Notación Húngara

hoySoyCapazDeLeerDeCorridoUnLibroDeMilPáginasEnNotaciónHúngara

Pienso que intrínseca e íntimamente unida al aprendizaje, como si solamente se vendiera el conjunto, va la regla de oro de este juego que es la vida: Vida, manual de usuario, regla I: después.

Porque es después de un tiempo jugando con los fonemas cuando se termina el primer maratón: ya sé leer. Después domino los palotes; después, poco a poco, mis dedos aprenden a sujetar correctamente el lápiz, y a dibujar las esquinas romas de las letras y de los números. Después: la abstracción, y «sabes» que tras un recorrido más o menos largo -si la mano no retrocede- el punto terminará en el lugar exacto en el que comenzó: la circunferencia abraza y contiene su propia área, el círculo. Después aprendes que hay una fórmula capaz de calcularla; que hay otras más complejas, y figuras geométricas menos simples. Pero todo eso, generalmente, llega después.

Y después, cuando ya no se precisa del enorme esfuerzo que requerían los primeros ensayos, y lo aprendido resulta sencillo,  estos procesos se vuelven mecánicos. Todos. Todos, menos la emoción que suponía aprenderlos. Y es que la emoción no se aprende. La emoción camina de la mano de la incertidumbre:  el después. Así, en los ratos que probablemente sin motivo llamamos perdidos, me pregunto si tenía razón. Si sigo pensando que sobra algo de lo que he aprendido en este «juego», como me decía enfurruñada, mientras me esforzaba en adquirir la pericia suficiente para alcanzar aquella simplicidad.

Hoy sé que de todo lo que he aprendido, sea esto mucho o poco, sólo hay algo que sin duda me sobra: meSobranEstáClaroLosEspacios.

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Texto | Balnca Sandino