Buenos Aires es una ciudad / poesía. La magia descorcha botellas de olimpos viejos con rastros de Cortázar. En los cafés a media tarde, el bullicio se vuelve susurro extemporáneo, la libertad se acurruca en las veredas y los vientos hacen implosión en el barrio de San Telmo.
Todo conspira para sentir, para que ese verbo sea el alma máter de las expresiones líricas, de los versos insignes… Allí encontramos a una autora de pequeñas obras diarias, que funde el oro con las palabras, que insemina los fonemas y los misterios como de alguna manera afirmaba Lorca… GraCiela Vergel ha nacido en la Argentina. Una voz que rompe olas y enarbola significados en cada tiempo, en cada esquina del Sur tan querido…
BIOGRAFÍA
Nací hace bastante en el barrio de Nuñez de la ciudad de Buenos Aires. Tendría que haberme hecho estudiosa para “compensar” mis marcados defectos visuales. Pero fui una niña estrábica, hipermétrope y astigmática y en realidad, entonces no estudiaba tanto. Sólo tenía carucha de “bocho”. Pero escribía todo el tiempo. “Versitos” para mis seres queridos y ¡hasta para una vaca! La vida y el deseo me llevaron a inscribirme en la carrera de Letras a la salida de la escuela secundaria. La muerte prematura de mi madre (que ya era viuda desde muy joven) me llevó a buscar un camino con alguna rápida salida laboral. Así me convertí en Profesora para la Enseñanza Primaria, sin dejar ni por un momento, de escribir. En el quehacer docente descubrí los problemas de aprendizaje. Mientras tanto, y sin parar, escribía. Me convertí en Licenciada en Psicopedagogía. Pero antes fui madre y autora de mi Primer gran Poema: mi hijo Agustín. Seguí escribiendo. Sobre la realidad de mi país… y entonces, me nacían… algo así como canciones testimoniales. Agustín nació en 1976, un año más que difícil en mi país. No sólo sobreviví. Cuando descubrí que la mayor parte de los problemas de aprendizaje poseían etiología psicógena, me puse a cursar la licenciatura en Psicología. Mientras tanto seguía escribiendo y escribiendo… palabras de amor y – fundamentalmente- de orfandades personales y colectivas.
Me recibí de Psicóloga y seguí escribiendo y estudiando. Y trabajando sin parar. Hasta que, en el año 1990, concebí a mi segundo Gran Poema de Amor: mi hijo Joaquín.
Escribí muchos informes psicodiagnósticos: jamás superarán al número de mis intentos poéticos.
Leí a Freud, a Melanie Klein, a Lacan, a mi amado Winnicott… pero estoy casi segura de que he leído más poesía que teoría psicoanalítica. Y no sólo no me arrepiento de ello. Es algo para celebrar. Como celebro al amor y al milagro de ver a mis hijos crecer a salvo de tantos flagelos.
Me defino, no por falsa modestia, sino por criterio de realidad, como a una aprendiz tardía de poesía. Puesto que, si bien escribí toda la vida, sólo después de los cincuenta años comencé a dedicarme sistemáticamente al hecho poético.
Voy a vivir más de cien para hacer de la Poesía no sólo mi estilo de vida, sino mi único y amado oficio. Ya tengo mi escritorio frente al mar, en Villa Gesell. Sólo me falta tramitar algunas cuestiones de orden económico que me preocupan pero no me asustan. Porque el Amor y la Poesía, valen la pena y fundamentalmente, todos nuestros desvelos y alegrías.
ENTREVISTA
¿Qué haces con la Poesía?
Lo que de inmediato se me ocurre decir es que la Poesía hace más conmigo de lo que yo hago con ella. Me captura, me genera una manera de mirar y me hace sentir que – a veces- me concede algo así como el don de ser hablada desde su territorio. Luego, cuando no estoy en ése, su fugaz dominio o estado de gracia, la busco en los otros a través de la fortuna que constituyen la lectura y la relectura de poemas. No escribo siempre pero no hay un día en mi vida en el que no me haya nutrido de poesía.
¿Cuáles son los elementos que desencadenan en tu alma de poeta el proceso creativo?
Todo puede llevarme a escribir, desde los contenidos específicos del mundo afectivo, hasta los objetos “aparentemente” concretos. Y dije “aparentemente” porque el amor y la angustia, la vida y la muerte son los grandes motores del lenguaje poético y del arte en general. Sin embargo, un sombrerito, una pluma, un medio de transporte, cualquiera de las entidades que nos “afectan” o conmueven, pueden llegar a ser disparadores o protagonistas del intento poético. A través de la mirada poética se construyen subjetividades y desde allí, cualquier elemento puede pasar a constituirse en materia prima de la poesía.
¿El psicoanálisis como profesión y oficio vocacional ha influido en tu voz lírica? ¿cómo ha sido la interacción de ambos mundos?
Todo lo que somos y lo que hemos vivido más que influir “hacen” a nuestro modo de producir lenguajes. Así que, tanto mis peripecias cotidianas, como los sucesos más significativos de mi biografía, aparecen en mi manera de escribir. Es inevitable, entonces, que mi formación académica esté presente en mis versos. Trato de que no se me “filtre”, empero, el vocabulario específico de mi profesión. Habitualmente fracaso, porque resulta imposible escribir excluyendo nuestra experiencia. Quiero decir que intento eludir términos técnicos, pero termino mostrando de algún modo u otro la “hilachita Psi”. Porque, querramos o no, la poesía es siempre autorreferencial aunque hablemos del fenómeno más diverso respecto de nuestra identidad.
Por otra parte, hay sin duda un lazo esencial entre el Inconciente y la metáfora. Dicha instancia psíquica se expresa, precisamente, a través del lenguaje metafórico. Cuando un paciente dice “estoy en carne viva”, o “estallo de alegría”, o “me duele el alma”, está usando, sin duda, la metáfora. Tanto en la salud como en la enfermedad, el sujeto analizado produce un discurso analítico constituido por material metafórico. No digo que este fenómeno enriquezca, necesariamente, a mi producción literaria. Hasta podría ocurrir que la oscurezca o “encripte”. Lo cierto es que los lazos están y muchas veces, debería agradecerles a mis pacientes no sólo por aprender de sus experiencias de vida sino por proporcionarme incentivos a la hora de la elaboración poética.
¿Qué autores, nombres o influencias han sido factores primordiales en tu hacer poético?
Mi madre me leía poesía de Neruda, de García Lorca y de Alfosina Storni en la niñez. Con su muerte en mi adolescencia, y tal vez como un modo de no perderla definitivamente, me refugié en poetas como Mario Benedetti, María Elena Walsh, los poemas y el cancionero de la Resistencia Española. La década del setenta dejó una fuerte marca en mi identidad a través de la poética de los Parra de Chile, de Javier Heraud, de Alfredo Zitarrosa, de Raúl González Tuñón, de Leónidas Lamborghini, de Alejandra Pizarnik, por citar sólo a algunos autores.
Vuelvo a rememorar a mi madre, que me cantaba tangos de Manzi y de los hermanos Expósito, entre otros, en vez de las tradicionales canciones de cuna.
No puedo excluir la influencia de la murga, tanto de la argentina como de la uruguaya, especialmente de esta última a partir de los años ochenta.
En el año 2004, un programa radial con su correspondiente página Web de Poesía hizo que me introdujera de un modo más activo en sus dominios. Se llamaba “Alcanza para todos”. Ese fue un año muy especial en este sentido. Hubo un libro que me otorgó nuevas aperturas, “La pasión de los Poetas”, de Jorge Boccanera. A través de sus páginas me encontré no sólo al autor sino a la circunstancia en la que fuera concebida su obra. También en el 2004 fue fundamental que asistiera a los Encuentros de poesía leída en el desaparecido Bar Tuñón (“ciclo Poesía en el Tuñón”). Allí estuve respirando el mismo aire de grandes poetas argentinos como María Rosa Mó (coordinadora del ciclo), Jorge Boccanera, Diana Bellessi, Vicente Muleiro, María del Carmen Colombo y Miguel Gaya. Y en el año 2005, casi por casualidad, comencé a escribir en Mundo Poesía, un portal de Internet en el que participo, desde entonces, de modo sistemático y cotidiano. La experiencia de publicar en el foro me enriqueció muchísimo, no sólo por el intercambio “virtual” con innumerables autores hispanohablantes, sino por haberme posibilitado riquísimas experiencias reales como presentaciones de libros o recitales de poesía.
¿Has hecho intentos en narrativa?
Sí, algunos relatos. Pero a la corta o a la larga, mi intención narrativa se acerca demasiado a la prosa poética. Así que, pese a que no soy joven, siento que la poesía está en mi futuro.
¿Qué podrías contarnos de la poesía argentina del momento?
Fundamentalmente que, como diría Eladia Blázquez (otra gran poeta argentina), sobrevive “a pesar de todo”. Quiero decir que es conmovedor registrar el rescate de algunos autores amenazados por el olvido y el nacimiento de poetas jóvenes, pese al predominio de algunos fenómenos sumamente adversos respecto de la producción de poesía. Hablo, entre otras cosas, del uso hegemónico de las nuevas tecnologías, como por ejemplo la del SMS (mensajes de texto), que estandarizan de un modo elíptico a nuestro idioma. Y otros, aún más graves, como el de la “tinellización” de la sociedad argentina (el lamentable programa “Bailando por un sueño” que produce y conduce Tinelli y que arrasa con el rating).
Hay un enorme protagonismo de poetas argentinos que publican en Internet, tanto en foros como blogs. Esto posee, a mi criterio, un aspecto muy positivo porque permite el intercambio y la difusión. Pero al mismo tiempo, no puede perderse de vista el carácter efímero de la red.
Respecto de edición de libros más recientes, recomiendo: “Innumerable fluir- La poesía de Edgar Bayley, en Poesía argentina contemporánea (Tomo I)”, Editorial: Vinciguerra, 2008 .
En muy pocos días, la Editorial Losada presentará en el histórico Bar Tortoni “Poemas de amor y otros poemas de amor” por Alfonsina Storni, una selección de poemas de Guillermo Storni.
La riqueza de la poesía actual aparece como un cúmulo de publicaciones que goza de una vitalidad fecunda y de variadas formas de organización, entre las cuales, cabe destacarse la tenaz existencia de las revistas de poesía, como Jabalí, Plebella, Tsé Tsé, Diario de poesía, y Zapatos Rojos, entre otras. A todas ellas se puede acceder desde Internet y no será sino un viaje fascinante.
¿Hay algún o algunos poeta(as) argentino(s) que recomiendes a nuestro foro?
Tengo una lista, afortunadamente, bastante extensa. No se pueden obviar a Oliverio Girondo, a Joaquín Giannuzzi, a Edgard Bayley, a Juan Gelman y a todos los que ya he nombrado a lo largo de este reportaje.
¿Qué le dirías a los jóvenes escritores que se inician en la poesía?
Les diría que no desistan. Que utilicen todos los recursos existentes para nutrirse y dar a conocer sus escritos. Que se agrupen, que hagan del deseo poético una insistencia. Que no se dejen barrer por el aspecto no “redituable” (en el sentido económico) de la poesía. Hoy el quehacer poético, y especialmente el de los jóvenes (convertidos por las necesidad de mercado en la etapa privilegiada de consumo) resulta indispensable. Porque la poesía, y el arte en general, cosnstituyen una manera de existir, de sobrevivir a la voracidad consumista. Y, a mi modo de ver, de salvarnos de los abusos de las consecuencias de la cultura de lo descartable que abarca tanto a objetos como a vínculos y al territorio significante de la palabra.
No dejaría de resaltar la importancia de darse a conocer a través de Internet, de colocar sus producciones en el creciente lazo social que constituye la red y el espacio virtual. Pero también les diría que nada va a suplantar al libro… esa meta por cierto difícil y que hoy tal vez, como ninguna otra cosa, represente a la utopía.
POEMAS
OCÚRREME
Ocúrreme
como oportunidad
innumerable,
como excepción
del Nunca.
Suspéndeme
el aroma
de paréntesis
en el afelpado
cutis de los días,
Remóntame
la pudorosa curva
de los años,
con cierta
escalerita
de insolencias.
Y no me dejes caer
en la tentación
de la demanda,
la que corroe
la tenue mezclilla
del deseo.
Ocúrreme
u ocurrime
suspéndeme
o suspendeme,
transcúrreme
o transcurrime,
que para el caso
es igual.
Pero jamás
me desocurras:
¡Eso sería fatal,
sazonador
de mi existencia!
GraCiela Vergel
Todos los derechos reservados.
Marzo 2008
Cuando no escribo
Cuando no escribo
se me inscriben los naufragios.
Me doblegan
los estados imprecisos:
ciertas abulias con acné
y una gripal vagabundez.
Cuando no escribo
se me graban las atrofias,
me siento crosta
enmohecida de la piel…
y una infección amorfa
en mis vacíos, hace pie.
Me desdibujo
en apariencias
de indolencias.
Me desoriento
y me desSiento.
Me desalinio y desaliño.
Cuando no escribo
me destiño.
Me indiferencio
y me disperso
y no te encuentro
ni me encuentro.
Cuando no escribo,
me desCribo
en la sordera de mi tez.
Cuando no escribo me suscribo
a un territorio del No Sé.
Me DesSuscribo
de Morfemas
en vaivén.
Cuando no escribo
me interrumpo,
y disruptiva
no deconstruyo
la locura
en garrapatitas
de papel.
Cuando no escribo
se me inscriben los naufragios.
Así que te lo digo
de una vez:
esta noche,
por vos ¡No Naufragué!