En la mañana del día 13 de abril de 2008, Isabel Revuelta, de 22 años de edad, hizo un recorrido poético por los escritos de su última época, en la Biblioteca de la Casa de Cervantes de Valladolid, invitada por Carmen Isabel Santamaría, su Directora.
Isabel, natural de Valladolid, es estudiante del último curso de Biología, en la Universidad de Salamanca, donde cursa inglés en la Escuela de Idiomas, habiendo así mismo, terminado el Grado Medio, de la carrera de piano, en el Conservatorio de Valladolid.
Confiesa que escribe desde niña tanto poesía, como relato, si bien, es esta segunda modalidad literaria, la que ha cultivado con mayor asiduidad. Toda su producción literaria, aún en su corta trayectoria dada su edad, está presidida por la fantasía y la reflexión, consiguiendo crear mundos mágicos en los que siempre están presentes cuestiones éticas y ontológicas. Envuelve el mensaje, tanto en los poemas, como en los relatos, con un amplio léxico, heredero de su formación científica, y de la cotidianeidad del momento histórico que pisa. Su producción por lo tanto, tiene el peso específico de la filosofía, y se manifiesta con el dinamismo de la juventud, y el basamento realista de la ciencia.
Con todos estos elementos reflejados en su poesía, recibió el Premio Ateneo de Valladolid de Poesía Joven de 2007, en diciembre pasado, con el poema que reproducimos a continuación:
Plagio
Creciste devorando miradas ajenas.
Y la suerte te sonríe, mi perversa,
mientras engulles sangre de otros;
su esforzada esencia transcrita,
grabas con tu nombre.
Es patético, perdona mi osadía,
marcar dolor extraño como propio,
orlar tus ojos con las lágrimas ausentes
de quienes sí conocen qué es tener un alma.
Podredumbre interna,
tienes el tinte del vacío filtrado en tu mirada.
Tu beso hueco es abandono,
mi princesa,
y en tu boca muerta mora lo anodino.
Calígula, te llamaré por siempre:
¡Calígula
-con la Fortuna por escudo
y la Discordia por Espada-,
innoble matriarca!.
Nunca olvides lo que fuiste:
que es nada
ni lo que eres:
una imitación de la tragedia.
Te recordará el espejo en su silencio
la terrible verdad:
cada latido robado,
es inanición
devorando siempre más, y de continuo,
el vano intento de saciar tu nada.
¡Qué inútil.!
Como una maldición antigua
grabada en la perversidad de Babilonia,
escucha el eco de los dioses que te velan:
goza de este banquete de entrañas,
porque, sólo conocerás el hambre.
Fdo.: Pilar Iglesias