LOS POEMAS Y LOS DÍAS.

El verso.

Una vez que la pausa versal es obligatoria, como apuntaba en un artículo anterior, llega la hora de escribir el poema. Cada uno de los versos del poema, además de estar de alguna forma concatenados en el contexto, deberían tener, por sí mismos, un mínimo de calidad poético-literaria o, de lo contrario, si respetamos la pausa versal, tendremos  versos que, descolgados del significado, ocasionarán un claro deslucimiento de la obra. Así las cosas, me pregunto, ¿qué motivos nos empujarán a componer cada uno de los versos? ¿qué pautas seguiremos, si es que decidimos premeditar la combinación versal? ¿Cómo sabrá un posible auditorio cuándo acaban los versos que se recitan?

Como es lógico, estamos hablando de un poema de versos blancos (sin rima) porque, en los poemas rimados en la última sílaba de los versos, es fácil saber cuándo, cómo y dónde termina cada uno de ellos; nos lo indica la rima.

Yo pienso que cada forma de escribir tiene su manera de recitar.

"El poeta pobre" de Carl Spitzweg
“El poeta pobre” de Carl Spitzweg

Veamos ahora cuántas pausas observaremos en un poema.

PAUSA VERSAL: la parada que tenemos que hacer al final de cada verso. Es la pausa más larga, y se tiene que procurar que su duración sea uniforme siempre. La pausa versal es uno de los factores que marcan la diferencia entre un poema en verso y cualquier otra estructura escrita. La detención que origina, acompañada del énfasis que pondremos en la última sílaba acentuada de cada verso, nos dará una clara diferencia respecto a otras formas del Arte en la escritura. De ahí, la gran importancia de la educación en la poesía que, a mi juicio, se debería de enseñar en las escuelas a muy temprana edad. El concepto parte de que la poesía es una expresión artística que entra por los ojos y por los oídos, o sea, es más completa, por ejemplo, que la música, que carece de visualidad, si no se está presente durante la interpretación, o que la pintura porque esta no puede llegar con el sonido. Así pues, la poesía, sobre todo cuando se trata de combinar los versos, se debería recitar siempre. Una veces en voz alta, muchas veces en silencio y, otras veces, en voz baja.

SIGNOS DE PUNTUACIÓN: una detención que representa la mitad del tiempo de la pausa versal. Es la misma que se hace en la prosa.

CESURA: un pequeño descanso exigido por el cambio de sentido. Es menor que la parada por los signos de puntuación y es idéntico al que se hace en la lectura de la prosa.

Así, nos resultan tres paradas en el verso, cada una de ellas por un motivo claro.

 Hablemos ahora de componer  el verso.
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Lo primero que tendremos en cuenta será no caer en contradicciones. Que quede claro que sostener que la pausa versal es obligatoria, no significa que nos guste hacerla y, desde luego, habremos de intentar evitarla en muchas ocasiones.

Veamos, en un autor que no respete la pausa versal, pero que escriba composiciones monométricas, un soneto endecasílabo, por poner un ejemplo, resultará que sus poemas, al ser recitados por él mismo, o por cualquier otro que no respete la detención al final del verso, perderán la esencia del verso que ha escrito, porque, la razón rítmico estilística del verso, sea cual sea su metro, está en su final, o sea, en la pausa versal. El autor que decimos, hará una pausa cuando llegue al signo de puntuación que corresponda,  lo cual, si no se ha detenido al final del verso anterior, diluirá extremadamente el verso que se escribió en origen.

Paradójicamente, la pausa versal, pienso que es el enemigo número uno de la métrica, me refiero a la métrica clásica, porque, que consideremos la pausa versal como obligatoria, no significa, como he dicho anteriormente, que no queramos evitarla a la menor ocasión. Desde el momento en que estamos obligados a una detención en cada final del verso y que no podemos dejar versos descolgados en su significado, será imperativo buscar una fórmula que permita evitar las pausas versales. Eso nos lleva directamente a alargar el verso, cuanto sea necesario, por tal de concederle la suficiente calidad literario-poética, en el marco rítmico estilístico que nos parezca conveniente.

 

 

Parece lícito preguntarse, ¿para qué narices quiero escribir un verso determinado si después ni yo mismo respetaré su linaje? o sea, que al recitarlo, lo mezclaré con otros versos, porque eso es lo que ocurre cuando no respetamos la pausa versal.

De esta manera, llegamos a  la conclusión de que, en el fondo, estamos hablando de encabalgar el verso, pero encabalgarlo de hecho, escribiéndolo hasta la conclusión de su significado.

 

¿Qué pasa entonces con el encabalgamiento? ¿Hemos abolido el encabalgamiento de las combinaciones versales?

No, en absoluto. Ahora bien, a ese encabalgamiento se le pide un plus: debe estar ensamblado en su verso y, sin embargo, puede pertenecer al anterior. Ahí, en ese punto, el encabalgamiento se convierte en un recurso retórico de primera magnitud;  se produce una asociación de ideas, entre los dos versos, que dejan al receptor deslumbrado, ante tal despliegue de ingenio metafórico. El lector se da cuenta de la circunstancia, pero no sabe por qué se produce ni, obviamente, necesita saber el mecanismo para apercibirse de que algo muy grato está ocurriendo. Ese es un asunto parecido al de la rima. Si no rimamos en las terminaciones de los versos, apenas será perceptible de dónde viene la cadena fonológica, aunque hayamos trufado el poema de rimas y otros sonidos similares en el interior del verso.

En definitiva, a mi juicio, la razón que puede justificar la composición del verso es la plenitud ideal del mismo.

El verso tiene que lograr una combinación simbólica que trascienda a su propio significado literal. Sin perjuicio de que no terminé ahí (que el verso esté encabalgado), el significado de ese verso tiene que soportar el aislamiento.

A partir de aquí, el ritmo y la cadena fonológica serán las herramientas que emplearemos para embellecer el poema.

Podría parecer que, ante lo expuesto, la métrica queda en segundo plano, pero no es así. Si hablamos de composiciones polimétricas (con versos de varios metros), obviamente, la métrica resultará básica y, si hablamos de combinaciones con versos libres, la métrica perderá relevancia, siempre y cuando el autor sepa lo que está haciendo.