En Colombia, más exactamente en su capital, Bogotá, se creó hace 21 años un verdadero monumento a la poesía colombiana llamado: “La Casa de Poesía Silva”. Este hermoso lugar, que además, se encuentra en el centro de la ciudad, rodeado de todas aquellas primeras construcciones, realizadas por colonizadores españoles. Lleva el nombre del famoso poeta Colombiano José Asunción Silva, quien falleció el 23 de mayo de 1896 a la edad de 30 años. Silva se suicidó, dejando una carta para que no se culpara a nadie de su muerte.
Esta fue la primera casa de poesía que se abrió en el ámbito de la lengua española y fue fundada el 24 de mayo de 1986 por Belisario Betancur, entonces Presidente de la República. Su actual director es el abogado y escritor Pedro Alejo Gómez.
La Casa de Poesía Silva, es una fundación privada sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es facilitar y propiciar el estudio, conocimiento y goce de la poesía de todos los tiempos y países. En la actualidad, no sólo es refugio de viejos poetas, además es semillero de futuros artistas de la palabra.
Colombia es tierra fértil de poetas, y para conocer su esencia, debe caminarse por los pasillos que exaltan a estos hombres y mujeres que hoy tienen un lugar especial en nuestro país, donde son recordados, admirados y disfrutados por los amantes de las rimas y los versos.
Además de la Casa Silva, existen otros lugares de máxima expresión poética en Colombia. Uno de ellos se encuentra muy cerca de la Casa de Poesía, y es la Fundación Pombo, donde las familias se reúnen para leer. Dicha fundación lleva el nombre de Rafael Pombo (1833–1912), famoso por sus fábulas y, según la intelectualidad nacional, el poeta colombiano más respetado de todos los tiempos.
Las fabulas de Pombo, conocidas por todos los colombianos y lectura obligada para los estudiantes de Primaria. Dedica gran parte de su obra a los niños. También se le conoce como el poeta más romántico de Colombia.
Desde 1991, Medellín (Colombia) ha sido sede del Festival Internacional de Poesía. Por regla general, dicho encuentro se ha celebrado en el mes de junio. En el 2004, más de 70 poetas provenientes de 52 países, figuraron en la lista de participantes, y los visitantes se contaron por miles.
En la vigésima Feria Internacional del Libro en Bogotá, que se efectuó en abril de 2007, la revista colombiana ULTRIKA, entregó el premio “Ciudad de Bogotá”, y se reunieron poetas de varios países como: Argentina, Austria, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Italia, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Suiza, Venezuela y Colombia.
El programa incluyó lectura de poesías, presentación de obras y entrega de distinciones a poetas, entre ellos el colombiano Juan Gustavo Cobo Borda.
Entre los invitados estuvieron: Jorge Ariel Madrazzo y Marcos Silber, de Argentina; Wolfgang Ratz, de Austria ; Martha Gantier, de Bolivia; José María Zonta, de Costa Rica; Pablo Armando Fernández y Alberto Rodríguez Tosca, de Cuba; Edwin Madrid, de Ecuador; y Craig Arnold, de Estados Unidos.
También Guadalupe Grande y Fernando de Villena, de España; Carlos López, de Guatemala; Rigoberto Paredes, de Honduras; Margarita Cuellar, de México; Francisco Ruiz Udiel, de Nicaragua; Pedro Rivera, de Panamá; Luis La Hoz, de Perú; y Adriano González León, de Venezuela.
Entre otros poetas colombianos destacados tenemos a León de Greiff (1895–1976) quien fue famoso innovador a la hora de usar la palabra, la ironía, las reflexiones filosóficas y el humor en la poesía.
Fernando Charry Lara (1920-2004), el último de los poetas clásicos de Colombia, se abrió camino hacia el interior de los anales de la poesía colombiana por medio de un trabajo compuesto por 35 poemas. Su primer libro, Nocturnos y otros sueños, fue publicado en 1949, con prólogo escrito por Vicente Aleixandre quien, más tarde, en 1977, ganara el Premio Nobel de Literatura.
Los poetas colombianos, viven para siempre y son queridos eternamente. Sus letras, versos, y literatura en general no sólo quedan grabados en los libros, sino también en lápidas y parques que llevan su nombre; así como avenidas, museos, bibliotecas y, principalmente, en el corazón de la gente colombiana que ama la literatura y la poesía.