerpo muy cercano,
cuerpo de fe, de credos sin vehemencias,
cuerpo en derrame, manso, en rendición.
Deleite de unos ojos sin cordura
que traslucen su esencia luminosa,
mi esencia, la del cosmos infinito.
Deleite de una mano muda, abierta,
airosa, como un pétalo en la sombra,
dedos que tocan, leves, que se adentran,
que llegan a rozar mi pensamiento,
lentos, emancipados del sudor.
Cuerpo que fluye, tácito en su entrega,
piel desbordada, músculos que arden,
perfume de palomas somnolientas,
turgencia de una fruta en madurez,
color de los ancestros, sangre viva.
Un cuerpo cercanísimo y silente,
claudicado, poseso, posesivo,
que se da sin razón, flor de una aurora.
Un cuerpo denso, tierno, verdadero.
Un cuerpo palpitante, tan cercano…
Sentir que no es posible decir nada.
Sólo amar en silencio.

 

ALEACIÓN DE MÚSICA  (Pilar Iglesias de la Torre)

Se desahoga el cielo
multiplicándose en tinta sutil que se diluye
en sierpe clandestina de suspiros. Y es el ansia
de robar protagonismo, a los elfos que se esconden
tras la puerta mágica del sueño….Extraña forma
de acercar el pensamiento y sentir vocablos mudos
sobre el hilo que pliega y despliega la distancia.

Aleación de música lejana, en susurro vocalizas,
para el marchamo identificativo de mi nombre,
adjetivándose la piel, de un mordisco de poniente.

Habitas el berilo de las nubes,
en un por si hoy, humedecen el alma los sintagmas
y mece la isobara su ternura, en el parpadeo de la atmósfera.
Tan añorado el clima del abrazo,
que teje el viento tu postura, arenándose y ciñendo,
como un etcétera cristalino, los paisajes. Mientras,
recuerdo de qué está la noche urdida,
en la última luz de la farola. Ya es el alba.

Corsario del enigma, el espacio me devuelve los apenas
en un salivar el símbolo
desde la altísima circunscripción de los anhelos,
desmigándose………..Acuarela en súplica
rezando al pie, de un desbordado parabrisas.

 

PRESENCIA DE ÍTACA (J. J. M. Ferreiro)

“Pide que el camino sea largo….
con avidez aprende de los sabios…
Que Ítaca siempre en ti sea presente”
Del poema “Ítaca” de Constantino Cavafis.
No te envilezcas
en el inútil trato de los días.
El viaje es el pulso de tu deslumbramiento;
en sus cauces discurre
el valor sabio de las horas.

¿Por qué la angustia,
el terror elocuente de los labios
ante la extraña condición?
¿Acaso el alma vagará en desgracia
por esos territorios?
¿Quizá el abismo nos golpee
con la nada absoluta de su hielo?

Acércate en la sombra
a la expansión de tu vïaje.
Ten firmeza ante lo desconocido.

Que Ítaca siempre en ti sea presente.

EL DESPERTAR (Sara Castelar)

Amanecer.
La rama tiende su delgado perfil
a las ventanas, cuerpo, de tus ojos.
……

Adviene, advienes
cuerpo, el día.
Podría el día detenerse
en la desnuda rama,
ser sólo el despertar.

José Ángel Valente
Hay un estertor de aves en el sándalo
sumido en la belleza
de la misión dormida
donde la noche siembra su perfume
y nace una mirada casi exacta
al cuerpo que sostiene en su dominio.

El ojo es testamento en lo inasible.

Ya casi tiembla el día
en las aristas dóciles del aire
que fueran singladura del reposo.
Herido desde el talle hasta la sombra
el rictus de la aurora se esclarece.

Despierta, sí, como de nácar dulce
la caléndula esgrime su figura
sobre el color del sueño,
como esperado brote sobre el frío
amanece, la exuberante médula
de todo lo que aflora en la alborada.

El ojo es la palabra que regresa.

Las lenguas desenvainan su rubor
para agrietar de sones los dinteles,
aún nos queda tiempo
para morir al alba.

NO SÉ, SI ACASO, AYUNARME EL MUNDO (Alonso de Molina)

“Nos han elegido para morir durante la caída,
sin saber que el abismo es un nido donde esperan las llaves”
Ignacio Bellido

Seguirá igual la vid, la rama del olivo,
los cúmulos de fechas, los mensajes ignotos,
las repuestas ocultas.

Persistirán en paz las inciertas páginas
de los nirvanas consagrados, absortos,
en las promesas próvidas del esfuerzo.

Somos estampa sin razón de huída,
descendiendo sin suerte, exonerada,
a la oceánica úlcera del rencor;
presencia incierta, sospechosa,  quebrada
sin derecho a mutar, estación abstracta,
faltos de signos que cobijen los comas;

afirmo que no alcanzo, me cuesta llegar,
no acierto como hombre a rescribirme,
ni encuentro un plano espacial donde en mi hogar
se acomode la piedra con equilibrio;

mirar atrás,  no sé si me hará feliz
o sin memoria el tiempo chantajeará
los calendarios en la cruz de mi tiempo;

no sé, si acaso, ayunarme del mundo
y germinar latente, sin sahumerios,
sin el remiendo impúdico del orgullo.