Selección de poemas del Grupo Texturas

Agosto nos ha traído poéticamente un caudal de versos que poco tiene que envidiar a otros meses del año de más recogimiento.

Rafael Calle en “la Ira de las lenguas” nos acerca una voz madura que a través de la metáfora es capaz de modular hasta hacerla sólida, importante y llena de matices. Tal es el caso de Luis Oroz, que nos lleva por los senderos de la nostalgia con la precisión del que siente en estado puro, en su poema “Dicen”, nos adelanta a nuestras propias emociones y se adentra en ellas de forma sutil pero incontenible. J.J Ferreiro, nos deja sin aliento con su filosófico discurrir en “Avísales cuando vengan”, una exaltación lírica que se impone con rotundidad y de una fuerza arrolladora que llega a estremecer. En este línea de profundísima poetización encontramos “De lluvia”, de Benjamín león, un poema que nos cala hasta la médula en su carácter de activador de los más dolorosos detonantes del miedo y la tristeza, esa interminable noche del poeta que se atraviesa a si mismo con su propia palabra. O los “Poemas desde la cordura” de Alonso de Molina, que precediendo con una magistral cita de Panero, nos lleva a los senderos de la locura donde podemos perdernos sin olvidar que la belleza acecha.

La ira de las lenguas – Rafael Calle

A vertebrar los sueños te conjuro,
definitivamente
al beso que seduce la ira de las lenguas,
fusión en la codicia de los labios
y en la tempestad del azar, contigo.

Gocemos de los pálpitos motrices,
agujas de un adiós a la perfidia,
tic tac que rivaliza con la pena,
el árbol de la luz, la mies enamorada.

Cereales los dos,
llega la voluntad de una labranza grave,
se fue semilla muda
y ha vuelto voz en grano.

Avísales cuando vengan – J.J. Ferreiro

Hay ciertos términos de subversión
donde el espacio se agarrota
y el tiempo entrega sus renglones
aferrándose al caos;
los pómulos de mar,
toda su incontinencia
no ocurren,
o acontecen mil veces repetidos.
Allí, el universo
arrastra la quietud clarividente de lo inestable,
arde y difunde la cifra del desorden.

Dios nunca ajusta su guarismo fiel:
el cero,
muerte en la cruz de toda su nada.

― Avísales cuando vengan
recién nacidos
que traigan sus maderas nuevas
y sus mares circunstanciales;
luego podremos navegar
alegremente.

El Pulso III – Sara Castelar Lorca

Siento la levedad de lo visible
su material ternura
el terrible abandono de la edad
fraguándose en los ojos,
ese galope ciego de la historia
que avanza cuerpo adentro.

Yo tenía el dolor de las enredaderas
su eterna obstinación de pájaro,
el ocre incandescente del otoño
ardiéndome en los dedos.

La tristeza es una lentitud de puertas
donde el olvido duele
donde el silencio duele
donde el amor es carne de bisagras
doblando la memoria.

Bebo de la resignación
del útero desierto de una virgen
bebo del transitable miedo
del que perdió la fe y renegó del nombre
bebo de la maraña roja
del sexo que olvidara su condición efímera.

En la verdad se quiebra la razón
y debo la palabra
debo cada fonema ardido en la belleza,
tan simple y tan humano
tan incisivamente hermoso.
Tu mirada de niño.

Mi boca es de mujer y nombra
arandelas de llanto,
la triste percusión del aire
muriendo en las cornisas.

Puedo escuchar la bestia en el callar del hombre
y seguir desde el pecho brotando en llamaradas,
un solo corazón para tanta ternura
y tan sólo una muerte
para esta soledad tan infinita.

De lluvia – Benjamín León

“Así en el tiempo tal océano
colarse sin inquietar las aguas…”

Marina Tsvetaeva

Baja lo gris y el tiempo se entristece. El nudo entre las hojas de los árboles podría ser un náufrago en el borde, un punto que se extienda interminable bajo el cielo, un pájaro exprimiendo su agónico sonar. El porvenir del aire que se extingue, podría sucumbir como el suicidio: ahogarse en sus dobladas alas, inútilmente arder sobre los ojos, perderse bajo Dios. Entonces la memoria, el único pecado. Luego la soledad hecha de carne cayendo con su culpa: la voz y los jardines. Puedo llorar en la quietud, herirme el nombre lentamente en los residuos de la edad y ser la nada y ser del frío. La piel como dominio de la flor y el límite preciso del futuro. Las túnicas del día que aparece, los últimos caballos en galope, el ruido pulmonar quebrando huesos. Qué inevitable inicio del callar. Qué sucesión de vida. Qué grito primigenio hasta el expiro. Solo de luz ante la infancia que cuelga su pasar para dormir como en un bosque. La lluvia indefiniblemente herida goteando al abandono, y cae, cae, cae, tan dulcemente cae mientras subo y te despido en esa sucesión del aire, que pronto no sucede. Esto es lo siempre, ver morir la lluvia; esto es lo siempre, el tacto y la saliva, el cuerpo despidiéndose del cuerpo y de sus llagas, el viento que desmece en el suicidio.

Dicen – Luis Oroz

Dicen que los recuerdos son semillas
que crecen en la tierra de lo que ya no existe,
que necesitan tiempo, que se hidratan
con la humedad de la melancolía.

Dicen que son tardías, que maduran
con la caricia de otro sol más cálido,
que se agarran al pecho
cuando el cuerpo
se tropieza en el hueco de un minuto vacío,
que perfuman al triste
y que nutren al hombre que se muerde las uñas.

Dicen que la memoria
solo espera el sabor que la devuelva
a ese lugar en donde nunca estuvo,
que no puede moverse
cuando sujeta el peso de las cosas que pasan.

Yo sé,
como tú sabes,
que todo es relativo,
que el argumento cae
como el orgullo que atraviesa el puente
de nuestra soledad.

Porque recuerdo el beso de las 7
con la profundidad del que se siente calladamente lejos.

Y son las siete y cinco…
y no te has ido.

 

Poemas desde la cordura – Alonso de Molina

“Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura”
Leopoldo María Panero
-1-

Detenido en la calma, Yo persigo esta luz;
para abrasarme dentro busco la vasta llama
de la tierra y el cielo, esculpida alma nívea,
originario polvo eterno y primigenio.
-2-

Contente!!. No marchite su edad la flor ni el tiempo;
solo nos pertenece el efímero instante
y el exacto pasado; inédito el futuro
nos aguarda en su incógnita quebradizo e inseguro.
-3-

La memoria y sus vértigos ciñen formas de un tiempo
romo, como una tos sin prejuicios ni arrugas,
anónimo espejismo de la razón expuesta
que alega ingenuidad en la torpeza del pecado
y duda si llegar vértice de mentiras
o con la obstinación de los tercos recuerdos
-4-

De los blancos barrotes de la cabal cordura
me exilio diáfano en bondad y me erijo ido
en busca de un espejo donde medirme el juicio,
sin extrañar lo insólito de los últimos versos
de un poema no escrito, cansado y melancólico
-5-

Sin final ni principio donde razona el fuego
ciñen formas de un tiempo de derretidas lunas
transformando en pereza los lascivos fermentos
que transcurren endémicos embebidos de fiebre,
sin germen ni sentido; sin discurso ni paz
donde aplomo sin fe arroje sus delirios
y huir de laberintos tejidos de locura