Fogones al rojo vivo: Restaurantes afrodisios (1)

fogones_01Ya que significado del término afrodisíaco se ha diluido un tanto con el paso de los tiempos, y definidas las afrodisias como “fiestas primaverales en honor de la diosa Afrodita” (nada menos que por el excelso gourmet al tiempo que bon vivant don Camilo José Cela en su imprescindible Enciclopedia del Erotismo), vamos a permitirnos en esta sección nuestra, como siempre dedicada a todos los placeres de la buena mesa, unas cuantas recomendaciones en materia de restaurantes que, además de alegrarnos el estómago, son capaces de exaltar todos los demás sentidos por méritos propios. Y cuando nos referimos a “méritos propios”, estamos diciendo exactamente aquello que queremos decir: es decir, que el abajo firmante jura solemnemente escribir estos artículos con absoluta libertad y jamás tentado por el soborno o la prevaricación. Es decir, que ninguno de los locales aquí recomendados lo será porque en ellos nos hayan comprado o realizado proposiciones deshonestas (en el mal sentido de la palabra), sino que será únicamente por los méritos que hayan acumulado durante nuestra estancia allí (que además será completamente anónima). Realizadas entonces las pertinentes aclaraciones, vamos ya con el primero de ellos, que tan cercano y accesible nos resulta…

Un restaurante afrodisio es aquel que, por una u otra razón (aunque hay que reconocer que una de las cosas que más pesa en el asunto, si no la que más, es la calidad de su cocina), nos ofrece unas posibilidades eróticas bien marcadas y también insospechadas. Y sin duda alguna, uno de ellos está ubicado en la ciudad de Palma de Mallorca, y fue precisamente allí donde yo mismo tuve el placer de realizar tamaño descubrimiento: se trata del Restaurante Doñana (c/Soler 2 A, junto a los molinos de la calle Industria), un discreto asador de tamaño reducido y clientela fiel que ofrece un servicio de total calidad y absoluto mimo, por no hablar de la excelencia de todos sus platos… aunque si queremos tener una experiencia verdaderamente sensual desde el punto de vista culinario, no podemos dejar de recomendar al buen gourmet que pruebe la excelencia del que indudablemente es su plato estrella: el solomillo.

fogones_02De sobra es sabido que cocinar dicha pieza es todo un arte, pero es que además de eso, su fantástico cocinero sabe otorgarle el punto justo de sal y de temperatura para que la carne obtenga un sabor y una consistencia fuera de lo común… y por eso, con un poco de imaginación y paciencia (y por supuesto la adecuada compañía), se puede degustar ese solomillo como si realmente se estuviese saboreando un verdadero pedazo de la anatomía más íntima de nuestra pareja. Si se está realmente enamorado, ¿quién no ha soñado alguna vez con la posibilidad metafórica de devorar a su amante, de masticar su cuerpo con hambre atávica e ingerirlo con auténtico deleite? Excluida la posibilidad real (desde luego, no convendría confundir la sensualidad con el canibalismo, pero de todo hay en la viña del Señor…), nos queda pues la excelente metáfora de hacerlo con un buen solomillo hecho en su jugo y cocinado en su punto, disfrutado con la paciencia y la voluptuosidad que caracteriza los momentos previos a una buena sesión amorosa…

Y el juego, por supuesto, no se detiene ahí… porque el Doñana nos da también la posibilidad de ampliar nuestra imaginación de modo sustancial gracias a sus excelentes vinos (nada mejor para acompañar a un solomillo que una buena copa de tinto, con todas las asociaciones que ello conlleva y que a la pareja se le ocurran); y por supuesto a sus postres: su deliciosa panacotta aderezada con minúsculos botones de chocolate evocará indudablemente (sobre todo entre el género masculino) una deliciosa parte de la anatomía femenina también susceptible de ser engullida y tragada con placer, antes quizá de ser saboreada de otras maneras y en otros ambientes más personales…
Si ustedes son amantes de lo afrodisio, hagan una visita al Doñana: no se arrepentirán.

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Texto | Házael. Escritor