Los poemas y los días

Es muy gratificante ver plasmado un anhelo de poeta sin prejuicios.

En este lugar se esta gestando un proceso de rebelión técnico-lógica que abrirá, no me cabe la menor duda, el abanico formal de escribir los versos de siempre.

Partamos de la base de que, sin un grupo de autores que tengan el talento suficiente (no somos lingüistas, luego, tenemos que ser, por lo menos, buenos poetas), no sería posible intentar el agrupamiento de ciertas reglas que me parecen primordiales, y, por ello, serían susceptibles de confrontar antes que cualquier otra cuestión. Y la pausa versal es la piedra angular sobre la que giran las reglas que la siguen.

A mi juicio, la diferencia fundamental entre un poema en verso y un poema en prosa es la pausa versal. Por ello, cuando hablamos de un poema en verso, la pausa versal se tiene que respetar siempre. Lo contrario que en un poema en prosa, donde no existe la pausa versal.  Con esta formulación tan simple tenemos una manera de distinguir un poema en prosa de un poema en verso.

Esto, que parece muy fácil de decir, en ocasiones es difícil de aplicar por mor del encabalgamiento.

El encabalgamiento es un desajuste que producen, al no coincidir, la pausas morfosintáctica y versal.

Si hay una división en un grupo de palabras que no admite pausa en su interior, entonces se da el encabalgamiento.

Sin perjuicio de que haya en la historia de la poesía grandes genios que lo hayan utilizado como ellos han entendido que debían hacerlo, en mi opinión, un buen encabalgamiento, tiene que admitir la pausa versal sin perder el sentido en la unidad del verso.

Supongo que el hecho de escribir composiciones que se ajustaban ineludiblemente a combinaciones con metro, rima, y cantidad de versos inalterables (soneto, madrigal, décima, silva, epigrama, etc.), produjo la utilización de las licencias poéticas en aras de superar todas las premisas que surgen, cuando queremos escribir un poema,  con una combinación de versos premeditada.

Pero, hoy en día, los poetas no se rigen por un número determinado o inalterable de sílabas en los versos ni por una cantidad de estrofas ni por una rima cerrada.

Decir que la pausa versal es obligatoria, modifica la formulación de los versos, porque, aunque los versos estén encabalgados en su significado, también admitirán la pausa versal. Obviamente, para que eso se produzca, ambos versos encabalgados tienen que funcionar, a su vez, de una manera autónoma.

Es, desde luego, mucho más difícil dejar dos versos que se puedan leer entre una pausa y que, sin embargo, tengan sentido por sí solos, que, dejar dos versos que tengan que leerse de corrido, sin pausa, salvo que se quiera perder el sentido de lo que se está diciendo.

A mi juicio, dos versos que no se puedan encabalgar, respetando la pausa, deberían tratarse de otra forma, por ejemplo, colocándolos uno al lado del otro, etc.

En la prosa no existen los versos, luego no hay pausa versal. El poeta escribe hasta finalizar el renglón y, después, cuando lee el poema, trata de que no se note mucho el momento en el que finaliza ese renglón, precisamente, para que no se pierda el sentido de lo que está diciendo. Justo lo contrario a lo que ocurrirá con un poema en verso, que, al no transigir con la pausa versal, también nos obligará a escribir los versos que, como he dicho anteriormente, se puedan sostener, por sí solos, dentro del conjunto.