El gusto hedonista y sensual francés en el crepúsculo del “Antiguo régimen” (3ª parte)

Amor por la naturaleza

hedonista_6Hay un transito en la mentalidad que va del arte racional-intelectualista al naturalista-emocional. Addison propone en los Placeres de la imaginación el abandono de las reglas destacando la fantasía y la imaginación. Pide que el arte imite la naturaleza aunque no como una fiel copia de ésta sino “actuar como actúa la naturaleza, y crear formas cuya belleza sea similar a la de la bellezas naturales, y no a la de figuras geométricas” 1 .

El arte se influencia de la naturaleza y de las formas y líneas orgánicas, libres, vivas… que permitan al artista dar vía libre a su imaginación, a la fantasía, a los formas anárquicas que de cierta manera se corresponden también con la anarquía espiritual imperante.

El arte no imita la naturaleza sino que la naturaleza atiende a los caprichos del hombre: ya sea con los jardines, la pintura, el paisajismo, etc. El  objeto deseado está en el cuadro y es esa la realidad, no la exterior. “El cuadro es el marco donde se realizan los deseos del hombre del siglo XVIII” 2 . Aquí no sólo nos referimos al cuadro como superficie bidimensional, sino también al cuadro como ambiente recreado por el hombre atendiendo a sus deseos. Resulta fascinante observar cómo la felicidad está en la ficción y el modelo de la realidad debe parecerse al del cuadro:

Una tarde, fuera de París, en el campo,
iba siguiendo un sendero,
a solas conmigo mismo, sin más compañía
que el dolor que el dolor que me daba la mano.
El aspecto de los campos era severo y gris,
en armonía con el de los cielos;
ningún verde en la llanura sin límites,
a excepción de un parque de árboles muy viejos.
Miré durante mucho tiempo por la verja:
era un parque a la manera de Watteau:
olmos esbeltos, negros tejos, verdes pérgolas,
senderos cuidados y trazados con exactitud.
Me alejé, con el ánimo triste y arrebatado.
mirando aquello, había comprendido que estaba
cerca del sueño de mi vida.
Que mi felicidad estaba encerrada allí.3

La vida pastoril es sugerente y se convierte en modelo de conducta. La Arcadia es un país imaginario “mito de nuestros deseos y de nuestras esperanzas” 4 . El siglo XVIII recrea constantemente este espacio  no sólo como temática del arte, sino también de la vida; un claro ejemplo son las fiestas pastoriles en las que se nos muestra un ambiente bucólico y los personajes se disfrazan de pastores y pastorcillas que danzan al son de la música, completamente embriagados por el ambiente. Al estar la mujer vestida de pastora se le presupone una actitud dispuesta al juego amoroso, en esta naturaleza artificial puede expresarse con toda libertad, bajo la sensación que produce al hombre el encontrarse en mitad de la naturaleza. Se construyen también pequeñas residencias o pabellones en mitad de bosques o jardines que se decoran interiormente con motivos o emblemas pastoriles. Este género se da también en la poesía, el teatro, etc.

La naturaleza se hace susceptible de ser retratada como paisaje, mostrando escenas de caza, flores o naturalezas muertas. Es muy habitual la representación de animales tanto en escenas pictóricas, esculturas o decoración de mobiliario, tapices y vajillas. Existe un interés científico por estudiar su anatomía, sus movimientos y actitudes.

El pequeño formato

hedonista_2La sala polifuncional de grandes dimensiones, no sólo a lo ancho sino también en altura, da paso a espacios más reducidos: los salones. Esto se relaciona con una nueva moral y un gusto por la intimidad, el paso de una sociedad grandilocuente a una sociedad educada en unos valores más humanos, donde los buenos modales se convierten en un arte (que no se entiende como una férrea educación moral, sino más bien como un juego o manera de comportarse en sociedad). El individuo educado y de buen gusto es un ser privilegiado en dicha sociedad.

La decoración se hace más reducida y minuciosa con una belleza agraciada y refinada. Tanto el barroco como el rococó poseen una ornamentación profusa, pero mientras el primero es monumental, el rococó es delicado, mesurado y mantiene el pequeño formato. El motivo decorativo (una concha, una flor, unas hojas…) se repite constantemente por la estancia, pero de forma decreciente, y multiplicándose hasta el infinito, no sólo por la proliferación sino también por el reflejo en los espejos y cristales.

La pintura abandona el gran formato para convertirse en algo reducido y muy exquisito, cuyo tamaño lo diferencia del barroco y del neoclasicismo. El cuadro debe adaptarse a un espacio determinado en los salones, disponiéndose en el dintel de una puerta por ejemplo o adaptándose a una yesería. Su función es meramente decorativa, lo cual no debe entenderse como algo peyorativo o negativo, puesto que en este momento lo superfluo y decorativo es lo importante.

El arte se hace más íntimo, estableciendo una estrecha relación con el espectador que lo contempla. Favorece el diálogo entre ambos y la contemplación placentera y distendida de la obra, que no sobrecoge o se auto- impone al espectador por su contenido moral o intelectual, sino por su candidez, su gracia, su aptitud… El efectismo barroco da paso al artificio rococó.

Los géneros pictóricos modifican también su temática que se complace con lo galante, el tema pastoril, los retratos mitológicos, las escenas de caza, las flores, los paisajes, etc. Son temas banales y mundanos cuyo único fin es el deleite sensual.

hedonista_3El retrato será un género muy solicitado donde se pintan a sus protagonistas en actitudes cotidianas, pero (sobre todo) en el caso de las mujeres la retratada mantiene con el espectador un juego de insinuación y provocación sutil. Estará de moda entre la aristocracia y la alta burguesía del momento el retratarse a modo de diosas mitológicas, en un mundo idílico y despreocupado.

La pintura mitológica hace fortuna en este ambiente. Las grandes temáticas de los dioses del Olimpo como alegorías morales se sustituyen por escenas banales y cotidianas como Diana en el baño, las ninfas correteando, Pan y los sátiros… No se nos muestra lo heroico de estos dioses, sino lo sensual, las pasiones y su deleite mundano 5 . Abundan las alegorías del Templo del amor con Eros y Sique en un altar, con Juno en una nube por ejemplo.

El desnudo femenino es un tema muy recurrente que nos muestra a la mujer en actitud distraída e intimistas sin abandonar nunca el juego seductor. Lo pequeño se deja ver en las formas de la modelo que son menos voluptuosas y más comedidas que los desnudos anteriores. Su boca y su nariz son diminutas al igual que lo son también sus senos y sus carnes no son tan rubicundas como podían serlo en el barroco. El ideal estético femenino atiende a una belleza graciosa que nos remite a un ideal estético diferente, no tiene como modelo de imitación la antigüedad sino pintores más cercanos en el tiempo, como pueden ser Rubens, Veronese o Corregio ente otros.
La escultura deja de ser monumental, reduce su formato y se dispone en los salones o bien en los dormitorios sobre el mobiliario a modo de bibelot o copia reducida de piezas famosas. Pasa a ser un elemento decorativo más, susceptible de ser cambiada de ubicación  atendiendo al capricho de su dueño.

hedonista_4Se produce un cambio en la temática predominando las figuras semidesnudas en actitudes banales con curvas en forma de c y de s, en posturas imposibles que nos recuerdan al manierismo. Es el reino de las Venus, de jóvenes muchachas, de niños y niñas, amorcillos que mantienen en todo momento la elegancia y gracia requerida. También prolifera la temática de la comedia del arte con grupos escultóricos o bien personajes individuales; los personajes que aparecen en la comedia del arte también aumentan en número.

Los materiales que se usan varían con respecto al periodo anterior. Se incurre en falsearlos, imitando el bronce o el plomo. El mármol se sigue usando pero pierde la pesadez y seriedad habitual, lo cual se consigue puliendo las superficies hasta que adquiera morbidez y un brillo similar al de la seda. Destaca el uso del barro cocido que facilita la viveza y las posturas imposibles de estas figuras, así como la rapidez de ejecución.

El material por excelencia será la porcelana, cuya formula es descubierta en 1709 en Sajonia por Böttejeu. Se importan por toda Europa abaratando costes y, aunque en un primer momento copian los modelos de la porcelana china, pronto comienzan a adoptar una temática propia cercana al rococó, con sus colores pasteles, o llegando incluso a hacerse en blanco mate. Se abren distintas fábricas por Europa y cada una adopta una característica propia. La porcelana llega a utilizarse como decoración muraria y de cubrición de algunos muebles. Es muy usado también el biscuit.

La importancia del uso de la porcelana no se reduce sólo al interés por dichos objetos, sino también al interés por lo Oriental y su cultura, como regiones de indescriptible belleza y una riqueza fabulosa. La moda chinesca es reflejo de dicha admiración 6 . No en balde, la chinería proporciona una gran libertad al artista que las realiza en Europa ya que crea un imaginario realmente inventado partiendo de los motivos chinos. Oriente se convierte en una evocación que no sólo se reduce a la decoración en porcelana, sino también al empleo de las lacas propias del mobiliario oriental. El uso de las lacas se adapta a todo tipo de objetos, al mobiliario o las paredes, por ejemplo, influenciando también en los jardines, sobre todo los ingleses, así como en la realización de pequeños pabellones en forma de pagodas.

Según se ha apuntado, en la arquitectura como hemos venido diciendo los espacios se hacen más pequeños, la altura se reduce y los ventanales aumentan dando unas amplias vistas de espacios infinitos. El exterior se vuelve bastante austero, quizás más que en el clasicismo, no refleja en absoluto lo que acontece en el interior de la vivienda donde la decoración domina a la arquitectura. Los órdenes desaparecen, se produce un lapso en esta larga tradición que luego retomará el neoclasicismo. En el interior se favorece la verticalidad 7 , mediante grandes paneles que en ningún momento se dividen en altura por un entablamento. Lo atectónico  8 reina en este espacio.

hedonista_5La ornamentación del paramento se realiza mediante el dominio de la línea curva (que ya se había usado en el barroco pero en el rococó se usa de forma distinta) irregular y con menos dinamismo que en el Barroco. Destacan las formas en s y c. La unidad de las formas se realiza mediante lo irregular en equilibrio, similar al equilibrio de lo discordante del que habla HERÁCLITO. Como paradigma de esta decoración es necesario hablar de la más usada y de la cual se desprende el término rococó, la rocaille que ya se usaba en épocas anteriores pero que será, precisamente, en este momento cuando se traslade al interior de la vivienda.

Para P. Minguet  9 esto tiene unas motivaciones determinadas que no son casuales: la concha en el diccionario Larousse universal posee una acepción, además de “envoltura de molusco como casa o alojamiento”. La forma cóncava de la concha deja un espacio interior que no se deja ver al exterior debido a lo opacidad de la misma, mientras nos habla de un interior vacío que suscita una gran curiosidad y pone en marcha nuestra imaginación. Se produce una ambigüedad entre el animal baboso y amorfo, y el exterior mineral casi calcáreo y regular de la concha. Se puede establecer un paralelismo entre las conchas y la decoración rococó: “En lo que toca  a los colores (blancura veteada de rosa y nácar), las materias (sustancia dura y frágil, como la porcelana), las dimensiones (pequeños objetos preciosos)”. Como una simbología aparte, Venus tiene como atributo la concha. Se usan todo tipo y modelos de conchas, que se aplican no sólo como decoración sino que su forma se adapta también a la forma de una cama, una salsera, una mesa, las patas de una silla, etc.

La sintomatología de lo pequeño, se revela en la aparición de multitud de cajitas con distintas funciones, realizadas con gran exquisitez, que se introducen en los múltiples bolsillos de la ropa. Se hacen cajas para el tabaco, pastillas o el rapé en materiales diversos en los cuales la imaginación del orfebre da paso a un mundo de virtuosismo, favoreciendo la integración de distintos artesanos, puesto que una caja podía estar realizada por un orfebre en oro y tener incrustaciones de porcelana por ejemplo.

hedonista_6Lo pequeño debe ponerse en relación con la incursión de lo femenino y a su vez, de la gracia como representación de ésta. Es una mujer aristócrata o burguesa de cultura elevada y gran inteligencia quien motiva y hace posibles los distintos salones, favoreciendo una vida social que antes no se contemplaba. En torno a ella se centran las conversaciones ya que, como anfitriona, debe guiar en todo momento el discurso y mantener la vivacidad de éste. Se tratan temas banales o de cualquier otro tipo, pero siempre abordado con liviandad, destacando incluso más que la belleza de una persona y su rango social su ingenio en la conversación.

La mujer se convierte en protagonista de las artes, es el tema más recurrente para los artistas e incluso el mundo masculino se influencia de tal feminidad; tan sólo hay que ver un cuadro de esta época para observar el refinamiento y la feminidad que desprenden los individuos masculinos, tanto en la vestimenta como en el amaneramiento de sus gestos. La concha alude a la feminidad: así como el ave del barroco es el pavo real (macho, no hembra) es el barroco un arte portentoso, grandioso, robusto, patético que no puede confundirse con la gracia y sutileza del rococó francés, cuyas características son meramente femeninas. La ligereza es también propiedad femenina que se refleja en este arte que hace alarde de su ligereza tanto temática como formal.

Silvia Alzueta.

Historiadora del Arte.

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1  Ibidem, pág. 66.
2  TRIADO, J. R.: Las claves del arte Rococó, Barcelona, Ariel, 1986.
3  VIÑAMATA, A.: op.cit., pág. 19.
4  SCHÖNBERG, A. y SOEHNER, H.: El rococó y su época, Barcelona, Salvat, 1963, pág. 80.
5  TRIADO, J. R.: op.cit, pág. 86.
6  SCHÖNBERG, A. y SOEHNER, H.: op.cit, pág. 84.
7  MINGUET, P.: Estética del rococó, Madrid, Cátedra, 1992, pág. 163.
8  Íbidem, pág. 161.
9  Íbidem, págs. 164-164.