Deténgase, querido lector, sólo un momento y eche un vistazo a los congresos que sobre espiritualidad y mística hay este verano en España. Se dará cuenta de que tiene una oferta variada. Lea la prensa o mire la televisión: resulta que Zapatero le regala a Ingrid Betancourt una biografía de Teresa de Jesús como símbolo de mujer luchadora de su tiempo y parece que de todos los tiempos. Con esto les quiero decir que, efectivamente, los místicos siguen ofreciendo alternativas de Ser para el hombre y la mujer de hoy. Juan de la Cruz también, sobre todo desde que se produce esa liberación de la que hemos venido escribiendo en los dos artículos anteriores. Pero toda liberación, aunque en teoría no tuviera que ser así, tiene un precio. Y Juan de la Cruz también lo pagó. El éxito del que gozan hoy sus escritos, su pensamiento tan actual, su oferta como paradigma para el ser humano del siglo XXI, tienen mucho que ver con la traducción y la manipulación sufrida por su obra literaria, especialmente el Cántico Espiritual (la obra que abre y cierra su periplo literario). No es algo que se descubra ahora en la historia universal de la literatura: miren, si no, los casos de Anne Frank y la manipulación que su padre hizo en el diario; o el caso de Elisabeth Nietzsche cuando manipuló algunos de los textos de su hermano para hacerlo pasar como precursor del nazismo. Lo de Juan de la Cruz, aunque tenga tintes comunes, es diferente a todo. Lo de Juan de la Cruz yo lo llamo, siguiendo una idea del escritor Enrique Vila-Matas, la metáfora del destino.
El marco temporal en el que les obligo a situarse comprende desde que Juan de la Cruz sale de la prisión carmelitana de Toledo en 1578 hasta que se publican sus obras completas en la capital de España, incluido el Cántico Espiritual, en 1630. El intervalo histórico es muy amplio, pero los límites lógicos de este artículo excusan o justifican que no me adentre en demasiados detalles, sino que explique los acontecimientos y sus consecuencias “a vista de pájaro”.
Para tener una visión sinóptica de este recorrido, antes de entrar en posteriores explicaciones, propongo el siguiente esquema.
1578 Juan de la Cruz sale de la prisión de Toledo llevando consigo el manuscrito de las 31 primeras estrofas del Cántico.1578-1586 Concluye Cántico Espiritual y escribe “Noche oscura” y “Llama de amor viva”. Redacta los comentarios de estas tres obras. Mientras, las copias manuscritas de sus poemas, sobre todo de Cántico, crecen considerablemente.
1591 Muere Juan de la Cruz en diciembre sin ver publicados sus escritos (asunto muy común en la época).
1592-1603 Después de muerto, los manuscritos apógrafos de sus obras siguen en aumento. En 1601 se encarga una primera edición completa de su obra a los carmelitas Tomás de Jesús y Juan de Jesús María. Este último es apartado pronto de esta tarea (en 1603, no sabemos si por mandato de la Orden o si por desavenencias con Tomás de Jesús sobre los mismos escritos sanjuanistas) y el primero también es relegado de esta función poco después. Parece que el General de la Orden, Alonso de Jesús María, no veía con buenos ojos la publicación de la obra sanjuanista.
1618 El carmelita Diego de Jesús es el encargado de editar por primera vez las obras completas de Juan de la Cruz. Pero, por problemas inquisitoriales, no aparece el Cántico Espiritual. En 1619 aparece una edición similar en Barcelona.
1622 Ana de Jesús, carmelita descalza, se lleva consigo el Cántico, que Juan le había dedicado, al salir de España. Esto propicia su publicación en Paris en este año en lengua francesa.
1627 El Cántico se publica, en lengua española y como obra independiente en Bruselas.
1630 Aparece la edición madrileña preparada por Jerónimo de San José en la que ya se incluye el Cántico Espiritual, fundamentalmente por miedo al constante plagio.
Durante el período en que Juan de la Cruz estuvo preso en la prisión carmelitana de Toledo comenzó a escribir el poema que, sin duda, le ha proporcionado, con el paso del tiempo, un éxito mundial indiscutible. Me refiero, naturalmente, al Cántico Espiritual, o, mejor dicho, a la Declaración de las canciones que tratan del ejercicio de amor entre el Alma y el Esposo Cristo, que así las llamó originariamente el místico carmelita. Allí, en una habitación que más bien parecía un “zulo”, Juan escribió 31 de las 39 estrofas que contiene la versión más primitiva de este poema, que la crítica especializada denomina actualmente “poema primitivo” o “poema toledano”. Cuando logró escapar de la cárcel se dirigió al convento de las monjas carmelitas y allí parece que dictó a una de las hermanas estas 31 primeras canciones. Juan se marcha de Toledo, camino de Andalucía. Y en Beas de Segura (Jaén) le pide a la hermana carmelita Magdalena del Espíritu Santo que haga algunas copias del poema. Más tarde, Juan de la cruz completa este primer “Cántico” con ocho estrofas más y un comentario o glosa a las mismas que la crítica denomina CA (Cántico A). Por tanto, tenemos un primer poema de 31 estrofas que ya está circulando a través de manuscritos (primitivo) y un segundo poema, llamado CA, que es re-escritura aumentada del primitivo. A partir de este momento, se produce una bifurcación entre el poema “primitivo” y CA, en la que ambas versiones comienzan a copiarse abundantemente. Prueba de ello es la cantidad importante de manuscritos que se conservan, unos que acaban con el último verso de la estrofa 31 y otros que concluyen con el último de la 39. Incluso existen manuscritos del llamado CA que contienen importantes retoques en el comentario en prosa, por lo que la crítica ha distinguido otro grupo textual denominado CA’. Más adelante volveremos sobre este asunto.Mientras tanto, San Juan de la Cruz sigue en Andalucía: Beas, Baeza, ambas en la provincia de Jaén, y, sobre todo, Granada, donde permanece hasta 1588 como prior del convento de los Mártires en el mismo entorno de la Alhambra y que, sin duda, puede ayudar a comprender mejor el estilo y el mensaje sanjuanista. Este largo período andaluz de casi diez años es decisivo para el Juan escritor. Escribe el poema “Noche Oscura”, que dará lugar a dos glosas o comentarios explicativos: por una parte, los tres libros de la “Subida del Monte Carmelo”; y, por otro lado, los dos libros de la “Noche oscura del alma”. Redacta también el poema de la “Llama de amor viva”, que dará lugar a dos comentarios distintos denominados LA y LB, aunque entre ellos no hay diferencias sustanciales. Donde sí se va a producir una diferencia esencial, y volvemos ahora sobre CA y CA´, es que mientras estos dos poemas van corriendo independientes en multitud de copias y por muchísimas “manos”, Juan de la Cruz vuelve a re-escribir el poema en el que introduce una nueva lira que ocupará el lugar 11 (Descubre tu presencia…) con lo que el poema resultante ya no tendrá 39 sino 40 liras. Es el conocido por la crítica especializada como CB. Para este nuevo poema, Juan de la Cruz también redactará un nuevo comentario estrofa por estrofa.
Así que, recapitulando y reordenando esta primera etapa de la historia textual sanjuanista, que se extiende hasta 1586 aproximadamente, nos encontramos, junto al resto de sus escritos, el “poema primitivo”, tres familias de redacciones diferentes del Cántico Espiritual (CA, CA´y CB) y tres comentarios a cada una de las estrofas, uno para CA, otro con serios retoques para CA’ y otro para CB. Sólo de la familia de CA se conserva, como hemos apuntado en la nota 8 de este mismo estudio, un ejemplar en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), que se conoce como manuscrito S y que está anotado en los márgenes por San Juan de la Cruz. Este ejemplar era el que él llevaba y en el que escribía anotaciones, correcciones, etc. Esto quiere decir que, ni de la familia de CA´ ni de CB (y ni de las glosas, naturalmente) tenemos constancia de la autoría sanjuanista, sino fuera porque el manuscrito S permite, como afirma Paola Elia, establecer relaciones directas con las otras dos familias.Juan de la Cruz muere en la madrugada del 13 al 14 de diciembre de 1591. Muere sin ver cómo sus obras eran llevadas a la imprenta. Esto tendría su importancia si no fuera porque, comparando con otros autores de la época, el asunto era harto común en la época, sobre todo en lo que se refiere a la poesía. Ésta usaba fundamentalmente dos canales para su difusión: los pliegos sueltos que se copiaban y difundían manuscritos en abundancia y, por otra parte, la recepción auditiva. Por tanto, Juan de la Cruz no se convierte, en este sentido, en rara avis. Lo que sí se puede afirmar es que sus poemas gozaban en esta primera época de su difusión de un notable éxito, a pesar de que eran tres las diferentes versiones del Cántico que circulaban y de las múltiples variantes que existían entre unas copias y otras, dentro incluso de la misma familia. (continuará…)
Antonio José Mialdea Baena
Doctor en Filología Española
Licenciado en Estudios Eclesiásticos.
Diploma de Estudios Avanzados en Traducción e Interpretación
Director de la revista internacional ”San Juan de la Cruz”
director@revistasanjuandelacruz.org