Jesús Carretero Ajo, más conocido en los foros Alaire como John Garlic, ha ganado el III Premio de Poesía Blanca Sandino con su obra LAS METAMORFOSIS DE LORCA. Jesús vive en Sant Vicent del Raspeig, Alicante, España. Se presentó al concurso bajo el paraguas de otro de sus heterónimos: Durruti Malatesta.
El jurado ha valorado la originalidad de esta nueva vuelta de tuerca a la figura y las circunstancias de Federico García Lorca. El lenguaje poético de John es siempre afinado y valiente; en este caso recoge la tradición reivindicativa ante el hecho terrible de la muerte de Federico, pasándola por el filtro de su potente imaginería y su peculiar flujo sintáctico.
En segundo lugar se ha clasificado Alejandro Costa, también de España, con su obra MI CALLADO AMIGO SILENCIO.
En tercer lugar, María Inés Iacometti, de Santa Fe (Argentina), con su obra HORA DE VISITAS.
Las metamorfosis de Lorca
“Recuerdo en la época del fruto rojo
que todo olía a vértigo.
Mi cuerpo, perenne oleaje
sometido al huracán, un lastre fue
por la afilada senda de la revelación.
Temprano llegué a los placeres
reservados a los dioses y cuando me tocó volar,
solo el abismo estaba para cobijarme.”
fugaz como una performance
-tan joven y ya vivías acechado
por la luna inmóvil y la ciudad vacía de oxígeno-
te desaparecieron del mundo
voces estridentes como tres cuernos negros
como el odio una noche
tú pintado sobre un lienzo de luna roja
“Recuerdo un olivar centenario
en mi último verano,
unos versos de color verde
rasgando el velo negro del aire
y la muerte cobarde asestándome
con sus negras falanges
un golpe certero por la espalda.”
un gran dolor como un trueno
desgarrando el cielo azul del mediodía
atravesó puertas
paredes ventanas amantes
y ciudades enteras
hasta llegar a los lugares
más recónditos de la boca
y en compañía de una atmósfera triste
se quedó la gente pobre
huérfana de abecedarios
te mataron sí
te mataron negras cantidades
de perturbados orígenes
mas no acallaron tu nombre
jamás de tu mano arrancaron el verso
sembrado en ojos de mujer
o en los murmullos del agua
ni de tu garganta el vuelo
sobre el tambor del llano
o en los matices del verde
“Recuerdo cómo huía mi sangre
por la eterna noche de los cuchillos largos.
Me transformé por aquel entonces
en sala de tortura, barrote y celda.
Fui sombra agonizante
en la blanca pared de un cementerio
y cal viva y un montón de huesos sin nombre.
Y sucumbí al olvido, ¡sí!
Mas por mi boca
brotó imparable el lenguaje de las piedras.”
no existen los dioses
solo sus tumbas con coronas podridas
mientras tú
con estructura de rayo
de la libertad enarbolas los tres colores
y en los entresijos de la luz
sombra amable
incesante resurges a golpes de verso