Poesía, sueño y locura.

Immanuel Kant
Immanuel Kant

A menudo insisto en que el apelativo de poeta me queda grande, que no es mi piel verdadera, y acostumbro a argumentar que la causa está en la reverencia y respeto que me inspiran los poetas a quienes admiro. Pues bien, hoy, aquí y en vuestra compañía, no estoy tan seguro de que sea ésta toda la verdad si sostengo lo que a continuación expondré, la relación entre la poesía, el sueño y la locura.

Empezaré por constatar que el entender la cosa de la poesía como cosa de locos, o al menos de gente poco convencional y extravagante, es algo conocido y de dominio público  que las gentes más sencillas expresan sin tapujos. Hasta el cura de Huergas, don Julián, en el concejo leonés de Gordón, decía reconocer que en algunas circunstancias como las de encontrarse ante la belleza del campo o de las mozas, se salía un poco del lugar y se hacía el loco o el poeta. No hay desprecio o menoscavo de la persona y figura del poeta, pero sí se le atribuyen características poco acostumbradas que lo convierten en personaje raro que dice cosas a veces incomprensibles, otras hermosas y las más de las veces, comprometidas. Las gentes sencillas respetan a los poetas.

Karl Christian Friedrich Krause
Karl Christian Friedrich Krause

Yo he afirmado en alguna ocasión que la poesía tiene que ver con el mundo onírico al utilizar la palabra abriéndola a múltiples significados, evocaciones y sugerencias que conectan con ese mundo, resultando ser un poema, en ocasiones, un sueño del que al despertar encontramos apenas dos o tres imágenes vívidas, las que alcanzaron nuestro inconsciente y removieron nuestros cimientos.

Puede resultar anecdótico, o tal vez no, pero en más de una ocasión me he sentido asombrado escuchando poemas en una conocida emisora de radio, recitados por personas oficialmente locas.

Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer

Otro testimonio impresionante es el que nos da el leonés Leopoldo María Panero, recluído largos años en el manicomio de  Mondragón y de cuyas circunstancias actuales lo desconozco todo. Este poeta de la saga de los Panero de Astorga nos dice que su poesía, lejos de ingenua y abismal, no es más que un inmenso truco en el que la locura y la muerte se presentan como dos artificios más de un inmenso poema esteticista. Y es en su texto poético El Golem donde de manera conmovedoramente hermosa nos sugiere a través de la voz que le dice suavemente al Golem: no sueñes; porque, agrega más adelante, cuando anochece y te duermes, se oyen cánticos de iglesia, porque la voz de la iglesia es la voz de la muerte. Dirige su discurso al escritor, al poeta, para ti, que has rozado la última letra; para ti, que has soñado con la última letra y que dedicaste a ella toda tu empresa poética, recordándonos que hay algo peor que el sueño y que la cesación del sueño, y que ese algo peor se llama conciencia.

Leopoldo María Panero, recluido en un centro psiquíatrico.
Leopoldo María Panero, recluido
en un centro psiquíatrico.

De este poeta oficialmente loco, sorprende la lucidez de su juicio sobre la poesía, nada en sí misma –dice-  sin la lectura en la que no hay que buscar un contenido objetivo. Traslada todo el contenido poético al terreno de la subjetividad, aspecto sobre el que opiné algo parecido en la entrevista que me hizo Alonso de Molina,  declarando que el verdadero poema no es fiel a otra realidad lingüística que la rotura del lenguaje por la metáfora y la metonimia, la sinécdoque, la aliteración y la rima. La poesía se parece así al lenguaje coloquial, y es, como aquel, una destrucción del lenguaje, una negación de la gramática. Pese a todo, los versos, la escritura, el poema, son una realidad objetiva dotada de belleza y en la abstracción de esa belleza es donde el poema corre el riesgo de carecer de sentido, en su invención del lenguaje.

El Marqués de Sade afirmó, y lo hizo además en verso, que

todos los hombres son locos; para no serlo
habría que encerrarse y romper el espejo.

Hugo Norberto López, de 74 años, es una de las estrellas de la radio "La Colifata", la primera emisora del mundo hecha por enfermos mentales, protagonista de la ultima campaña de una conocida bebida isotónica; recita poemas de Neruda en su espacio.
Hugo Norberto López, de 74 años, es una
de las estrellas de la radio “La Colifata”,
la primera emisora del mundo hecha por
enfermos mentales, protagonista de la
ultima campaña de una conocida bebida
isotónica; recita poemas de Neruda
en su espacio.

El autor de Justine y la Filosofía en el tocador, que si no estuvo loco, lo convirtieron en loco y se pasó la mayor parte de su vida internado en cárceles y manicomios fue quien, tal vez como nadie, nos demuestra con su obra el paso de lo racional a lo mágico.

Manuel Kant, para definir al loco, dice de él que es un sujeto que sueña despierto.  Karl Christian Friedrich Krause, masón, filósofo y de gran influencia en el mundo hispanohablante y Alemania, pionero en reivindicar la igualdad de los derechos entre el hombre y la mujer, los derechos de los niños, así como los derechos de la naturaleza, se refiere a la locura afirmando que es un sueño dentro de la vigilia de los sentidos. Schopenhauer mantiene que el sueño es una demencia corta, y la demencia un sueño largo.

Poesía, sueño y locura
Poesía, sueño y locura

Luciana Prato, en un texto basado en una interpretación de la película de Jean Claude Lauzon, Leolo, y fragmentos adaptados de una entrevista a Julio Cortázar, nos remite a la vida de los niños y su relación con la realidad, lo material, cotidiano y habitual, y los sueños como generadores de mundos utópicos. Afirma que el primer momento de la construcción de la utopía es el sueño (se refiere al sueño de vigilia, aunque también analiza el sueño onírico); el segundo momento, agrega más adelante, es la escritura. La lectura y la escritura conforman así dos experiencias vitales para el soñador. Y el puente para el niño -¿sólo el niño?- entre lo cotidiano, la realidad, y el sueño, la utopía, es la literatura.

El niño sabe que la utopía alimenta la vida, y entre los creadores de la utopía el niño encuentra al poeta, el domador de versos, un Quijote que lucha contra molinos de viento. Por último, y por no resultar exhaustivos, Luciana Prato aborda la relación del sueño y la locura con el convencimiento de que para soñar, utopizar, es necesario cierto aire de locura y considera que el soñador es loco porque una intensa pasión se apodera de su cuerpo y lo transfigura.

 

Leopoldo María Panero, en una de sus salidas del Psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria, durmiendo en un banco de la calle Triana.
Leopoldo María Panero, en una de sus salidas
del Psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria,
durmiendo en un banco de la calle Triana.

Como vamos viendo, sueño y locura van de la mano en las reflexiones de no pocos pensadores. A poco que preguntemos y busquemos, la maraña de teorías y estudios sobre el sueño nos envolverá de manera vertiginosa y nos colocarán al lado de la locura o instalados en la misma locura. Spitta viene a decirnos que el sueño concede al sujeto atormentado por sufrimientos físicos y sensoriales aquello que la realidad le niega, bienestar y dicha. No se trata de convertir al poeta y su oficio en un caso clínico, pero de la atormentada visión del mundo del poeta sabemos algo y de la búsqueda de la felicidad –anhelo compartido por cada ser humano-, también. El asunto está en saber si cada poema es o no la expresión de un sueño y si expresa en su lenguaje encriptado la voz de la locura. El mismo Spitta, encuentra las siguientes semejanzas entre el sueño y la locura:

1.- Se da una supresión o retraso de la autoconciencia.
2.- Existe una percepción modificada de los órganos sensoriales.
3.- Hay un enlace de las representaciones entre sí, exclusivamente conforme a las leyes de asociación y reproducción, formación automática de series y desproporción de las relaciones entre las representaciones como son las exageraciones, la existencias de fantasmas…
4.- Se manifiesta una modificación o perversión de la personalidad y el carácter.

El interés por este tema alcanza también a expertos reunidos en Seminarios en los que exponen sus conclusiones sobre aspectos como el sueño y la locura en los personajes de la literatura o los procesos psicológicos del sueño en la creación literaria, entre otros.

No estoy muy seguro de que muchas de estas características no se correspondan con el fenómeno de escribir un poema. Pero tampoco, confieso con franqueza, me importa demasiado. De elegir un mundo de locos, prefiero éste de la poesía al de la violencia, el odio y la guerra… Hoy, estoy más cerca de aceptar el apelativo de poeta.

Julio González Alonso.